La pobreza, el desafío incómodo

El informe de la ONG de la Iglesia católica contiene los porcentajes que no encuentran cabida en los documentos oficiales. Millones de familias que se empobrecieron en la crisis y que no encuentran respiro a sus penalidades en el tiempo de la recuperación.
Pobreza. Desigualdad. Exclusión. Palabras molestas, incómodas, desagradables, inoportunas. Las vemos caminar por la calle y nos cruzamos de acera. Incluso nuestros más reputados expertos economistas niegan la mayor. Desde hace unos años, las ONG libran una batalla sin cuartel por visibilizar la realidad de la pobreza ante la opinión pública, mientras la doctrina económica imperante desmiente sus informes con estadísticas muy ofendidas.
La catedrática de Ética de la Universidad de Valencia, Adela Cortina, ha escrito un tratado sobre la relación de nuestras sociedades con la pobreza. Se titula Aporofobia, el rechazo al pobre. La profesora detalla cómo «en el mundo del intercambio, los pobres provocan un sentimiento de rechazo porque sólo plantean problemas» a quienes desean prosperar. Los pobres no nos gustan, suscitan impaciencia, molestan incluso a las propias familias. Estropean el paisaje de la recuperación, están encerrados en sus casas y el 75% de ellos, encuestados por Cáritas, cree que votar no sirve para nada.
Adela Cortina aborda la pobreza como un desafío para la democracia y para la defensa de la dignidad de los seres humanos. Y recuerda que el humanista valenciano Juan Luis Vives, en su Tratado del socorro de los pobres, escrito en 1526, dio un gran paso al defender que "el combate contra la pobreza no debe dejarse en manos de las instituciones de caridad o la limosna individual, sino que deben asumirla los poderes públicos". Ahí seguimos.
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