miércoles, 25 de febrero de 2015

Teresa Rodríguez en su laberinto

ANTONIO AVENDAÑO / .
La candidata de Podemos a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Teresa Rodríguez. // FLICKR/PRENSA PODEMOSLa candidata de Podemos a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Teresa Rodríguez. // FLICKR/PRENSA PODEMOS
La candidata a presidenta de la Junta de Andalucía Teresa Rodríguez (Rota, 1981; licenciada en Filología Árabe por la Universidad de Sevilla) no tiene pinta de candidata a presidenta de la Junta de Andalucía, pero eso es justamente lo que una parte del electorado estaba deseando desde hace mucho tiempo: candidatos que no tengan pinta de candidatos, políticos que no parezcan los políticos.
De hecho, una de las señas de identidad de Podemos es ‘Nosotros no somos como ellos’. Lo malo es que en campaña electoral no se puede no ser como ellos. Las elecciones son el deporte rey de la política, el que atrae todas las miradas y todas las pasiones y, como todos los deportes, tiene sus reglas escritas y no escritas, que conviene conocer.
Teresa Rodríguez acaba de llegar al juego y se ha visto obligada a aprender sus reglas a toda velocidad. Acaba de llegar no, naturalmente, al juego de la política, en el que lleva dando tralla mucho tiempo, sino al juego de las elecciones, que, dentro del juego general de la política, es un disciplina de alta competición donde, además de estar muy bien entrenado, lo más importante no sería tanto no hacer trampas como que no te vean hacerlas.
LA POLÍTICA, EL PERIODISMO Y LA VERDAD
La primera regla que Rodríguez está conociendo durante esta primera gran campaña electoral de su carrera es que en política no puede decirse toda la verdad, aunque es muy importante que todo lo que uno diga sea verdad. La regla pertenece a la política, pero también al periodismo, lo que ocurre es que éste juega con ventaja puesto que es el encargado de juzgar quién dice la verdad y quién no en la plaza pública, de manera que cuando tiene que juzgarse a sí mismo el muy cuco tiende inevitablemente hacia la indulgencia, mientras que cuando tiene que juzgar a los políticos tiende desahogadamente hacia la intransigencia.
La candidata de Podemos está aprendiendo que los periodistas son unos jugadores muy particulares. De hecho, ya se ha llevado alguna que otra sorpresa –desagradable, por supuesto– cuando, tras conceder por ejemplo alguna entrevista o participar en algún encuentro privado con la prensa, se ha encontrado al día siguiente con titulares que jamás se habría esperado de sí misma, y no tanto porque fueran mentira como porque no eran del todo verdad. La segunda regla que está aprendiendo Teresa Rodríguez es que, cuando te sucede eso con un periódico, no hay ninguna instancia ante la cual reclamar. Y si la hubiera, mejor no apelar a ella porque esa nueva instancia sería, naturalmente, otro periódico.
ARIADNA, TESEO Y EL MINOTAURO
Las elecciones andaluzas son un laberinto donde todos los candidatos hacen sucesivamente o incluso al mismo tiempo de Teseo, de Ariadna y del Minotauro, aunque a su vez todos crean, todos necesiten creer que el Minotauro son los otros, pues sin esa fe un poco tosca y bastante maniquea no es posible luchar con determinación en unas elecciones.
Teresa Rodríguez es la primera vez que se adentra en ese entramado de encrucijadas y deberá, por tanto, andarse con cuidado: hay en él innumerables galerías y callejones que no llevan a ninguna parte y que los otros candidatos conocen bien. Es su ventaja.
Ella tendrá que aprender los trucos del laberinto y no va a serle fácil. Hasta ahora Rodríguez ha combatido siempre en campo abierto: movimientos sociales, manifestaciones, desahucios, protestas, corralas, asambleas…, lugares comprometidos pero sin recovecos ni maquinaciones, batallas importantes pero sin añagazas tácticas ni complicaciones estratégicas. Rodríguez, como tantos otros nombres de Podemos, ha luchado hasta ahora como fuerza de choque, como infantería de primera línea. Esta vez le toca una tarea más ardua, menos épica: pensar, decidir, planear, calcular, ocultar…
TERESA RODRÍGUEZ Y LAS ABUELAS
Aun así, la ventaja electoral de Teresa Rodríguez en comparación con Pablo Iglesias que es ella no asusta a las abuelas. O no tiene cara de asustarlas. Pero eso es porque las abuelas no suelen leer la Wikipedia, porque si lo hicieran y acudieran a la entrada ‘Izquierda Anticapitalista’, el partido del que proviene Rodríguez, leerían esto: “Organización política que se define como revolucionaria, anticapitalista, internacionalista, feminista y socialista, asumiendo el marxismo en un sentido abierto, plural y crítico”. Así que, abuelas del mundo, ojito con Teresa ‘Cara de Plata’.
Pongan lo que pongan luego los periódicos y digan lo que digan los argumentarios del partido, es obvio que en sus entrevistas y actos de campaña la candidata andaluza ha prescindido del vocabulario clásico de su antiguo partido, hoy disuelto para integrarse en Podemos. Es evidente, además, que si lo utilizara asustaría a alguien más que a las abuelas y entonces puede que adiós votos, adiós cambio y adiós Podemos.
¿Significa eso que Rodríguez miente desde que está en campaña? En absoluto, significa sencillamente que hace política. Y no política en el mal sentido de la palabra, sino en el bueno, puede que no en el mejor, pero sí en el bueno. ¿Por qué? Pues porque no hay política posible sin estrategia ni hay estrategia eficaz sin ocultación.
PODEMOS Y LA PUREZA
Podemos todavía no ha concretado su programa electoral para las autonómicas andaluzas, pero está en ello. No es probable, sin embargo, que su batería de propuestas, por muy imaginativas que sean, atraiga nuevos votos: gran parte de la gente que ya apoya a Podemos no lo hace porque sus propuestas sean mejores o se diferencien muchísimo de las de otros partidos de izquierdas.
Los apoya porque comparados con los demás partidos son otra cosa, del mismo modo que el 15-M comparado con la política era otra cosa. Puede que cuando les toque administrar la sucia realidad empiecen a ser la misma cosa que los demás, quién sabe. Desde luego, eso es lo que esperan ansiosamente los demás: los impuros necesitan que los puros dejen de serlo cuanto antes para sentirse ellos mismos menos impuros.
El problema venidero para Podemos es que la política es, por definición, el reino de la impureza: y mejor para todos, por cierto, que lo sea, pues cuando pretende ser lo contrario se troca sin remedio en fanatismo. Al fin y al cabo, un fanático es alguien que cree que todos los demás son Minotauros. Imposible hacerle comprender que el monstruo es él.
DECIR, HACER, TAL VEZ INFLUIR
La hora de la realidad llegará cuando se constituya el Parlamento y la diputada roteña encabece un grupo parlamentario que algunos sondeos cifran, quizás con demasiadas alegrías, hasta en una veintena de diputados. En realidad, la campaña electoral será un juego de niños comparado con lo que vendrá después. Mientras la campaña consiste en decir cosas, el Parlamento consiste en hacerlas si los escaños que se tiene son determinantes. Y los de Podemos parece que van a serlo.
Pero la realidad no consistirá solo en bregar con los adversarios, sino también con los de casa. Podemos ha compuesto sus candidaturas a toda velocidad y eso tiene el riesgo de acabar conformando un grupo parlamentario insuficientemente cohesionado. También en eso pueden ser distintos a sus adversarios, pero pronto sabrán que, al menos ahí, cuanto menos distintos mejor.
Aunque finalmente filóloga y profesora, Teresa Rodríguez ha confesado alguna vez que, espoleada por la indignación de la guerra de Irak, quiso estudiar Periodismo y ser corresponsal de guerra. Visto lo visto y metida de lleno en una campaña tan trascendental como la del 22-M, ciertamente no le habría venido mal estudiar Periodismo. Por lo de ir a la guerra, que no se preocupe: ya está en ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario