lunes, 1 de junio de 2015

GENTE COMO UNO MISMO

Los Clinton de Cádiz

  • Él, profesor y carnavalero de 39 años, puede ser alcalde en la cuna de La Pepa

  • Ella, 34, decidirá el futuro de Susana Díaz

  • Predican la 'economía verde', renuncian al coche oficial...

  • Son 'Kichi' y Teresa, la pareja

  • 'No tomamos decisiones en casa. ¡No somos un politburó!', nos dicen ambos

La pareja de Podemos, el pasado domingo, tras votar en Cádiz. CATA ZAMBRANO
Hay en la España democrática parejas políticas famosas: estaban los socialistas González-Romero (Felipe y Carmen); están los Aznar-Botella (José María y Ana)... Y han irrumpido con fuerza los Rodríguez-González, o lo que es lo mismo: Teresa Rodríguez, líder de Podemos en el Parlamento Andaluz, y su novio y compañero de filas, José María González Santos Kichi, posible nuevo alcalde de la ciudad donde nació la Constitución de 1812. Aunque aquí ya les han bautizado con un apodo más rotundo: Los Clinton de Cádiz. Aceptando el símil carnavalero de que él sería el expresidente Bill y ella Hillary, ex secretaria de Estado con Obama y hoy aspirante demócrata a convertirse en la primera presidenta de EEUU, vamos a su encuentro para conocer quiénes son, en serio, los emergentes políticos gaditanos que laten debajo del figurado disfraz.
Miércoles 27 de mayo, 12.30 de la mañana, plaza de La Mina esquina con San José, en el casco antiguo. Hace menos de 72 horas José María González, Kichi, ha dado un vuelco en la ciudad al obtener al frente de Por Cádiz Sí Se Puede, la candidatura local de Podemos, ocho concejales que le permitirían con el apoyo del PSOE (cinco) y de Ganar Cádiz en Común (dos), donde se integra IU, echar de la Alcaldía después de 20 años de mayorías absolutas a Teófila Martínez. La histórica del PP ha sido la más votada, pero no le bastan sus 10 ediles y los dos de Ciudadanos para seguir gobernando.
En el velador donde bebe agua y se lía un cigarro mientras atiende la entrevista con Crónica, se le acercan a cada poco viandantes para felicitarle y apoyarle. "¡A ver si echas a la rubia! ¡Que sepas que en esta mesa te hemos votado los cuatro!", le dice un vecino con perfil de currito o de parado. José María/Kichi se levanta también para estrechar la mano de un trabajador municipal con mono de jardinero o barrendero. Luego viene un hombre maduro y atildado, ¿de derechas? "Hola, soy un votante tuyo...", y resulta que es un urbanista que le ofrece su ayuda de experto. Como en la rehabilitación de las infraviviendas, una de las propuestas del hombre de Podemos, que ha prometido que siendo alcalde dignificará los alojamientos inmundos de 400 familias con sólo un 0,5% del presupuesto municipal. Aunque la investidura no es hasta el 13 de junio, actúa ya como alcalde, abre su cuaderno blanco de tapas duras, apunta el teléfono de su elector y le invita a la asamblea de esta tarde.
"¡Es impresionante!", dice feliz el candidato al comprobar el amplio espectro social de sus apoyos. Lo hace más notorio el hecho de que para atraer votantes de diferentes extractos e ideologías José María González no ha renunciado a su look, que algunos definirían como antisistema. Su jefe político, Pablo Iglesias, prescindió de su piercing, pero él -deportivas baratas, ropa vaquera hoy, aunque prefiere las camisetas- responde que no se quitará sus dos pendientes de aro plateados. No quiere disfrazarse de alcalde. Sería -piensa uno- como pedirle a Teófila que se rape su melena platino.
¿Quién es el hombre que se enorgullece en Twitter de culminar la diagonal ibérica del cambio municipal, con Ada Colau en Barcelona, Manuela Carmena en Madrid y él, al sur, en Cádiz?
Nació hace 39 años, el 22 de septiembre de 1975, dos meses antes de la muerte de Franco, en Rotterdam, Holanda, adonde sus padres, José María y Milagros, habían emigrado huyendo de la parálisis de la reconversión industrial en la Bahía. Él, soldador, trabajaba en los astilleros Bullock y ella en una fábrica de turbinas de barcos. En 1978 la familia regresó a su popular barrio gaditano de La Viña, en la parte antigua, donde José María sigue viviendo. Su padre trabajó en los astilleros de Cádiz y en obras de Singapur a Sudáfrica, hasta su jubilación anticipada por enfermedad de los pulmones, mientras la madre arañaba otro sueldo como limpiadora del hogar. Fue ella la que de chico le puso el mote de Kichi, derivación de Chiquitito, alterado adrede en Kichitito.

El liberado

Le gusta recordar que su hermana menor, Noelia, se fue en 2000 a Castellón para trabajar en los años del boom, como tantos gaditanos en paro, en la industria del azulejo de Villareal, de donde ya regresó. Él, en un caso tan común en la España salida de la Transición, progresó respecto a sus padres: se licenció en Geografía e Historia en Cádiz, especialidad de Historia Moderna y Contemporánea de España. Se hizo profesor de instituto. Entró de interino en 2003 y recorrió centros de todas las provincias andaluzas, excepto Huelva, hasta ganar la oposición y obtener plaza en Tabernas, Almería. No da clases desde que hace tres años su sindicato de enseñanza, Ustea, de izquierdas, lo liberó como delegado en Cádiz.
Podemos presume de llevar a las instituciones "gente normal" cual vírgenes de la res publica, pero González ya tiene muchos años encima de política, aunque fuese minoritaria y alternativa: en el partido Izquierda Anticapitalista, disuelto al integrarse en Podemos y al que no menciona; en el activismo social, como las movilizaciones por los astilleros o la Marea Verde por la educación pública, y en el sindicalismo.
Comulga con Iglesias y mamó de la Iglesia: la de la parroquia de la Divina Pastora de La Viña. "Mi primera toma de conciencia con los problemas ajenos fue en la parroquia, cuando los curas rojos criticaban el materialismo. Empecé como voluntario, acompañando en excursiones a jóvenes de la exclusión social. Un referente para mí es el padre José, que se levantaba a las cinco de la mañana para descargar cajas de pescado en el puerto para pagar la luz y el agua a las familias que no podían. Las huelgas del metal me vienen en el ADN. El olor a hierro lo tenía metido en mi casa", rememora reivindicando su origen proletario. El Kichi niño estudió en el colegio Murillo y la Secundaria en el instituto El Corralón, ya desaparecido, en cuyo solar se planea construir el Museo del Carnaval, obra que él -curioso caso de consenso- apoya. Se comprende, siendo él un carnavalero militante desde que a los 13 años entró en la chirigota y luego en la comparsa de Jesús Bienvenido. En ella ha sido vocalista hasta el carnaval de este año, donde llegaron a las semifinales bajo el nombre de Los Imprescindibles.
Enumera con ganas sus planes para Cádiz, por ejemplo, que deje de ser capital del paro (40%), impulsando con los otros municipios de la Bahía una renovación industrial basada en la economía verde.
En las elecciones andaluzas de marzo todos los focos, como se aprecia.
"Voy a ser el alcalde de la libreta, que esté todo el día en la calle escuchando a los vecinos", incluidos los que han votado al PP, anuncia siguiendo el tópico. Está a un paso de ser alcalde, un rojo en la cuna del liberalismo, pero necesita el voto del PSOE, cuya líder andaluza, Susana Díaz, requiere a su vez para ser investida como presidenta de la Junta el sí o la abstención del grupo parlamentario de Podemos, que dirige su novia.
Muchos sospechan que tras bloquear con sus condiciones anticorrupción y antidesahucios la investidura de Díaz desde las autonómicas del 20 de marzo, ahora Teresa Rodríguez y sus compañeros cederán en un intercambio de gobiernos y poder: la Junta para el PSOE a cambio de Podemos en la alcaldía de Cádiz.
Pero tanto el alcaldable como su compañera afirman, día tras día, que cualquier acuerdo se basará en los programas y que ellos no practican el "cambalache de cromos" que le reprochan a los viejos tahúres del bipartidismo. Tampoco aceptan el nepotismo, asegura a Crónica la mujer que plantó cara a Pablo Iglesias al frente del ala crítica de Podemos, mientras camina, este jueves 28 de mayo al mediodía, desde la acampada de los trabajadores de mantenimiento del hospital Macarena de Sevilla, que la han recibido como a una heroína, hasta el vecino Parlamento de Andalucía, casi vacío por el punto muerto institucional. Subraya que si su novio puede ser alcalde no es porque ella lo haya colocado, sino por méritos y popularidad propios. "Él era más conocido que yo en Cádiz, por los carnavales. Le han votado dos veces, en las primarias, con un 95% de los votos, y ahora", recuerda Rodríguez.

La filóloga

Su trayectoria ha corrido en paralelo a la de Kichi. Nació ya en democracia, el 18 de septiembre de 1981 (aún no ha cumplido 34), y se crió al otro lado de la Bahía de Cádiz, en Rota, donde sus padres, Teresa y Juan (como ella y su hermano mayor Juan, profesor en Sevilla) regentaban su perfumería Rodríguez, ya cerrada. Se licenció en Filología Hispánica en Cádiz y ejerció de profesora de instituto de Lengua y Literatura (tiene su plaza en Mijas, Málaga) hasta que la eligieron como liberada sindical de Ustea para la oficina gaditana. Allí coincidió con José María González, lo mismo que en Izquierda Anticapitalista, en la Marea Verde y en la fundación de Podemos, en Cádiz y a nivel estatal.
Calcula que lo conoció hace unos cuatro años, cuando las movilizaciones del 15-M. Entonces González estaba con otra mujer, con la que tiene dos niños de cinco y dos años. Y por este flanco de su vida privada es por donde parte de sus detractores en Cádiz le atacan, acusándole de ser un mal padre por abandonar a su familia para irse a vivir con Teresa cuando su mujer estaba embarazada. Es una acusación sucia y errónea. En realidad, responde Rodríguez con su habitual buen temple en el patio del Parlamento, González se separó y se fue con ella -están en un piso de alquiler en La Viña- a principios de 2014, antes de las elecciones europeas y meses después de que naciera su hijo pequeño, y no hay problemas con la antigua pareja ni reproche alguno como padre. Tanto es así, cuentan del lado del probable alcalde, que su ex, Aitana, le ayuda activamente en su candidatura a las Municipales, en la sección de finanzas. Y con eficacia, por cierto: les correspondía una subvención electoral por sus resultados de más de 12.000 euros pero la campaña sólo les costó 4.000, y han anunciado que dejarán en las arcas públicas la diferencia.
La próxima actuación de la comparsa la verá Kichi en febrero de 2016 desde el palco de autoridades, pues se ha retirado para ser sólo alcalde. Pasará de ser dardo a diana de las críticas, pero asegura que aprovechará "el altavoz del Carnaval" para tomar nota de las quejas ciudadanas, al contrario, dice, que Teófila, que "ha gobernado de espaldas a la gente y contra la gente". ¿Encajará las puyas cuando llegue esa hora? Como inofensivo aperitivo, el periodista le comenta que les han puesto Los Clinton de Cádiz. Él sonríe y dice que no ve el parecido puesto que están en contra de las familias políticas y otros enchufes y herencias de poder basados en la influencia del apellido o el amor. Son sólo portavoces de la asamblea, afirma. "Nosotros no tomamos decisiones en casa, ¡no somos un politburó!", rebate con guasa.
Mejor o peor, pero son un modelo muy distinto si se tiene en cuenta que los Clinton de EEUU han cobrado 25 millones de dólares por 100 discursos desde enero de 2014 y que los Rodríguez-González de Cádiz se han impuesto cobrar en política sólo los 1.730 euros de sus sueldos de profesores. Ella recibe 4.254,57 euros como portavoz parlamentaria y la diferencia, cual Evita Perón morena, la dona a causas sociales, como cuando era eurodiputada. También ha renunciado al coche del Parlamento que le corresponde como portavoz de grupo, y va y viene de Cádiz a Sevilla en el coche oficial de Renfe o de los autobuses de Comes. Quienes ven en Podemos una erupción populista, lo mismo encontrarán más apropiado llamarles los Perón de Cádiz. Pero al predicar con el ejemplo, a su paso se granjean adhesiones y votos.
Teresa Rodríguez, Tere para los suyos, declina la invitación para posar con su novio, con el que de todas formas no se oculta. Juntos votaron y celebraron el resultado del domingo, con beso en la boca incluido en la portada de un periódico local. Teme que les dañe su exposición mediática. No los menciona, pero ya pasaron por lo mismo Pablo Iglesias y Tania Sánchez. Sin embargo, con el tremendo potencial y recorrido político que tiene esta mujer, que se prepare: le esperan aún muchos años de fotos con Kichi. "¡Como máximo, ocho!", avisa ella. Como en la Casa Blanca, ése es el límite que se han marcado en sus cargos. Luego volverán a ser sólo profes, en el aula o el sindicato. Yes, they can? Palabra de Rodríguez. Palabra de González.

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