lunes, 31 de octubre de 2016

Con la certeza de que un pueblo organizado y activo es el mejor antídoto contra el regreso al pasado en América Latina y el Caribe, el próximo 4 de noviembre se llevará a cabo una Jornada Continental por la De­mocracia y Contra el Neoli­beralismo.
La movilización es más que un acto simbólico si tenemos en cuenta el escenario regional, donde son evidentes los intentos de las viejas oligarquías y sus aliados tradicionales por recuperar el espacio ganado por los movimientos progresistas.
El lema que los convoca a todos es ¡Ni un paso atrás! Los pueblos seguimos en lucha por nuestra integración, autodeterminación y soberanía contra el libre comercio y las transnacionales.
Se esperan expresiones de apoyo en diversos puntos del continente. En La Habana el sitio de encuentro será la Plaza Ignacio Agramonte de la Universidad de La Habana.
La capital cubana tiene un protagonismo ganado. Fue aquí donde se dieron cita hace dos años movimientos populares y organizaciones sociales de la región, representantes de indígenas, mujeres, campesinos, sindicales, jóvenes, estudiantes, co­­municadores, afrodescendientes, re­li­giosos, intelectuales y ar­tistas, para celebrar los diez años de la derrota del ALCA en aquella histórica Cumbre de Mar del Plata.
La forma en que se desterró ese engendro neoliberal, con el protagonismo del Comandante Hugo Chá­vez y el entonces mandatario argentino, Néstor Kirchner, fue una muestra enorme de la capacidad de articularnos y vencer.
El encuentro de La Habana sirvió para identificar una agenda mínima como parte de un proceso de rearticulación de los movimientos populares del continente.
Son tres los aspectos fundamentales sobre los que giran las demandas actuales: la lucha contra el libre co­mercio y las transnacionales; la profundización de los procesos de­mo­cráticos y la defensa de las soberanías, y la integración desde los pueblos.
Estas ideas están presentes desde el momento mismo del inicio de nuestras luchas independentistas, pe­ro se han ido postergando a lo largo de más de dos siglos. Ese es el tiempo que ha tenido que esperar la región para presenciar el regreso de las ideas de Francisco de Miranda, Bernardo O’Higgins, José Gervasio Artigas, José de San Martín, Simón Bolívar, Tupac Amaru, Jean Jacques Dessa­li­nes y Francisco Morazán, José Martí, Eloy Alfaro, Augusto C. Sandino, entre muchos otros valiosos latinoamericanos y caribeños que comprendieron tempranamente el valor de la integración.
No son pocos los pasos que se han dado en las últimas décadas, desde los primeros intentos a mediados del siglo XX que permitieron la creación de diversos mecanismos de integración.
En el año 2001 Chávez y el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, pusieron la primera piedra de un nuevo tipo de integración como parte de la Alianza Bolivariana para los Pue­­blos de Nuestra América (AL­BA).
Finalmente, el 23 de febrero del 2010 se produjo la creación de la Celac, Comunidad de Estados Lati­noa­meri­canos y Caribeños, integrada por 33 países del continente sin incluir Esta­dos Unidos y Canadá. Surgió desde el acumulado de 200 años de lucha y en una visión común de la Patria Grande latinoamericana y caribeña.
Pero no caben dudas de que la crisis del capitalismo global iniciada en el 2008 y sus impactos en la región, debilitaron a nuestros países y  a los procesos de integración.
A más de diez años de Mar del Plata, el espíritu del ALCA a través de los TLCs, los acuerdos megaregionales o de libre inversión y otros sectoriales recuperan fuerza y se vuelven una vez más una amenaza al terreno ganado en los últimos años.
El regreso de las élites conservadoras  en países que lideraron el curso de estos procesos nos sitúa en un escenario diferente y representa un peligro para la integración que construimos, defendemos y queremos profundizar.
Es por eso que una vez más, este 4 de noviembre se convoca a todos los que en este continente defienden una integración para la democracia y las soberanías con agenda propia cons­truida en el ejercicio de autodeterminación de nuestros pueblos, con centro en la solidaridad, la reciprocidad, la cooperación y la complementariedad, que rompa con la lógica del mercado.

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