jueves, 31 de agosto de 2017

NI EL TIRO DEL FINAL TE VA A SERVIR

Susana Díaz está enfadada

Otra vez le están pidiendo dimisiones, otra vez la están acusando de asfixiar la sanidad andaluza, otra vez la hacen responsable de una pésima gestión

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

El más perverso de los psicópatas no hubiera ideado una escena de terror como la que a mediados de agosto sucedió en el hospital de Valme, en la localidad sevillana de Dos Hermanas. Una mujer de 25 años acababa de dar a luz cuando, al trasladarla desde el quirófano a la habitación, se cierran las puertas del ascensor en el que la estaban introduciendo, el celador intenta desesperadamente liberar la camilla, pero comienza a ascender hacia otra planta y aplasta la cabeza de la pobre parturienta con el dintel del techo.
Como la sanidad andaluza es, desde hace tiempo, un caldero en ebullición, no habían pasado ni 24 horas cuando comenzaron a oírse las primeras protestas que relacionaban el accidente con los recortes de la Junta de Andalucía. Para colmo, como suele ocurrir en estos casos, en los que la autoridad se empeña torpemente en ocultar o sesgar la información, pillaron en una mentira a los responsables de Salud cuando afirmaron que no existían denuncias previas sobre el funcionamiento de aquellos ascensores y resulta que se habían presentado hasta cinco quejas.
En definitiva, que la espantosa tragedia del hospital de Valme, con independencia de que guarde relación o no con los recortes, ya forma parte del memorial de agravio de los andaluces con la sanidad, que ha sido hasta ahora el peor dolor de cabeza de la presidenta Susana Díaz. Ciertamente, puede ser injusto, pero es inevitable. Para colmo, fue allí, en aquel mismo hospital de Valme, donde la presidenta dio a luz a su hijo, con todas las atenciones del equipo médico, con lo que los críticos acaban redondeando su relato contra la gestión de la sanidad pública andaluza.
Cuando todo ocurrió, Susana Díaz estaba de vacaciones,y no movio el culo de la playa, y al regresar ha sido lo primero que le ha estallado en la agenda. Quizá pensaba la presidenta que había logrado aplacar las protestas cuando, acorralada por la ‘marea blanca’, empezó a sacrificar cabezas y a suavizar recortes sanitarios, pero ya ha podido comprobar que no es así. Otra vez le están pidiendo dimisiones, otra vez la están acusando de asfixiar la sanidad andaluza, otra vez la hacen responsable de una pésima gestión. Y otra vez la acusan de no decir la verdad y de intentar engañar a los ciudadanos, como con la reforma sanitaria de Granada; por eso se va a movilizar otra vez en otoño el médico que lo desató todo, el ‘doctor Spiriman’. En suma, no hay peor forma de volver al trabajo que la de encontrarse, nada más llegar, que un terrible accidente reactiva todas las protestas políticas y ciudadanas y relega a la irrelevancia todo lo que se tuviera programado.
Lo explica todo con la existencia de una oscura trama de intereses políticos que intenta apropiarse del negocio de la sanidad de una forma “ruin”
Entre los que conocen y han trabajado con Susana Díaz es corriente escuchar algunas referencias al fuerte carácter de la presidenta cuando se ve contrariada por alguna cuestión que no logra controlar. El problema es que, cuando eso sucede, el malhumor acaba nublando el entendimiento, como si creciera por dentro una corriente de ira que desemboca en prepotencia y soberbia. Es lo que le pasa a Susana Díaz cada vez que le preguntan por la sanidad pública y es lo que le ha vuelto a pasar: acaba explicándolo todo, visiblemente enfadada, con la existencia de una oscura trama de intereses políticos que intenta apropiarse del negocio de la sanidad de una forma “ruin y mezquina”.
“¡Ya está bien de querer manipular la información!”, acabó estallando hace unos días cuando los periodistas, en su primera rueda de prensa tras las vacaciones, le preguntaron por la tragedia del hospital de Valme, por las nuevas protestas de la sanidad y por la controversia de las ‘puertas giratorias’ de los cargos públicos que cesan en un puesto por inoperancia, como los de la sanidad andaluza, y acaban recalando en otro puesto igual o mayor de otros departamentos.
¿Por qué es torpe y equivocada esa estrategia? Además de lo reseñado, el enfado convertido en prepotencia es una equivocación porque lo primero que debe aprender un político es a diferenciar entre las polémicas que surgen entre la clase política y las que nacen en la calle. Entre políticos, las cosas se pueden resolver de esa forma, con un intercambio de descalificaciones gruesas, o con la formulación de una teoría de la conspiración, pero para rebatir a los ciudadanos o, en este caso, a los profesionales de la sanidad andaluza, esa salida solo consigue agravar más el malestar existente.
Un ejemplo reciente: desde que Spiriman se decidió a denunciar públicamente los recortes de la sanidad andaluza, otros profesionales han seguido su ejemplo con lo que, de forma periódica, una de esas grabaciones irrumpe en las redes. Como a principios de agosto, el médico que, exhausto en medio de una jornada de trabajo, detallaba su rutina diaria: tenía que atender a sus pacientes, más los de un compañero que estaba de baja y no lo sustituían, más los de otro médico que se jubiló y tampoco cubrieron su plaza, más los de un doctor más que estaba de vacaciones. Si a ese médico, o a los cientos o miles de profesionales o pacientes que son testigos de esa realidad, la única respuesta que les llega es que “lo que hay de fondo es un ataque brutal a la sanidad pública, donde se mueven 10.000 millones”, es normal que se desesperen todavía más.
Lo primero que debe aprender un político es a diferenciar entre las polémicas que surgen entre la clase política y las que nacen en la calle
‘Encima de explotado y mal pagado, apaleado’, pensarán esos médicos cuando oyen hablar a la presidenta de la sanidad andaluza. Pero Susana Díaz es así, cuando se ve contrariada, se la llevan los demonios y estalla de enfado, como si quisiera resolverlo todo de un puñetazo en la mesa. De modo que seguirá impertérrita en esta sucesión de equivocaciones con la sanidad andaluza que siempre agravan el problema. Mal acabó el curso político, con el batacazo de las primarias en el PSOE, y mal ha empezado el nuevo, con otra crecida de la ‘marea blanca’. Como para pensar que lleva un tiempo que nada le sale bien a la estrella que un día apareció en el firmamento de la corrupcion sociata.

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