La fiesta del Eid al-Fitr,
con la que el mundo musulmán celebra el fin del mes del ramadán, se
presentaba este lunes cargada de tensión en el Rif. El movimiento
popular «Hirak», que desde hace ocho meses viene demandando mejoras
sociales y económicas para esta región del norte de Marruecos, había
convocado esta tarde una gran manifestación en la ciudad costera de
Alhucemas para reclamar la liberación de los más de cien manifestantes
arrestados en las últimas semanas.
Entre
ellos, Nasser Zafzafi, considerado líder de «Hirak», que fue detenido el
pasado 29 de mayo y permanece encarcelado en Casablanca.
Las
protestas se desataron el pasado octubre, después de que un vendedor de
pescado de Alhucemas muriera triturado por un camión de la basura al
tratar de impedir que se le confiscara su mercancía.
La
Policía, que en las últimas semanas ya había desplegado un fuerte
dispositivo, tenía este lunes prácticamente tomada Alhucemas, mientras
que en los accesos a esta ciudad y a localidades próximas había
controles de la Gendarmería, según información de periodistas sobre el
terreno.
Medios
locales mostraban a cientos de personas, tal vez miles, marchando por
las calles de Alhucemas. Sin embargo, la manifestación fue dispersada
por la Policía, que empleó gases lacrimógenos. Según «Alyaoum24», hubo
al menos 15 detenciones y a cualquiera con un teléfono móvil en la mano
se le consideraba sospechoso. Si le hallaban fotos o vídeos, se le
llevaba a comisaría para interrogarlo.
La
situación en el Rif inquieta al Rey de Marruecos, Mohamed VI, que este
domingo abroncó de forma sonora a los miembros del Gobierno por el
retraso en las actuaciones previstas en la región. Según un comunicado
emitido tras el Consejo de Ministros celebrado en Casablanca, el monarca
expresó al comienzo de la reunión su «decepción, descontento y
preocupación» por la demora en la puesta en práctica de un programa para
Alhucemas, conocido como «Faro del Mediterráneo», que prevé
infraestructuras por cerca de 600 millones de euros para el periodo
2015-2019.
Se
trataba de la primera reunión del Rey con el nuevo gobierno encabezado
por Saadedín Otmani (del islamista PJD), nombrado el pasado abril
después de que el ganador de las elecciones seis meses antes, Abdelilá
Benkirán, no lograse un acuerdo para formar el Ejecutivo. El rapapolvo
de Mohamed VI a los ministros es de «una dureza poco habitual»,
destacaba ayer la web de información «Le360».
El Rey,
que en el sistema marroquí cuenta con amplios poderes sobre la vida
política del país, encargó a los ministros de Interior y de Finanzas,
Abdeluafi Laftit y Mohamed Busaid, respectivamente, llevar a cabo
investigaciones sobre la «no realización» de los proyectos, depurar
responsabilidades y presentar un informe en el plazo más breve posible.
Más aún, el Rey ha decidido dejar sin vacaciones a los ministros
afectados para garantizar el seguimiento de los proyectos de Alhucemas,
según señalaba el comunicado.
Choque diplomático con Holanda
Entre
tanto, la revuelta en el Rif han dado lugar a una encontronazo
diplomático entre Marruecos y los Países Bajos, donde residen gran
cantidad de inmigrantes del Rif. Rabat ha llamado a consultas a su
embajador en La Haya tras acusar a las autoridades holandesas de no
emprender acciones contra Said Chaou, un marroquí
residente en los Países Bajos que, según el país magrebí, es un
«notorio» narcotraficante que promueve y financia las protestas.
Chaou,
antiguo parlamentario de la zona del Rif, ha sido objeto de dos órdenes
de arresto marroquíes por supuesta organización criminal y tráfico
internacional de drogas.
Sin
embargo, Holanda se niega a extraditarlo por entender que no se dan las
condiciones ni las garantías suficientes y que el requerimiento marroquí
tiene carácter político. La llamada a consultas del Embajador es
«incomprensible e inútil», según una nota conjunta de los ministros
holandeses de Asuntos Exteriores, Seguridad y Justicia.
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