En Público asistimos con mucho interés al desarrollo de los acontecimientos en torno a la difusión por entregas de las conversaciones que la ministra de Justicia mantuvo en 2009 con otros comensales durante su etapa de fiscal de la Audiencia Nacional, copas mediante. La pandilla -eventual o no- de Dolores Delgado estaba formada por gente conocida y reconocida, como Baltasar Garzón, y otra no conocida pero tratada entonces con respeto cauteloso: dos miembros de la cúpula policial (Castaño El Gordo y Villarejo) cuyos cuestionables métodos, ya en 2009, eran bien conocidos, aunque compensaban esta oscuridad con una carga de poder e influencia desproporcionada para sus puestos y muy atractiva para todos los poderes.
Este irresistible imán del agente sin placa que sirve a la seguridad del Estado como bien supremo –el fin justifica los medios– ha servido a Villarejo para codearse con lo más granado de la política, la economía, la judicatura y el poder, en definitiva, de los últimos 40 años, desde los tiempos de la ETA más sangrienta hasta hoy. Hubo un tiempo en que Villarejo acudía al poder a ofrecer sus servicios; hay otro más cercano en el que el poder acude a Villarejo para pedírselos, pese a la popularidad de sus siniestros métodos, que van desde la advertencia displicente hasta la violencia física y, por supuesto, psicológica.
Los detalles de la sucia historia del emperador de las cloacas los hemos estado contando en Público y en el documental Las Cloacas de Interior en los últimos años y pese a la mucha indiferencia e intentos de callarnos de quienes ahora se rasgan las vestiduras con el “Maricón” de Delgado sobre Marlaska. No deja de tener gracia, en todo caso, la simpleza de la jugada de despiste vista desde aquí, con la perspectiva de tantos años de investigación: Villarejo marcando la agenda con cotilleos de barra de bar, tan españoles.
Porque la barra del bar Cloacas solo es la parte morbosa y el cutre colorín del meollo muy preocupante de esta crisis de Estado: Villarejo alternó durante décadas con poderosos muy conocidos y otros completamente desconocidos; los convocaba, agasajaba, invitaba…y grababa con la bendición de los gobiernos. De todos. Aquí hemos puesto nombre y apellidos a varios de esos/as convocados, agasajados y grabados. También a los cómplices de todo pelaje y oficio, que decidieron contratar los servicios del temido agente o ayudarle a ejecutarlos, por ejemplo, disfrazando falsedades de información y traficando con ella mientras V se hacía inmensamente rico… en dinero, información y poder.
Mentiras, manipulaciones y medias verdades
He seguido de cerca a Delgado por vía interpuesta. Garzón tiene razón: es una mujer con los ovarios bien puestos, si se me permite el dialecto machirulo. Valiente, comprometida, inteligente, brillante, locuaz y seductora. Para una mujer, ser así conlleva algunos riesgos que, me consta, han sido siempre indiferentes a la ministra, otro punto a su favor, pero que le han traído enemistades correosas y perseverantes en la carrera fiscal y alrededores. Hoy celebrarán -cómplices o no- la asfixia a la que Delgado está siendo sometida, sobre todo, por parte del PP.
El PP de Casado que (¡sorpresa!) también conocía y reconocía a Villarejo, hasta participar en, al menos, un encuentro con él y otro puñado de notables de todo gremio. A calzón quitado, según Villarejo.En un coloquio formal, según Casado, que ha publicitado a un despacho de abogados como coartada y solo ha conseguido enfadarlos por colarlos en semejante entuerto. Para muestra del esperpento, esta conversación que mantuve con el presidente del tal despacho y que da cuenta del nivel al que hemos llegado:
– (…)
– Le llamo porque el señor Casado me ha dicho que usted y yo hemos comido con Villarejo, pero le juro que yo a usted no la conozco de nada y…
– No se preocupe, yo a usted tampoco… En realidad, parece que el señor Casado le confunde a usted con el empresario que aparece en las grabaciones de Público y que se llama como usted. Él sí es amigo de Villarejo y nos ha contado con todo detalle cómo organizaban las distendidas comidas a las que iba gente poderosa e influyente… o que podía llegar a serlo según el criterio del comisario. También el sucesor de Rajoy.
– Ah, menos mal… Porque yo a ese señor Villarejo tampoco lo conozco de nada y figúrese usted ahora que vengan a mezclarnos con él con la que está cayendo y sin implicación alguna por nuestra parte.
– En absoluto, siga tranquilo. Parece que el señor Casado confunde fechas y es probable que reuniones…
– (…)
Un esperpento.
Fernández Díaz EFE
Fernández Díaz EFE
Sorprende que el PP de Casado y de Fernández Díaz no afine más su puntería y sus integrantes se dediquen a enredar como niños en un patio de colegio; sorprende, digo, que no afinara como pretendían que hiciera la Fiscalía con los informes falsos sobre Podemos o los independentistas catalanes, en la etapa del ministro del Interior grabado en su despacho (hoy responsable de Interior y Libertades del Partido Popular, un macabro chiste) Agradecemos en todo caso -aunque ahora trate de afinar la versión inicial que nos dio- que Casado confirmara a Público su encuentro con Villarejo y que esto corroborara a su vez nuestras numerosas informaciones sobre la penetración del comisario en todos los niveles de este Estado enfermo. Éste es, en definitiva, el meollo del asunto que hoy se ahoga en cervezas y en medio del griterío de la barra del bar Cloacas.
Habrá más
Pablo Iglesias es coherente al pedir la dimisión de Delgado a Sánchez: Podemos ha sufrido en sus carnes a las cloacas de Villarejo y, en este caso, de Fernández Díaz prácticamente desde que accedió a las instituciones en las europeas de 2014. Con mentiras desmontadas en los tribunales, informes falsos, photoshops mal montados, campañas desde Interior,… Todo lo que se diga es poco. Solo el independentismo catalán y Podemos han sufrido un ensañamiento semejante desde el Estado, pero a Casado ni se le asoma el rubor al rostro al pedir la dimisión de Delgado. 
¿Es la dimisión de Delgado la solución? ¿Y la de Casado, de quien de momento no han trascendido grabaciones? En absoluto, saldrán más episodios del bar Cloacas, pueden estar seguros. La única diferencia entre los dos políticos es que Delgado mintió negando a Villarejo (grave y muy torpe) y Casado fue sincero (ahora con la boca pequeña). Que Delgado o Casado se vieran con Villarejo es grave por Villarejo y por quienes le consistieron todo poniendo al Estado a su servicio y provecho, incluidas las leyes y hasta las normas básicas de convivencia y respeto a este país y su gente.
Lo grave no es la lengua suelta de una fiscal en una comida; lo grave es que Villarejo haya llegado hasta donde llegó, a todas partes, gracias a gobiernos (todos) entregados a una presunta eficacia del comisario para resolver asuntos turbios y molestos que, encima, nadie ha podido demostrar nunca, aunque sea para rebajarse la vergüenza que debería colorear demasiadas caras.
Tan rocosas.