Verdad y justicia para Blas Infante y Caparrós
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Los autores ofrecen el apoyo de la Fundación Blas Infante a la
familia del joven asesinado en Málaga durante las manifestaciones por la
autonomía andaluza el 4 de diciembre de 1977
Blas
Infante, cuyo aniversario de nacimiento se cumple el 5 de julio, tenía
51 años cuando fue asesinado en Sevilla la noche del 10 de agosto de
1936 en el kilómetro cuatro de la carretera de Carmona. Manuel José
García Caparrós tenía 18 años cuando lo mató una bala durante las
históricas manifestaciones del 4 de diciembre de 1977. Ocurrió en
Málaga, en los alrededores de la única Diputación andaluza en la que se
había prohibido izar la verdiblanca. Sin duda, una provocación, como lo
demuestra la imagen del joven Trinidad Berlanga escalando por su fachada
con una arbonaida en las manos para intentar ponerla en el balcón. No
lo dejaron. Guardias civiles y policías, junto a miembros armados de
Fuerza Nueva, comenzaron poco después a disparar, parece que por orden
directa del gobernador civil. Una bala hirió en el brazo al adolescente
Miguel Jiménez Ruiz. Y otra, del calibre 9mm, como las que usaba la
Policía Armada, acabó con la vida de Caparrós. Aunque se abrió una
investigación, nunca hubo el menor interés en determinar los culpables:
incluso el proyectil fue limpiado con acetona.
Pocos días después, el 12 de diciembre de 1977, otra
bala asesina acabó con el joven Javier Fernández Quesada a consecuencia
de los disparos indiscriminados de la Guardia Civil en el campus de la
Universidad de La Laguna. Ambas muertes provocaron que el 20 de
diciembre de 1977 se abriera con urgencia en el Congreso una comisión de
investigación, entonces llamadas "de Encuesta". La causa judicial sobre
la muerte de García Caparrós fue archivada en 1985, al no haberse
podido determinar los responsables penales. Inexplicablemente, la
Comisión de Encuesta también se cerró sin responsables políticos. En
ella declararon más personas que durante el proceso judicial. Ninguna
mujer, por cierto. Algunas de las actas de aquellas sesiones son
públicas. Pero no las del 13 de enero, 29 de junio y 9 de noviembre de
1978. ¿Por qué? ¿Qué esconden esas actas?
Recientemente, la familia de García Caparrós solicitó al
Congreso de los Diputados tener acceso a las mismas, para lo que hubiera
bastado el acuerdo mayoritario de la Mesa, conforme al reglamento
vigente. Sin embargo, en reunión celebrada hace pocos días, el 18 de
mayo de 2017, la Mesa de la Cámara negó el derecho humano a conocer la
verdad amparándose en el reglamento provisional y preconstitucional que
regulaba aquellas comisiones, hoy inexistentes, el cual consideraba sus
sesiones "secretas en todo caso". La decisión de los diputados se
parapeta en un informe de la Dirección de Documentación, Biblioteca y
Archivo de la Cámara que califica como secretas aquellas sesiones pero
sólo hasta su dictamen, aprobado en noviembre de 1978. En consecuencia,
nada impide que pueda ser público o, cuando menos, consultado por los
diputados que lo deseen, previo acuerdo de la Mesa. Justo lo que se ha
prohibido tras 40 años de democracia.
Más de cuarenta años separan los asesinatos de Blas
Infante y Manuel José García Caparrós. Más de cuarenta años tuvimos que
esperar, desde su muerte, para pronunciar el nombre de Blas Infante en
libertad. Algo más tiempo transcurrió hasta que el Parlamento de
Andalucía lo reconociera como Padre de la Patria Andaluza. Y también
tuvieron que pasar cuarenta años desde su muerte para que la Junta de
Andalucía nombrase Hijo Predilecto a Manuel José García Caparrós. Pero
ya no queremos esperar ni un día más para que el Congreso de los
Diputados declare ilegal la sentencia infame que condenó a Blas Infante
después de muerto y para que haga públicas las actas de la Comisión de
Investigación sobre el homicidio del joven malagueño. Porque ambas
negativas son un desprecio a lo que une a Blas Infante y García
Caparrós: Andalucía, y a lo que une a estos con tantas otras víctimas de
los enemigos de la democracia. Para todos ellos es necesaria la
reivindicación de verdad, justicia y reparación.
Por todas estas razones, la Fundación Blas Infante ha
acordado apoyar la reclamación de la familia García Caparrós y
solicitar que se levante el veto político sobre las actas de las
sesiones de la comisión que investigó su asesinato.
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