jueves, 16 de julio de 2015

Por un control del ocio en El Palmar

El Ayuntamiento, que ha cerrado varios chiringuitos, quiere "un antes y un después" en la regularización de una oferta "masificada" El turismo familiar y el joven conviven en la zona
ALICIA RUIZ .
Dejando Conil detrás, entrando por el carril de la Venta Piñero, en la carretera de la primera línea de  playa de El Palmar, encontrará de todo para pasar el día. Atracciones para los niños, mercados de artesanía, restaurantes, bares para tapear, escuelas de surf, chiringuitos en la playa y numerosos espacios para tomar una copa en tan envidiado paraje. En los últimos años, la oferta de ocio ha crecido de forma espectacular, comentan vecinos, hosteleros y el propio Ayuntamiento vejeriego, pero nada que por el momento haya creado situaciones "incontrolables". Nada que ver, aseguran, con lo ocurrido en el verano de 2007, cuando el botellón y las fiestas alrededor de uno de los chiriguitos de la playa desataron tales protestas de los vecinos que el Ayuntamiento terminó prohibiendo estas instalaciones hasta unos años después.
 
Ahora, este tipo de situaciones  son "excepciones", como el cierre del chiringuito La Mona tras una "macrofiesta", asegura el delegado de Urbanismo y Turismo de Vejer, Daniel Sánchez. Sí reconoce la gran cantidad de establecimientos de todo tipo en El Palmar, alguno de ellos sin la documentación necesaria, como ha ocurrido con otros tres chiringuitos que permanecen clausurados desde principios de esta semana.
 
El Consistorio quiere que este verano sea "un antes y un después" en la "regularización" de la parcela del ocio en la zona, esa palabra que tantas veces ha sonado en El Palmar y que siempre ha sido caballo de batalla en una zona que crece año tras año y que triplica su población en verano, sobre todo los fines de semana.
 
Pero el gobierno local insiste, "no estamos en contra de los establecimientos como El Dorado - uno de los que han clausurado al no tener en regla la licencia de kiosco bar-, pero sí estamos en contra de todo lo que no sea legal porque es la única vía para que no esté masificado". Sobre todo insistirán, asegura, en que los establecimientos desmonten cuando acabe el verano, algo a lo que no están acostumbrados, y en que no va a haber ninguno abierto sin autorización. "Tienen que cambiar el chip", dice el delegado de Urbanismo, que espera que todo quede patente en el Plan General, como confía además en que el agua potable llegue a la zona de dominio público pronto y que todo lleve a un turismo de calidad. Sánchez afirma que los establecimientos están "respetando escrupulosamente" el horario de cierre y que en cuanto a música están dejando que se celebren pequeños conciertos aunque no permitirán la música en plan discotecas. 
 
Y mientras, en El Palmar, conviven dos tipos de turismo sin graves problemas: el familiar y el joven. "Es el cuarto año que venimos y no nos hemos sentido descolados en ningún momento", comenta María, de Logroño, que pasa unos días en la zona con su marido y sus dos hijas pequeñas. "Y solemos estar aquí hasta las once y media de la noche y cenar", dice. Faly, de Sevilla, un joven que ha venido a pasar unos días con su novia están alojados en una casa de un carril cercano a la playa. "De jaleo nada. Hemos venido en plan relax y lo estamos logrando" aunque dice que "a partir del fin de semana es diferente".
 
En los restaurantes tradicionales, con más de 30 años, el día a día también sigue. En dos de ellos, mientras atendían las mesas, reconocían que por suerte la temporada había empezado con bastantes clientes. "No está mal", afirmaba un trabajador. "En estos años la zona ha cambiado para bien, con fallos puntuales, aunque en mi opinión es verdad que se ha desbordado el número de locales y el botellón nos perjudica".
 
Y es que hay gente que aproveche para hacer botellón en la misma playa, en los carriles, en los parcamientos, algo inevitable. Comentaban por allí que es más normal los fines de semana y más cerca del final de la playa, más hacia Zahora, donde los chiringuitos tienen más separación y hay menos casas. Un sábado no faltarán jóvenes durmiendo en la playa tras salir de los bares o las discotecas de la costa, que este año ha perdido uno de sus referentes, el Ojhú. 
 
Las autoridades insisten: nada que no sea "controlable". "Ahora hay más policías, se ha reforzado los fines de semana y entre nosotros y la Guardia Civil se puede controlar", apuntaba un policía local de patrulla. "Los vecinos tienen nuestros teléfonos y el de la Policía local y nos pueden llamar. El propio alcalde y yo nos pasamos por aquí muchas noches. Está muy controlado", añadía el concejal.
 
En los chiriguitos a pie de playa, que volvieron tras una prohibición de varios años, se vive un ambiente familiar a la hora de los almuerzos. "Hay de todo, desde familias a ambiente más de fiesta o despedidas de solteros por la tarde", explica mientras prepara un coctel apetecible.
 
Los habitantes de El Palmar, unos 1.200 que viven en este lugar todo el año, piensan en pasar "estos 40 días como se pueda". Desde la asociación de vecinos consideran que hay demasiada gente para la infraestructura con la que cuentan pero que directa o indirectamente comen del turismo. "El que se va a comer un bogavante por la mañana también quiere luego un mojito", comentaba su presidente. Los vecinos tienen dos luchas principales. Piden un estricto control del horario de cierre y que se vigilen también los aparcamientos. "Los coches muchas veces bloquean accesos a las casas, fincas y no se puede circular", añade.  
 
En el ideario del Ayuntamiento de lo que sería el turismo en la playa de El Palmar está la compatibilización de un uso familiar de la playa con un turismo gastronómico. "Queremos trasladar a El Palmar lo que hemos hecho en Vejer", afirma el delegado Daniel Sánchez. A las dos de la tarde de ayer es lo que se ve, muchas familias y turistas disfrutando de la playa y de una buena comida.
 
En la parte cercana a dos de los locales clausurados (Origen y El Dorado) muchos se quedaban   con dos palmos de narices. "Todo el mundo que pasa por aquí pregunta por los chiringuitos que están cerrados, a nosotros nos conviene que abran, se nota menos gente", comentaba el encargado de kiosco cercano. Ayer este periódico intentó hablar con los responsables de los mismos, que prefirieron esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos. De momento, están intentando reunir la documentación necesaria para poder abrir y no dar por perdido el verano.

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