martes, 12 de abril de 2016

ENTRE UNA BUENA PERSONA Y UN MOJON PORIO

Teresa Rodríguez: "El liderazgo es un disfraz que tienes que evitar que se te pegue a la piel"

La líder de Podemos en Andalucía afirma que su relación con Susana Díaz es cero. Nota que tanto el PSOE como la presidenta andaluza le tratan siempre con agresividad y lo atribuye al miedo que le tienen a Podemos. Con 34 años, asegura que un día hará mutis por el foro y volverá a sus clases de Secundaria. Eso ha de ser lo normal. “Hay que vacunarse, dice… contra el alimento del ego”. Veremos.

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Teresa Rodríguez es uno de los rostros de la 'nueva política'. EFE
MADRID.- “Si algo me ha enseñado Podemos, y son muchas cosas las que me ha enseñado, es la necesidad, la fuerza y la potencia de un liderazgo en un momento en el que se habían roto las identidades colectivas”. Teresa Rodríguez se expresa de esta manera en una larga conversación, en la que le pedimos que se explique un poco a sí misma.

Activista social durante toda su vida, defiende con variados matices el peliagudo papel de los líderes, ahora que cotidianamente nota la atención de mucha más gente sobre su persona. Constata que hace ya unos cuantos años se impuso la idea de que sobrevivir consiste “en defenderse a uno mismo”, “en competir”… En ese marco, dice, “tener un liderazgo es útil, en términos comunicativos, para comprender, expresar y explicar la posibilidad del cambio, la posibilidad de algo distinto”.

“Ha sido muy útil el liderazgo de Pablo Iglesias, -sostiene Teresa Rodríguez-, también el de Íñigo Errejón, el de los portavoces públicos de Podemos... Yo recuerdo una imagen que para mí fue muy impactante, a mi suegro, al padre de mi pareja, viendo un debate de Pablo Iglesias y la forma en la que lo vivía: lo vivía como si su equipo estuviera jugando al fútbol, como si el Madrid estuviera jugando y marcara un gol. Cada vez que le respondía a Marhuenda con algo que desmontaba los argumentos del adversario, era como si su equipo marcara un gol. De repente, aunque la vida estuviera cargada de dificultades, aunque nos hubieran robado de alguna manera la dignidad, aunque nos hayan quitado tantas cosas, en la televisión uno de los nuestros dice lo que nosotros decíamos cada día pero nadie decía en la tele”.

Pero para explicar “la fortaleza del liderazgo”, esta joven mujer, de 34 años, secretaria general de Podemos en Andalucía, se apoya también en otros referentes, como la ecologista Yayo Herrero o el fallecido anticapitalista Miguel Romero, y argumenta que “un liderazgo ha de ser potente frente al adversario, fuerte hacia afuera pero suave hacia adentro, hacia los nuestros, hacia los que queremos convencer para formar parte de un proyecto de cambio, porque una persona sola no puede cambiar las cosas, una persona sola es fácil de comprar, de convencer, de cansarse, de rendirse, y si necesitamos convencer a una mayoría social también para que forme parte del cambio de forma activa, necesitamos que ese liderazgo sea muy suave hacia adentro, que le dé la oportunidad a la gente de participar”.“Fuerte hacia afuera y suave hacia adentro”

Vídeo: Liderazgos, ¿para qué?

Recuerda además lo que ocurrió con el 15M y luego con las ‘mareas’. “Pasó algo en este país”, “un cambio de paradigma”. La gente, según ella, “empezó a pensar que quería tomar parte en primera persona en lo nuevo que se construía, o al menos en la crítica de lo que había”.

Hablamos del Congreso de Vistalegre, en Octubre de 2014, y de cómo entonces la hoynúmero uno de Podemos en Andalucía, entonces eurodiputada, se pronunció de manera contundente a favor de un liderazgo coral, no sólo suave como nos dice ahora, sino más colectivo: “En Vistalegre tuvimos un debate sobre eso y recuerdo que el argumento de Pablo en aquel entonces fue que las elecciones no las ganan tres secretarios generales, las gana uno, y nosotros decíamos que las elecciones no las ganan ni uno, ni tres, ni siete secretarios generales, sino que el poder lo toma la gente. Hay un matiz entre ganar las elecciones y tener el poder de cambiar las cosas”.
“Pero reconozco - continúa Rodríguez - dos cosas por ser justa, por mi propia evolución personal: yo me convierto en un personaje público y la gente escucha lo que digo porque me acerco a Pablo Iglesias, porque salgo en una foto al lado de Pablo Iglesias. Es verdad. Eso no me hace más ni menos valiosa el día antes de aparecer en esa foto o el día después. Soy la misma persona, pero haber construido ese liderazgo en torno a Pablo, esa forma de comunicar que hacía que mi suegro disfrutara de sus debates como de un partido de fútbol, haber hecho eso genera una especie de luz que tiene que iluminar mucho más que una sola persona, porque además cuando es una sola persona la que ilumina, lo más probable es que se queme”.​
¿Es imaginable Podemos sin Pablo Iglesias?
“Hombre, sí, yo espero que sea imaginable un Podemos sin Pablo, un Podemos sin Teresa Rodríguez y un Podemos sin ninguna persona concreta en particular, porque si no, no estaríamos construyendo un proyecto de cambio”. “Esos liderazgos los necesitamos. Pero es importantísimo saber siempre que esa herramienta no es un fin en sí mismo. Y que tiene muchos riesgos”.

“Uno puede utilizar el liderazgo durante un tiempo determinado, pero el liderazgo se gasta”, mantiene Rodríguez. “En el momento en que tú te sometes a la exposición pública, a la lupa enorme que los medios de comunicación colocan encima de los líderes, te sometes al ataque planificado de los poderes fácticos, que los hay, evidentemente. Por tanto, hay que estar siempre planificando el relevo”.
Teresa Rodríguez, junto a Pablo Iglesias. REUTERS

Teresa Rodríguez asegura no entender de ambiciones políticas. “No forma parte de mi cultura”. “Creer que el liderazgo es algo que uno se ha granjeado solo, algo que uno se merece por sus propias cualidades y por su propio mérito, eso no se corresponde con la realidad. Si yo soy ahora una portavoz pública a la que la gente escucha, critica, o comprende, o comparte sus posiciones, o no, es porque antes ha habido mucha gente que ha dado batallas enormes”. “Ante la merma absoluta de derechos sociales que se produjo con la crisis había que reaccionar, y había que decir que no. Del resultado de ese proceso, yo soy portavoz pública, y no tiene nada que ver con mis méritos personales, más allá de que yo aprenda a manejar la comunicación para hacer bien este trabajo”.

“Hay que vacunarse todos los días contra esto porque es verdad que el liderazgo es un disfraz que tienes que evitar que se te pegue a la piel, porque está bien pasearse por ahí, que la gente te mire, que se haga fotos contigo, que te escuche cuando hablas, que le dé importancia a tus opiniones, y eso de alguna manera no tiene por qué traducirse en términos económicos. Aunque nos hayamos puesto normas muy claras para no ascender social y económicamente, hay otra parte que es la del alimento del ego: no voy a cobrar más de lo que cobraba, pero me siento más importante y me aferro a esa posición que hace que acumule un patrimonio que no es monetario sino simbólico, que me satisface”.

Implicada en política, ¿desde cuándo y por qué?

Se define Teresa Rodríguez como “una diputada reciente, profesora de secundaria, activista social durante toda su vida”. Activista en el movimiento estudiantil, en la universidad, en el movimiento feminista, que descubrió “al salir del pueblo” y llegar a Sevilla.

Su pueblo, Rota, tiene treinta mil habitantes y “una base militar estadounidense que es grande”. Recuerda perfectamente Teresa cómo “en el año 91, con la primera guerra del Golfo, en la noche antes de los primeros bombardeos “se escuchaba el rugir de la guerra. Todo el mundo decía que algo iba a pasar, la tarde antes, esa noche... Se escuchaba, y después al día siguiente veías en la televisión las imágenes de los bombardeos. Eso me sobrecogía” y, aunque sólo tenía entonces diez años, entiende Teresa que quizás eso tuvo que ver con “las primeras líneas de pensamiento” que marcaron su trayectoria política: el antimilitarismo. Recuerda también cómo “cuando llegaba la Sexta Flota, venían muchísimos, desembarcaban, se movían por todo el pueblo y esos días mi madre me decía que tenía que volver a casa a las diez de la noche, el resto del tiempo me dejaba hasta las once”.

Pronto se vinculó a “gente del movimiento de objeción de conciencia que venían del Puerto de Santa María, de Jerez, porque el movimiento antimilitarista en Rota, no es que tuviera mucho auge”. Sin la base naval de Rota el pueblo, claro está, hubiera sido otra cosa.
Teresa Rodríguez, en el parlamento andaluz. EUROPA PRESS

“De alguna manera yo no me sentía muy acompañada. En un pueblo de treinta mil habitantes, que no es que hubiera mucha diversidad, o mucha pluralidad, o mucha oferta político social, me sentía de alguna manera un poco rara en el entorno de mi generación, pero luego, como tabla de salvación, llegué a lugares en los que me encontraba a gente que había sentido lo mismo que yo, que venía de las mismas reflexiones”. Gentes de su edad que conoció, por ejemplo, en el movimiento antiglobalización. “Irme a Génova, de repente, que yo no es que hubiera viajado mucho y encontrarme campos de fútbol llenos de gente”.

Cuando llegó a la universidad, en Sevilla, participó en el movimiento de precarios y se vinculó también con “lo que quedaba del movimiento feminista de los 70, 80 y 90”. Aprobó las oposiciones de enseñanza secundaria y contribuyó “a formar la marea verde en Andalucía”. “Soy, y lo he dicho muchas veces, el resultado de las luchas que me ha tocado vivir”.

Se agrupó primero Teresa Rodríguez con “gente del ámbito de Izquierda Unida”. Allí dentro fue simpatizando con las corrientes más críticas y con “gente que se incorporaba de los movimientos sociales de los noventa y también del movimiento antiglobalización y poco a poco hicimos una reflexión colectiva sobre cómo construir espacios nuevos y nos fuimos de IU”, para formar parte de “una fuerza política pequeña”, de activistas sociales, que luego se convertiría en Izquierda Anticapitalista. Se fueron, dice, por dos razones: por “la participación acrítica en un gobierno (andaluz) del partido socialista en condiciones de subalternidad, entendiendo que de alguna manera IU se resignaba a ser el apoyo débil de los gobiernos del PSOE, se conformaba con esa horquilla de entre el cinco y el diez por ciento y, por otra parte, por la reflexión dentro de la organización sobre posiciones políticas”.​
Ansiedad frente a la injusticia
Nunca hubo militantes políticos en la familia de la actual portavoz de Podemos en el Parlamento andaluz, “ni simpatizantes de la izquierda de la transición”. “Nadie me transmitió ese legado”. Cuando le pedimos que hurgue en las razones que le llevaron a ir adquiriendo conciencia política, recuerda, “poniendo un mapa un poco impreciso, el maestro en el colegio, un cómic de Mafalda que me encontré en casa de mi abuela, una cinta de Carlos Cano de mi padre, unos carteles de la época de la autonomía y del referéndum… y las imágenes de las hambrunas en pueblos de África. Eso me soliviantaba. De repente compruebas que las injusticias ajenas te afectan y sientes una cierta ansiedad por intentar encontrar soluciones a eso”.

“Me aficioné al rap porque era lo que se escuchaba en los bares. Rota estaba lleno de americanos y había muchos bares que eran de americanos y en los del pueblo también ponían rap”
El componente religioso también jugó su papel: “Yo recuerdo que viví la catequesis que todos los niños vivían con cierto folclorismo, ¿no?, porque tocaba hacer la comunión y ese día te lo pasabas muy bien y ya está. Pues yo recuerdo que hice un esfuerzo, sin mucha pasión por parte de mis padres, que nunca me lo impusieron ni me lo propusieron, para entender el cristianismo como una forma también de saciar esa cierta ansiedad que me generaba lo que le estaba pasando a otras personas, lo que estaba pasando en el entorno más cercano y que interpelaba al estómago”.

La madre de Teresa Rodríguez es de Sevilla, “de una familia humilde del barrio de la Macarena, hija de un conductor de camiones que después fue taxista y ella cuenta -recuerda Teresa- que su abuelo y su padre se escondieron durante la guerra para intentar evitar ser reclutados. La familia de mi padre, sin embargo, sí fue más proclive al bando nacional, era una más entre las familias de derechas del pueblo”.
Además de Carlos Cano (“cuando encontré la cinta de mi padre, que la descubrí sola, y la puse, algunos de sus versos, de sus canciones, me emocionaron”) en la banda sonora de la vida de la cabeza visible de Podemos en Andalucía están también Mecano, Radio Futura y rap, mucho rap. “Me aficioné al rap porque era lo que se escuchaba en los bares. Rota estaba lleno de americanos y había muchos bares que eran de americanos y en los del pueblo también ponían rap. Llegó Mala Rodríguez, o sea, que yo iba combinando el feminismo con el rap que contaba historias de fortaleza de mujeres que iban apareciendo, que cuentan a la cara sus vivencias”.

En cuanto a su evolución política, Teresa Rodríguez piensa que “le falta muchísimo”. “Esto de saltar de ser profesora de secundaria y activista en mil mareas, a ser diputada en el Parlamento de Andalucía...”, y estar bajo “determinado foco de atención pública como consecuencia de la implosión de Podemos, hace que se me hayan quedado lecturas por terminar, líneas por investigar, reflexiones generales que abordar… He perdido un tiempo que para mí era delicioso, de lectura, de reflexionar, apartándome un poco de los problemas y de lo que pasaba”.

Discusiones con Susana Díaz

Podemos y el PSOE se dirigen, como cualquier partido con voluntad de gobernar, a toda la sociedad, pero el público de base de los dos partidos, uno nuevo y otro tradicional, se encuentra en sectores populares, entre gente trabajadora. Se disputan particularmente el apoyo de esa parte del electorado y en Andalucía esa realidad es, si cabe, mucho más evidente que en otros lugares. Quizás por eso, en la conversación con Teresa Rodríguez surgen constantemente las referencias al Partido Socialista, a sus votantes y dirigentes, de ahora y de antes.
Teresa Rodríguez, junto a Susana Díaz. EFE“Son conocidas, especialmente en Andalucía, mis discusiones con Susana Díaz”, reconoce la dirigente de Podemos. Su relación personal es cero. “No nos tratamos nunca. Se ha construido como una especie de mito, de una enemistad personal, de un odio... Yo creo que eso tiene también que ver con que como las dos somos mujeres, pues da mucho juego la imagen de las dos mujeres que se pelean en el Parlamento. También Podemos y el Partido Socialista. Esa imagen, ese mito se ha construido mucho en Andalucía, pero lo cierto es que no tenemos ningún tipo de relación”.
Teresa Rodríguez, junto a Susana Díaz. EFE
La última conversación que Rodríguez y Díaz mantuvieron cara a cara fue la de la investidura. “Fue un proceso además, para mí, muy extraño. En la primera reunión parecía haber sintonía en todo, y en la segunda, de pronto no había sintonía en nada. En medio, se había producido el acuerdo con Ciudadanos. Y después de eso no ha habido absolutamente ningún espacio en el cual nos encontremos y hablemos absolutamente de nada, más allá del Parlamento, de los debates que tenemos en el Parlamento semana sí, semana no”.

Sus planteamientos son muy diferentes, pero dice la portavoz parlamentaria de Podemos que no renuncia “a aprender de las herramientas y de los usos del adversario”. “He intentado tener varias reuniones con Susana Díaz para hablarle de problemas concretos, intentando por ejemplo un pacto andaluz contra la pobreza y la exclusión, pero la verdad es que la respuesta siempre ha sido muy agresiva. Además, me doy cuenta de que le hables como le hables, la respuesta siempre es agresiva. Yo creo que, de alguna manera, el Partido Socialista de Andalucía y el gobierno andaluz, pese a esa imagen de dureza de Susana Díaz, revelan un cierto miedo a nosotros… como si no supieran exactamente por dónde vamos a salir”.​
Recuerda polémicas con la presidenta en los siguientes términos: “Decía Susana Díaz el otro día que no podíamos ni nombrar a Felipe González, porque era gracias a él que teníamos estudios y podíamos estar en el Parlamento de Andalucía. Todo ese patrimonio acumulado en derechos sociales, efectivamente, es en lo que el Partido Socialista ha sido protagonista político, pero quienes se lo han ganado a pulso han sido los que han dado determinadas peleas en la historia de nuestro país. No son una gracia benevolente que los gobiernos dan al pueblo”.

¿Qué es Podemos
Y también evoca descalificaciones curiosas: “A mí Susana Díaz me reprochaba el otro día en el Parlamento que yo era una Che Guevara boliviana del altiplano, y que la sociedad andaluza no necesita ninguna iluminada Che Guevara. Y yo me preguntaba, esta señora, que trata de insultarme diciéndome que yo soy Che Guevara y que forma parte de un partido que se llama Partido Socialista Obrero Español, ¿nunca habrá tenido una pegatina del Che Guevara en una carpeta? ¿nunca se ha emocionado escuchando una canción de Silvio Rodríguez? Yo creo que ella representa a ese Partido Socialista que ya no se acuerda ni de quién es y sintomático de eso es que pretenda insultarme diciéndome Che Guevara, ¿no?”.​
Cuando se le pide una definición sobre Podemos, Rodríguez contesta que “ahora mismo es una organización política centralizada, con cuadros que tienen responsabilidad institucional en todo el país, y cuya primera intención era generar una herramienta de empoderamiento popular y ciudadano. Una forma de comunicar, una forma de expresar aquello que llevábamos mucho tiempo diciendo en los movimientos sociales, en las organizaciones políticas transformadoras... No significaba que la gente tuviera que sentir de pronto adhesiones con ningún proyecto, sino compartir un diagnóstico y un paquete de soluciones”.

Herramienta de participación y partido político. “Las dos cosas a la vez”, dice. “Ahora creo que es un partido político más convencional, y después de un ciclo intensísimo electoral de año y medio, en todas las sensibilidades de Podemos se ha expresado una sintonía de necesidades, recuperar..., bueno, el primer Podemos. Bueno, eso es simplificar la historia. Es volver otra vez sobre nuestros pasos y seguir construyendo esa organización política que se quedó en lo organizativo a medias porque había otras prioridades”.

¿Qué peso tiene Podemos en Andalucía?

Hablamos de los quince escaños que tiene Podemos en el Parlamento de Andalucía. ¿Son pocos o son muchos? La líder andaluza lo analiza así: “En Andalucía, en realidad, tanto el PSOE como IU tienen una gran capacidad de resistencia. En el caso del PSOE es verdad que hay una realidad en Andalucía que está vinculada a un modelo económico y a un modelo de desarrollo, y de no desarrollo, que es el famoso clientelismo. Es decir, la dependencia de la financiación de fondos europeos y de fondos del Estado y su reparto a través de determinados cuadros políticos institucionales vinculados al partido del régimen”.

“El clientelismo es una realidad palmaria en determinadas comarcas”, precisa Rodríguez, que incluso advierte sobre la utilización del miedo: “Nosotros hicimos una asamblea de círculos aquí en la provincia de Sevilla y de los treinta y cinco que asistieron a la reunión, doce de ellos expresaban miedo a que en sus pueblos se supiera que eran miembros, votantes, inscritos o simpatizantes de Podemos”.
“El clientelismo es una realidad palmaria en Andalucía”
Eso, explica sólo la existencia de “una pata de la resistencia del Partido Socialista en Andalucía”, indica Rodríguez. “También hay otra de construcción sistemática, honesta, que aporta muchas cosas en positivo de un montón de militantes socialistas en cada pueblo y en cada barrio de Andalucía. También hay eso, y eso es algo que nosotros, por muy orgullosos que estemos de nuestra trayectoria y de nuestra fortaleza y de nuestro logro, no hemos desarrollado todavía”, reconoce.

La fuerza de Podemos se encuentra vinculada sobre todo al mundo urbano y su secretaria general dice que, para ir bien, debería “tener organización en cincuenta y cinco comarcas de toda Andalucía”, “convertir a Podemos de Andalucía en un Podemos rural, de clases trabajadoras, en un Podemos mujer”.

Andalucía y las naciones de España

La defensa de la plurinacionalidad de España es objeto de desencuentro de Podemos con otras fuerzas de ámbito estatal. Comentamos que fuera de Galicia, Euskadi y Catalunya tiene un coste electoral y Teresa Rodríguez admite que se fomentan los prejuicios contra la posibilidad de que “Catalunya decida qué tipo de relación quiere tener con el resto del Estado”. “Aquí se nos plantea el chantaje o la amenaza de que si eso ocurre nosotros vamos a vivir peor a partir del día siguiente”. “Susana Díaz lo hace permanentemente”, insiste. “Traslada la idea de que la independencia de Catalunya perjudicaría a Andalucía”. “¿Quieren reconocer que ha habido una dependencia durante 40 años del resto del Estado? ¿Me quieren decir que los contribuyentes en Catalunya están pagando la educación, la salud y la dependencia en Andalucía? Yo eso no me lo creo y no me lo quiero creer”, concluye.​
“Esa cuestión nacional, continúa Rodríguez, que hay sobre la mesa yo creo que es una de las patas de ruptura, uno de los eslabones débiles del régimen del 78, junto al modelo social en crisis”. Podemos, en Andalucía se ha fijado como prioridad la recuperación de la propia memoria, de su conciencia nacional, de la lucha por la autonomía. “No hay ninguna otra fuerza política que esté en disposición de recuperar esa historia”. Lo dice su secretaria general, que en las redes difunde fotos de sí misma con una bandera andaluza en las manos.
Teresa Rodríguez besa la bandera de Andalucía. EFE

Durante el último año, los portavoces públicos de Podemos leen la prensa “con cierto crujir de dientes”. “No es una experiencia agradable ni gratificante”, explica su líder andaluza, pero añade que, si solo se quejan y lloriquean por ello, eso les puede llevar “a una paranoia terrible” y para evitarlo piensan que su presencia en las redes sociales les sirve de “escudo”. Cree la dirigente de Podemos que su acción comunicativa en internet, en algunos casos con más seguidores que grandes medios de comunicación, representa su “principal fortaleza”.​
Entienden que así “pueden explicar en primera persona” lo que piensan y sienten. Son conscientes de que sólo con las redes no pueden llegar a todo el mundo, especialmente en zonas con cierto atraso tecnológico, pero creen que han de utilizar cada vez más esta estrategia. Así lo revela Teresa Rodríguez: ”Con videos que nosotros editamos, con trabajos audiovisuales, con infografías, con tuits, con posts de facebook, hemos irrumpido en la realidad con nuestras propias herramientas.

Teresa Rodríguez forma parte de una corriente dentro de Podemos, Anticapitalistas. ¿Qué sentido tiene?

“La clave es entender que la biodiversidad es una realidad, afortunadamente. Siempre hay corrientes dentro de las organizaciones, es una reacción muy humana la de agruparse con quien uno siente que sintoniza”. El peligro se encuentra, según ella, en no hacerlo expreso. “En no decir ese es mi agrupamiento y nosotros tenemos en común algunas de esas ideas”.

“En debates concretos”, aclara, “es posible que yo no tenga porqué estar de acuerdo con mi grupo o con mi corriente, con la que tengo en común un determinado idioma, historia, espacios de discusión, pero puede que aparezcan debates en los que yo comparta opinión con alguien que de entrada pertenece a otra corriente. Eso es saludable en una organización. Las dos cosas. Que la pluralidad y la biodiversidad se hagan expresas y se valoren, porque cualquier organismo se garantiza la supervivencia cuando hay discrepancia, porque los problemas son complejos, y las soluciones son complejas”.
Aun así hay quien ve las corrientes críticas como un estorbo, porque entiende que se dirigen a sectores pequeños de población y no al conjunto de la sociedad, para conseguir mayorías y gobernar.
“Fuimos con un programa a las elecciones europeas completamente distinto al último y ese viaje a mí me marea. Ese es el que a mí me preocupa”
“No es un debate sencillo, como tampoco lo es el organizativo. Aquí hay un debate razonable entre una organización democrática, participativa, descentralizada y una organización coherente y capaz de afrontar un ciclo electoral intenso, que aporte con solvencia candidaturas electorales, con portavoces y liderazgos públicos para salir lo más reforzados posible de ese proceso”.

Algunos conceptos y palabras han caído en desuso. Muchos han dejado de hablar de la izquierda, de revolución, de clase obrera… ¿Hay que reivindicar ese lenguaje?

“Yo creo que el lenguaje es una herramienta para expresarse. Es la capacidad de los seres humanos de comunicarse entre sí a través de palabras o a través de signos. No es más que eso. Que algunos entendamos que la izquierda, la clase obrera, las batallas que se dieron y que se dan son un buen lugar en el que retroalimentar y compartir el diagnóstico de la realidad, las alternativas… Yo no echo tanto de menos el lenguaje, al que no renuncio, porque yo no tengo problema en decir lo que yo soy, como el programa, las medidas… Nosotros fuimos con un programa a las elecciones europeas completamente distinto al último y ese viaje a mí me marea. Ese es el viaje que a mí me preocupa”.

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