lunes, 6 de febrero de 2017

LA LIMPIADORA DIAZ COLOCO A TODA SU FAMILIA EN SEVILLA

Dos hijas, cuatro hermanos, seis sobrinos, una vecina… Récord de enchufados en la universidad

Una responsable de la institución en Sevilla coloca 22 familiares en el servicio de limpieza 

Una limpiadora, en la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla. PACO PUENTES
Dos hijas, cuatro hermanos, seis sobrinos, un cuñado, un yerno… pero también la suegra de una hermana, un hermano del yerno o una vecina... así hasta 22 personas. La encargada de equipo en la Unidad de Limpieza de la Universidad de Sevilla María Luisa Díaz ha enchufado en el servicio que ella supervisa y que desde 2005 presta como contrata la firma Ferroser (del grupo Ferrovial) a más de una veintena de familiares y amigos entre fijos y eventuales. Mientras la institución pública, los sindicatos y la empresa reconocen con rubor este caso de nepotismo que se repite al menos desde 1994, la protagonista defiende que su costumbre es legal y no ve incompatibilidad o dilema ético alguno.

A pesar del conflicto de intereses, Díaz replica que es legal pedirle a la empresa que contrate a familiares mientras vigila si cumple sus funciones. “Aquí hay muchos hijos de y en cualquier Administración pública hay familias (…) ¿Incompatibilidad? No veo ningún problema y no tengo nada que ocultar porque los apellidos no se pueden camuflar. Los que están, están ¿Es que no tienen mis familiares derecho a trabajar en la empresa privada?”.
Junto a los enchufados con primer y segundo grado de parentesco hay una hermana de un cuñado, una prima del yerno o la exnuera de una hermana de Díaz. Ferroser gestiona una plantilla de 300 profesionales de la limpieza, de los cuales 22 (el 7,3%) tienen vínculos familiares o de amistad con Díaz. Esta evalúa la calidad del servicio prestado por Ferroser junto a otros tres responsables de la Unidad de Limpieza de la universidad hispalense. Los cuatro comprueban que las aulas de todas las facultades y el Rectorado están limpias y que Ferroser cumple el convenio.
Con desparpajo, la responsable alega que el nepotismo en la universidad está a la orden del día: “Todo el mundo conoce mi caso porque llevo desde 1987 en la universidad. En la plantilla hay familiares que no son de María Luisa Díaz. En cualquier facultad, el que no tiene un hijo tiene una hermana o un sobrino”. Y explica cómo el contacto con la contrata [Ferroser] es fluido y justifica que esta “puede contratar a quien le da la gana”: “Cuando hay necesidades, nosotros mismos hablamos muchas veces con la empresa porque les hace falta a las criaturas”.

43 MILLONES POR UN SERVICIO A LA BAJA

La Universidad de Sevilla firmó en 2014 el último convenio con Ferroser para limpiar las facultades durante cuatro años a cambio de 43 millones. Sin embargo, las quejas de los estudiantes y el profesorado se han multiplicado ¿La razón? Si en 2009 había 380 trabajadores, hoy solo son 292 más ocho eventuales, a pesar de que los servicios y los edificios del campus han aumentado. “La tasa de reposición es nula”, explica Javier Holgado, del sindicato CC OO. “Parece que la calidad del servicio a la universidad no le preocupa. La cosa ha empeorado muchísimo”, censura.
Sobre las quejas, el gerente de la universidad, Juan Ignacio Ferraro, defiende: “Asumo problemas puntuales, pero no hay un clamor. No tengo la percepción de que las quejas crezcan. Eso sí, no oculto que en los últimos años hemos tenido restricciones con la cuantía del contrato y hemos seguido creciendo en metros. No ha sido proporcional”, admite.
La institución carece de indicadores sobre eficacia y eficiencia del servicio de limpieza prestado para conocer la opinión del usuario, ya que no realiza encuestas, una carencia extendida en el resto de universidades, según los expertos.
Ferroser ganó el último concurso de 2014 pese a que Clece y Claro Sol Cleaning presentaron ofertas económicas más baratas. Solo Francisco Velasco, coordinador de Díaz, y José María Sánchez Berenguer, jefe de compras de la universidad, formaron la comisión técnica que situó a Ferroser como la mejor opción. En su propuesta económica, la compañía se comprometió a tener 331 trabajadores, incumplimiento que la universidad permite hoy.
Mientras, el pasado otoño la plantilla realizó paros parciales y ahora acaba de firmar un nuevo convenio laboral con la empresa. Un salario medio de un trabajador sin antigüedad ronda los 850 euros. Velasco ha rechazado opinar para este reportaje.
El anterior gestor de la contrata con la universidad, Carlos Jiménez, fue despedido de Ferroser por apropiación indebida de fondos, según fuentes del caso. Jiménez denunció su despido en magistratura pero el juez lo declaró procedente. Hoy trabaja en la Universidad de Sevilla.
La historia de este enchufismo masivo por parte de Díaz, sindicalista de CC OO durante dos décadas, ha sido un secreto a voces que los dirigentes de este campus andaluz han optado por ignorar. El gerente de la Universidad de Sevilla, Juan Ignacio Ferraro, admite que hace cuatro años “se lanzaron pasquines denunciando que María Luisa tenía familiares en la empresa”. “Lo oí, lo pregunté y me dijeron que había unos cuantos familiares”, relata. Sin embargo, Ferraro evitó iniciar una investigación interna para frenar las irregularidades. “Me estoy indignando al conocer el número de familiares, no me parece éticamente correcto”, dice ahora el gerente de la institución, que acumula 21 años en el puesto. A continuación, alega que la empresa tiene autonomía para contratar al personal que desee y que la universidad evita intervenir en su política de contratación.
Por su parte, Ferroser aduce que desde que ganó en 2005 la contrata, con la plantilla subrogada, solo han sido seis los trabajadores enchufados por Díaz, y dos de ellos eventuales, del total de 22. “Hay libertad y esta tónica de contratar a conocidos es bastante habitual en el sector”, exponen fuentes de la firma.
Jorge Brazalez, de CC OO, censura la conducta de su anterior compañera en el sindicato. “No sé si es ilegal, ético no es. Siempre he dicho que hay que ser limpio y parecerlo, yo no entregaría un currículum. Es una utilización bestial de la empresa privada y es para echarse las manos a la cabeza”, afirma tajante. El presidente del comité de empresa, Juan Antonio Martín (del sindicato SAT), matiza: “Me parece mal pero la empresa replica que la contratación es su potestad y que viene de antiguo”
La profesora del grupo de Economía Experimental y Computacional de la Universitat Jaume I de Castellón, Aurora García Gallego, da en la tecla para explicar por qué Díaz carece de reparos. “Ella no ve lo que ha hecho mal, no piensa sobre ella misma. Es una ceguera o una fuerza innata por ese beneficio, porque cuando es ella no lo ve corrupto. El español medio no es autocrítico”, resume. García censura cómo las universidades españolas, a diferencia de las extranjeras, apenas han legislado para combatir los lazos familiares mediante normativas o cláusulas específicas. “Aparentemente todo el mundo está en contra de la corrupción, pero luego todo el mundo juega a la corrupción”. Y concluye: “He visto demasiados componentes de muchas familias en la misma institución”.
¿Por qué ocurre este nepotismo con tanta frecuencia en las universidades? “Su falta de transparencia ampara estas prácticas y las universidades son bastante opacas con las contratas. Además, no se aplica bien la Ley de Contratos del Sector Público”, ilustra el ex secretario general y catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid, Julio González. Solo el 65% de las universidades cumplen con la ley y publican sus contratos y licitaciones en la Plataforma de Contratación del Sector Público (PCSP), según un estudio de Transparencia Internacional realizado el año pasado.
González estima que los mecanismos de selección de personal deberían ser más abiertos y con gente “que no sea de la casa”. “Saben que solo se puede decir que está feo, salvo que la persona que haya impulsado a la familia haya también participado en la mesa de contratación”, concluye.

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