Sobre el 'buenismo', el 'malismo' y los atentados
Me temo que los ingenuos son quienes piensan que el 'malismo' resolverá esta sociopatía
En el día de ayer Pedro Ingelmo,
periodista de este medio, me dedicaba unas palabras por haber criticado
en Twitter el día anterior que dos noticias aparecieran juntas en las
páginas de este medio centenario. Una hablaba en el titular de que
"Cádiz está en las quinielas" para sufrir un atentado terrorista y luego
continúa diciendo que sí pero no, que puede ser aquí o en cualquier
parte. En la misma doble página una segunda noticia que completa el
mosaico titulaba sobre el "aumento de la población musulmana en la
provincia". Eso en el titular para después decir que como son suníes,
son moderados, y que están muy bien integrados, que deberían tener
profesores de religión islámica como los católicos. En primero de
Periodismo te enseñan que una noticia no es estrictamente lo que empieza
con el titular y termina con el último párrafo. El periódico habla más
en horizontal que en vertical porque es un todo en sí mismo. La crítica,
estimado Pedro, no iba a ti. Supongo que un diario es un producto
colectivo donde varias personas toman decisiones de forma jerarquizada
sobre cómo se desarrolla cada información y qué va en cada lugar. Por
eso era al medio al que señalaba en el tuit diciendo simplemente que
"relacionar alarma terrorista con un supuesto aumento de la población
musulmana" era islamofobia. Aquí matizo, más que ser islamofóbica en sí
-no creo que usted lo sea ni su medio tampoco- esa práctica activa el
ciclo: amenaza-indefensión-miedo-odio-fobia. Soy feminista desde que
tengo conciencia política y sin embargo a veces me descubro teniendo
actitudes y comportamientos machistas, reproductores de desigualdad. En
este caso no creo que su intención o la de su medio fueran sembrar
islamofobia, más bien puede que persiguieran relevancia informativa,
atraer al lector con algo que está en la mente de todos. Pero que se
relacionan ambas cosas y que el mensaje al pasar la página sea: 1.
Estamos en las quinielas del terrorismo islámico y 2. Islamismo que
aumenta en nuestra provincia. Es nítido.
Hecho el
análisis de información en horizontal, entramos en lo vertical. La
relación del titular con su propia noticia. En ella, estimado Ingelmo,
parece que hay dos 'Ingelmos' escribiendo. Uno lleva en el titular la
inminente amenaza terrorista a Cádiz y el otro matiza con cuidado esa
amenaza, comentando que no somos especialmente un punto caliente para
sufrir un atentado. Un 'Ingelmo' lleva al titular que hay "medio millar
de más de alumnos musulmanes en colegios e institutos de la provincia" y
el otro comenta que la cifra de aumento entre 2012 y 2017 es de 300
alumnos más. Es obvia la intención de inflar la cifra porque de 300 a
500 hay un buen trecho. Una práctica habitual que no está bien. Por otro
lado los datos son relativos. Teniendo en cuenta los datos oficiales la
población extranjera procedente de países musulmanes no ha aumentado
sino que ha disminuido en los últimos 10 años. Desde el comienzo de la
crisis la inmigración extranjera ha descendido ampliamente para aumentar
al mismo ritmo que la emigración gaditana, andaluza y española en la
que es la segunda oleada migratoria más importante de los últimos 30
años.
No obstante, mientras haya un solo terrorista en la
provincia ya tenemos un problema. Lejos de las grandes operaciones
financiadas, este terrorismo consiste en que una persona o grupo de
personas toma una furgoneta de alquiler y un cuchillo y se lía a
asesinar arbitrariamente a personas inocentes. Solo uno bastaría. En su
respuesta a mi tuit, señor Ingelmo, hace referencia a algo que sí merece
una reflexión profunda, algo que ha corrido en redes como la pólvora,
la alusión al 'buenismo' de los españoles frente al terrorismo, a una
especie de ingenua dejación de funciones que ha provocado
irresponsablemente un problema que de practicar el 'malismo' no
existiría. Pues bien, sin entrar en valoraciones éticas pese a la raíz
de ambos neologismos, el 'malismo' ha sido la práctica habitual de
occidente con el mundo árabe. Si nos incluimos en la OTAN, de la que
formamos parte, y contamos a Estados Unidos entre nuestros aliados, el
'malismo' ha sido una costumbre. 'Malismo' al invadir países y financiar
a grupos terroristas como la propia Hilary Clinton reconoció respecto
al ISIS, todo con un tufillo imperialista clásico en la voluntad de
controlar geoestratégicamente regiones ricas en petróleo y gas, el
'malismo' al financiarnos con el comercio de armas con dictaduras de
Oriente Próximo, el 'malismo' practicando detenciones preventivas desde
hace más de quince años de personas musulmanas o árabes. Hay quien
piensa con un simplismo apabullante que cerrando la frontera y
expulsando a todos los árabes estaremos a salvo. Pues bien, muchos de
los terroristas de los últimos atentados son europeos, de segunda e
incluso de tercera generación, nacidos aquí, educados aquí, señalados
como diferentes, como 'moros' pero sin otra patria que la piel de toro.
¿Vamos a pasar la prueba de la pureza de sangre?, ¿vamos a recuperar
este deporte tan nacional de la Inquisición? Dicen que con nuevas
técnicas se puede ver en el ADN la mezcla étnica de uno, ¿te imaginas?,
lo mismo más de uno acabamos también en un tren blindado hacia el
Estrecho.
Me temo que los ingenuos son quienes piensan
que el 'malismo' va a resolver esta sociopatía. No ha funcionado en los
últimos 20 años porque no es efectivo, por lo que la solución no parece
ser exclusivamente securitaria y quizá tenga más que ver con eliminar
las razones por las que un chaval de 20 años quiera inmolarse aduciendo
razones de ofensa permanente de su pueblo y su cultura.
Para
terminar, Pedro Ingelmo, no te lo tomes a lo personal, me dices que con
una llamada hubiera bastado, que te pongo "a los pies de los caballos
de las redes sociales". Estimado Pedro, la prensa es un poder, como el
Parlamento o el Gobierno, y si alguien en ese contexto de discurso
público emite una opinión, parece lógico que otro alguien pueda
criticar, opinar o dar la razón. Cuando lo hacen conmigo, intento
aprender, cuestionarme, mejorar. Pero trato de no sentirme personalmente
ofendida. Son 'gajes del oficio'. No te enfades, hombre.