Descubierto en Cádiz el mayor puerto púnico del Mediterráneo
Arqueólogos encuentran un gran asentamiento de tres hectáreas junto a la ciudad fenicia de Doña Blanca, gracias a un georradar
Los últimos rayos de sol tiñen de dorado el pasto de
la finca ganadera de Miguel y Manuel Lavi. Las vacas no pierden de vista
a un invitado desconocido. Al remolque de una ranchera conducida por el
profesor de Historia Antigua de la Universidad de Cádiz Lázaro
Lagóstena, un novedoso georradar escanea el subsuelo en profundidades de
hasta cuatro metros. Aunque los terrenos lindan con el yacimiento
fenicio de Doña Blanca, situado en El Puerto de Santa María (Cádiz), a
simple vista no hay indicios de vestigios en la zona. De repente, el
ordenador del georradar comienza a dibujar la retícula de lo que parecen
calles y edificios. Lagóstena y su equipo acaban de confirmar lo que ya
sabían: bajo esas tierras fértiles se esconde el desconocido puerto
púnico de Doña Blanca, “el más extenso y mejor conservado del
Mediterráneo”, como apostilla el profesor.
No es la primera vez que Lagóstena, coordinador de la
Unidad de Geodetección de la universidad, visita la zona con su
georradar. En la primavera de 2016 ya acudió a ese punto, ubicado en la
falda de la Sierra de San Cristóbal y cercano al antiguo cauce del río
Guadalete, para probar y entrenar su equipo de arqueología no invasiva.
Exploró superficies no excavadas, pero sí documentadas del yacimiento.
De paso, escaneó cinco hectáreas en los terrenos de los hermanos Lavi,
inexploradas arqueológicamente y sin protección alguna, pero donde el
conservador del museo de El Puerto Juan José López Amador ya teorizó, en
2008, sobre la posible existencia de estructuras enterradas. Sin
embargo, la sorpresa fue mayúscula hasta para el propio Amador. La
geofísica permitió averiguar la presencia de un gran asentamiento de 250
metros de largo, 125 de ancho; un perímetro de 700 metros y tres
hectáreas aproximadas de superficie. Las estructuras comienzan a
aparecer a 50 centímetros de profundidad y alcanzan hasta los 1,80
metros.
“Interpretamos que es el espacio portuario de la
ciudad fenicia y púnica”, explica Lagóstena mientras escanea de nuevo,
en los últimos días de julio, algunos puntos del terreno que se quedaron
por analizar en la anterior campaña. Los hallazgos dejan poco lugar a
la duda. Con sus pasadas de dos metros de ancho, el georradar dibuja una
amplia e intrincada trama urbanística. “Se identifican diversos
edificios con probable funcionalidad portuaria como almacenes, espacios
productivos o edificios religiosos”, añade. A eso se suman estructuras
como calles y espacios abiertos que permiten plantear “la hipótesis de
su identificación con el área portuaria de la ciudad del Castillo de
Doña Blanca durante el período púnico-cartaginés" (siglos V-III a.C.).
Tanto Lagóstena, como el profesor José Antonio Ruiz
Gil, del área de Prehistoria de la Universidad, tienen claro que el
espacio, de una única fase constructiva, se puede asociar a la etapa
púnica, ya que presenta una trama “de tipo ortogonal o hipodámica”. “De
clara influencia helenística muestra características urbanas conocidas
en el Mediterráneo Central (Sicilia y Magna Grecia), sin olvidar sus
similitudes con el barrio portuario de Cartago”, añade el coordinador de
la Unidad de Geodetección.
La importancia del hallazgo es mayúscula y no solo
porque hasta ahora se pensaba que la ciudad fenicia de Doña Blanca era
una ciudad portuaria en sí, en lugar de una ciudad con puerto anexo,
como se ha descubierto ahora. “La amplia extensión del yacimiento, su
buena conservación, y su poca afección por construcciones de épocas
posteriores, convierten este espacio portuario probablemente en el más
extenso y mejor conservado de los conocidos para la antigüedad púnica en
toda la cuenca mediterránea”, añade Lagóstena con rotundidad. De hecho,
el doctor da un paso más y afirma que la trama urbana descubierta
denota que se encuentran ante “uno de los puertos más importantes de la
época”. La infraestructura denota el destacado peso en el comercio
marítimo que todavía seguía teniendo la ciudad de origen fenicio, del
siglo VIII a. C., durante su etapa púnica.
Todo lo conocido hasta el momento ha sido posible
gracias al georradar y el posterior estudio de las imágenes registradas,
sin realizar excavación alguna ni estudio de material arqueológico.
Ahora, Lagóstena y Ruiz Gil, junto a investigadores y doctorandos de su
equipo, preparan un análisis detallado del hallazgo, con la idea de
presentarlo a la comunidad científica a través de artículos en diversas
publicaciones.
El nuevo hallazgo confirma el destacado peso del
yacimiento de Doña Blanca para comprender la presencia de los fenicios
en el sur español. En litoral gaditano están documentados hasta tres
núcleos de asentamiento fenicios: Cádiz, el yacimiento del Castillo de
Chiclana de la Frontera y la propia Doña Blanca, ubicada donde antes se
encontraba la desembocadura del Guadalete. De ellas, la última es la más
destacada, dada su extensión excavada y su buen estado de conservación.
Todo ello cuando hasta ahora se creía que solo había salido a la luz un
5% (unos 8.500 metros cuadrados) de la ciudad. Sin embargo, este
descubrimiento confirmaría que la urbe tiene un tamaño mucho mayor de lo
estimado y una historia oculta que depara muchos más secretos por
explorar
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