Pedro y Susana, líneas divergentes
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Sólo el 2,6% de los españoles consideran que la independencia
de Cataluña es el gran problema, pero para la presidenta y el secretario
general es el gran asunto que les separa
El PSOE andaluz anda dividido en tres bandos: los susanistas, que son mayoritarios, ampliamente mayoritarios; los pedristas,
minoritarios, pero no insignificantes, y los observadores, los cascos
azules que apaciguan pero nunca ganan guerras y que, en este caso,
dejaron de creer en Susana Díaz como líder y de confiar en ella como
gestora, pero que a la vez están descontentos con las "cosas" de Pedro
Sánchez: en especial, con su ideario de la España plurinacional. Son
estos últimos los que opinan que el 13º congreso del PSOE andaluz, el de
la semana pasada, fue un fracaso para el partido, "hecho para dentro,
no para el resto de la sociedad", porque constató que Susana Díaz y
Pedro Sánchez caminan por líneas divergentes sin puntos de conexión.
Ahora es la cuestión territorial lo que les separa,
pero la realidad del PSOE no se entenderá si no se acepta que el
principal problema que distancia al secretario general de la presidenta
de la Junta es personal, la ambición de ambos por liderar al partido.
Ésa es la almendra de la situación, todo lo demás son coartadas más o
menos coherentes. Por momentos, si alguien sin conocimiento histórico
hubiera escuchado los discursos del congreso, las apelaciones épicas al
28 de Febrero, las críticas veladas a Pedro Sánchez y abiertas a la
plurinacionalidad y los cánticos enfrentados del Himno de Andalucía y de
La Internacional, hubiera concluido que la aventura autonómica
de Andalucía la protagonizó un PSOE andaluz en contra de otro federal y
no contra un Gobierno de la UCD.
La bandera de los dos PSOE de hoy es la territorial. Y se
presentan como agua y aceite. No deja de ser un hecho paradójico. A
pesar de la gravedad del desafío independentista catalán, la gran
mayoría de los españoles no lo entiende como el primer problema del
país, quizás hayan descontado que el 1 de octubre será como otro 9 de
noviembre, un simulacro de consulta. El último sondeo del CIS, conocido
el viernes, indica que sólo el 2,6% de los consultados citan este asunto
como el primer problema. Y sólo un 1,1% admite que le afecta de modo
personal, pero casi todos ellos son independentistas.
Pedro Sánchez y Susana Díaz caminan por líneas
divergentes, sus trayectorias se separan cada día más después de haber
confluido, y chocado, en la intersección de las primarias. Ambos piensan
en sus elecciones, y las estrategias que han planificado son distintas.
Sánchez ha escogido la misma que le funcionó bien a Rodríguez Zapatero:
giro a la izquierda y abrazo al catalanismo. Ya sabemos como terminó
esto último, pero ZP logró ganar dos elecciones generales. El último
sondeo del CIS certifica que la estrategia de Pedro Sánchez funciona. El
efecto de su elección en un sondeo ha sido mayor que el que tuvo
Zapatero en el congreso donde ganó a Bono y el que Rubalcaba consiguió
al vencer a Chacón. Está a cuatro puntos de un PP que no rentabiliza la
mejoría de la economía y suma con Podemos (45,2%) más que los populares
con Ciudadanos (43,3%). Además, gana en intención directa de voto y es
el más valorado. Muerto en dos ocasiones, está otra vez en condiciones
de competir. Posiblemente, en España no habrá elecciones hasta finales
de 2019, pero Pedro Sánchez piensa ahora en las inmediatas, que serán
las autonómicas catalanas. Tras el fracaso del referéndum del 1 de
octubre, Puigdemont se verá obligado a convocarlas, y la deriva
catalanista de Sánchez acabará beneficiando al PSC. Y en eso está, el
secretario general se va a tomar unas merecidas vacaciones después de su
segunda transmutación, dos veces Lázaro.
La presidenta pasará por unas elecciones antes que
Pedro Sánchez. Debe convocarlas a mediados de 2019, y entiende que la
bandera del andalucismo es una buena estrategia para competir. En su
partido sostienen que el mejor aliado con el que cuenta es el candidato
del PP, Juanma Moreno. Sostienen que no termina de cuajar como líder de
referencia ni de hacerse con su partido, pasa sin pena ni gloria ante la
mayor crisis política que ha sufrido la presidenta de la Junta: perder
en su propia casa. Pero estas elecciones no están ni mucho menos
decidida, quedan dos años y Ciudadanos y Podemos seguirán siendo
decisivos. Tras las primarias, Susana Díaz cambió algunos consejeros y
dejó intacta su ejecutiva en el PSOE. Y como si nada.
En el socialismo andaluz siguen en el aparato de funcionarios corruptos de la segunda fila de los ERE
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