Susana Díaz presume de herencia( despues de haber echado y querido mandar a la trena a Chaves y Griñan)
La presidenta andaluza intenta reinventarse y resistir, pero sin
invertir en innovación sino con las movilizaciones autonomistas del
siglo pasado
Dicen que los congresos socialistas se saben cómo
empiezan pero no como acaban, porque siempre hay un cabo suelto, un
imprevisto fuera de foco que termina por acaparar el protagonismo. No ha
sido el caso del 13º congreso regional del PSOE de Andalucía
que se ha celebrado este fin de semana en Sevilla, donde la principal
novedad ha sido que cuando la reelegida secretaria general bajó a las
tantas de la noche a dar a conocer los nombres de la ejecutiva, no los
facilitó porque la mayoría de los periodistas se habían marchado. Por lo
demás, las relaciones de Susana Díaz con Pedro Sánchez mantienen la
misma temperatura, al rojo vivo.
Desde la misma noche
de las elecciones primarias de junio pasado, cuando compareció tras su
estrepitosa derrota frente a Pedro Sánchez y agradeció de manera
singular el apoyo recibido por la federación andaluza, la única en la
que ganó, todos los pasos de la también presidenta de la Junta han ido
encaminados a construir el fortín andaluz.
Lleva dos meses colocando primorosamente y a la vista de
todos, aquí una piedra, allí otra, en una esquina un torreón, en otra
otro y en medio, banderolas de cinco pisos de altura con la bandera
blanca y verde como las que se han visto en este congreso.
En ese tiempo ha construido un argumento para reinventarse y resistir,
pero sin invertir en innovación sino mirando al siglo pasado, a sus
mayores, a la herencia de las movilizaciones autonomistas del 4 de
diciembre de 1977 y el referéndum del 28 de Febrero de 1980. "Nosotros
somos los legítimos herederos del 4 de diciembre y del 28 de febrero",
dijo en la clausura del congreso antes de que lo cerrara el secretario
federal, Pedro Sánchez.
Se considera la heredera de
Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves y José
Antonio Griñán, a los que ha homenajeado este fin de semana, junto con
Alfonso Guerra, que llevaba al menos 23 años sin asistir a un congreso
de los socialistas andaluces y que fue el artífice de los relevos de
Escuredo y De la Borbolla. La historia del PSOE de Andalucía, como se ha
mostrado en una exposición, es una historia de éxito, pero también con
mucha sangre.
Díaz le dijo este domingo a Pedro
Sánchez que como la federación socialista más antigua de España (en
diciembre cumple 40 años) defenderá "la historia y la herencia" que ha
recibido que no es otra que la de la igualdad. "Lo vamos hacer con
lealtad, compañero Pedro", proclamó, pero a renglón seguido le advirtió:
"Lo único que te pido como secretaria general y presidenta de la Junta
es que nunca me hagas elegir entre las dos lealtades porque soy la
presidenta de todos los andaluces".
Desde el entorno
de Díaz destacaron inmediatamente que si esa situación se produce, ella
elegirá el de la defensa de Andalucía, no la posición del partido.
Claro que para que se dé ese supuesto, supuestamente Pedro Sánchez
tendría que defender e imponer a su partido un trato desigual para
Andalucía en el debate sobre el modelo territorial y, sobre todo, en el
de la financiación que es el que de verdad preocupa. Con ella en la
secretaria federal ese riesgo estaría conjurado. "Soy andaluza y
española y cuando defiendo lo mejor para Andalucía defiendo lo mejor
para España", dijo de sí misma.
El reto quedó lanzado
y a la vista y oídos de todos. Hay quien interpreta que si la
secretaria general del PSOE andaluz mantuvo intacta su frialdad con
Sánchez no es por otra cosa que por evitar fugas de afines con vistas a
los congresos provinciales de otoño, donde los sanchistas pretenden
plantear candidatos alternativos a los susanistas.
Fuera de Andalucía, Díaz ya no tiene aliados. Los habitantes del fortín
andaluz (la ejecutiva, los enviados al comité federal, los miembros del
comité director, del comité de ética, los de la comisión revisora de
cuentas) son todos de Díaz. "Normal, Pedro Sánchez hizo lo mismo",
explican.
Sánchez vino en son de paz, pero se
encontró con que la puerta del reducto sólo estaba entreabierta.
"Susana, tú y yo hablamos el mismo idioma, el de la igualdad y la
fraternidad, que es el lenguaje del PSOE", le dijo. "Susana, tú eres mi
secretaria general y mi presidenta de la Junta de Andalucía", insistió.
"Hagamos un PSOE unido para ganar aquí y en España. El PSOE unido es
imparable", remarcó.
El secretario general defendió
el modelo federal, aunque en ningún momento pronunció lo aprobado en el
congreso sobre la plurinacionalidad del Estado. "Defendemos la idea de
España de Peces Barba, Solé Tura, Miquel Roca, Anselmo Carretero, Felipe
González o Carme Chacón. Una idea que fue recogida también por la
Fundación Alfonso Perales, España como una nación de naciones, que
garantiza y asegura la igualdad de todos vivan donde vivan", dijo. La
nueva ejecutiva, situada detrás del atril donde intervenía Sánchez,
acogió con mucha frialdad y alguna cara contrariada esta afirmación,
aunque también hubo palmas sordas al fondo de la sala. Cuando terminó su
discurso, Díaz lo dejó solo en el escenario evitando la foto conjunta.
Sánchez sí pudo recibir el afecto de militantes afines a él que
lograron acreditarse, aunque no se sabe a través de qué vía, como
invitados a la clausura del congreso. Con fuerza corearon su nombre y
cantaron en el vestíbulo la Internacional, mientras en el plenario
sonaba la sintonía aflamencada del PSOE andaluz.
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