domingo, 13 de julio de 2014

Roche, otro verano de alto voltaje

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Situada frente a los acantilados de Conil, la urbanización de Roche nació en la década de los 60 y comenzó a construirse en los 70 como un espacio privilegiado por su enclave y por las prestaciones que se prometían en un residencial de chalés independientes, sólo disponibles para economías solventes. El lugar sigue manteniendo esa imagen de zona privilegiada, donde se suceden las viviendas más o menos exclusivas en su laberinto interno de calles. Pero en los últimos veranos no está siendo noticia por su intensa actividad social. El residencial conileño es el escenario de una pugna soterrada entre propietarios que aflora en las juntas que se convocan en las últimas semanas de agosto. Las dos anteriores fueron impugnadas y son materia de procedimientos judiciales. En la del año pasado hubo hasta intervención de la Guardia Civil. En los próximos días se espera una nueva convocatoria en la que se prevén cambios significativos. El actual presidente de la junta de propietarios, José Ramón Marina, ha anunciado que no se va a presentar a la reelección de un cargo que ostenta desde el año 2009. Así también se lo ha confirmado a este periódico cuando ha sido preguntado. Asegura que está «desmoralizado y cansado» por el tratamiento judicial que está recibiendo la urbanización: «Algo pasa con la Justicia en Roche».
Marina ha sido condenado al pago de una multa de 120 euros por una falta continuada de coacciones. Fue denunciado por un grupo de vecinos que vieron impedido el acceso a la reunión de propietarios de hace un año. «Si tengo encomendada la dirección de esas juntas y sólo puse unas normas de organización interna, de cómo deben celebrarse, no entiendo por qué he sido condenado». La sentencia dictada por el juzgado nº 5 de Chiclana confirma la decisión adoptada previamente por el juzgado de paz de Conil y concluye que el presidente impuso unas normas ilegales a los comuneros para poder entrar en la reunión y ejercer su derecho de voz y voto. Ésa fue la Junta en la que tuvo que mediar la Guardia Civil ante la situación de crispación.
Pero ésa no es la única sentencia en contra que ha recibido recientemente. La Audiencia Provincial ha desestimado la reivindicación de los elementos comunes que la junta de propietarios reclama a las dos constructoras que ejecutaron el proyecto de urbanización en la década de los 70 en la dehesa de Roche. Una demanda que puso al frente de su lista de objetivos cuando se presentó a la presidencia hace cinco años y que ha sido rechazada en primera y segunda instancia.
Para situarse en este conflicto, hay que partir de las dimensiones de este residencial, que por vecinos e ingresos que genera a través de las cuotas de comunidad y el arrendamiento de algunos de sus espacios, podría asemejarse a un pueblo. Pero es una urbanización enclavada en el municipio de Conil con cuyo Gobierno local las relaciones no son fluidas. Este residencial se costea servicios básicos como la limpieza de las calles o la depuración de aguas y hay un grupo de vecinos que reclaman el mismo tratamiento que cualquier barrio de la localidad; otros abogan por un convenio que regule esta prestación de servicios. El residencial tiene 1.500 propietarios y mueve unos ingresos anuales de un millón y medio. Añada a estos números varios pleitos judiciales que mantiene enfrentados a varios de sus residentes y podrá aproximarse a la situación de tensión que reina en las juntas de propietarios de Roche. En la próxima se puede vivir el relevo del actual equipo directivo; lo que invita a presagiar un clima de alto voltaje.
Desde la asociación de vecinos, que aglutina a los dueños más críticos con la gestión de José Ramón Marina, confirman que están trabajando para que se presente un candidato de perfil sosegado y alejado de las actuales disputas, «pero resulta muy complicado. Nadie se quiere presentar si enfrente tienen a los actuales gestores. Están consiguiendo que la gente se canse y prefiera que Roche se hunda». Tampoco se creen que Marina cumpla con lo anunciado: «ya lo ha hecho en anteriores ocasiones y al final se ha presentado».
Altos costes judiciales
La lista de quejas que esgrime este grupo es larga: pésimo mantenimiento de las zonas comunes, vías sin asfaltar hace años, una depuradora que funciona a medio gas y que ha propiciado una multa de la Administración por vertidos y el roto económico que ha generado la batalla judicial por la propiedad de unos 40.000 metros cuadrados donde se ubican espacios como las piscinas o el club social. Aseguran que este peregrinaje judicial, que se ha saldado con derrotas, le ha costado a la urbanización 500.000 euros, «a lo que hay que sumar otros pleitos iniciados por el presidente», que elevarían, según sus cifras, a los 600.000 euros el coste de las batallas de Roche en los tribunales.
Por su parte, el equipo directivo remitió las cuentas anuales del último ejercicio la pasada primavera. Un balance que ocupa 119 páginas, más anexos, redactadas en español e inglés. Las cifras que presenta Marina defienden un equilibrio entre inversión, gastos y presupuestos. El balance, que parece el resumen de explotación de una sociedad mercantil por la complejidad de sus cifras, defiende que: «se ha permitido administrar un presupuesto sin subir la cuota anual. Esto es control del gasto y así podemos comunicar que hemos obtenido un beneficio modesto. No es nuestro objetivo el beneficio, ya que la correcta ejecución de un presupuesto es cerrar a cero, pero sirva este dato para callar a quienes los falsean».
Esta última manifestación está extraída de la memoria financiera de la urbanización en la que el presidente de los propietarios defiende su gestión y hace continuas menciones a un grupo opositor; lo que evidencia el estado de crispación que reina en lo que se considera, desde la mirada de un visitante, un remanso de paz.
Pero las cuentas que defiende el presidente de la Junta tampoco concitan el consenso. En la asociación de vecinos sostienen que esos datos «están maquillados porque se incluyen como activos bienes que no son propiedad de la urbanización. Hay varios economistas que las han revisado y han detectado errores claros». Además de falsear cuentas, acusan a Marina de manipular votos en las juntas y adoptar decisiones sin el respaldo de los propietarios.
Zonas comunes sin uso
Este periódico visitó hace dos días el residencial para ver el estado de conservación de la urbanización. Y esa falta de entendimiento entre vecinos queda patente en los espacios comunes que están cerrados como las piscinas o el club gastronómico. Si bien este último tuvo que echar la baraja por orden del Ayuntamiento que acordó dar una licencia para la apertura de un club social y no para un bar donde se podían servir comidas. Hoy en las puertas del negocio se puede leer una iniciativa de recogidas de firmas a través de la plataforma change.org para conseguir la reapertura del negocio. Desde la oposición a Marina se le responsabiliza de «las pésimas relaciones con el Consistorio, que impiden acuerdos que redunden en la comunidad».
El estado de deterioro del recinto de las piscinas por la falta de actividad, los desperfectos en el acerado de algunas calles y el abandono de las parcelas sin construir, contrasta con el cuidado de los inmuebles y jardines privados que son responsabilidad de sus dueños o de las principales vías que vertebran la comunidad que presentan un mantenimiento óptimo.
Cuando atendió a este medio, Marina explicó que tras el último varapalo judicial de la Audiencia, estaba valorando si convocar una junta extraordinaria que decida si mantener vivo el pleito y elevarlo al Supremo. «Aún a día de hoy no sé cuál es la propuesta de este grupo minoritario de propietarios sobre qué quieren hacer con unos espacios como las piscinas, el club social o la capilla que deben ser propiedad de todos». El presidente es además muy crítico con la Justicia y así lo ha manifestado a sus vecinos, cuando comunicó el resultado de la sentencia y se lamentó de «interferencias» en el procedimiento judicial. «Más de un año esperando una resolución para que la Audiencia dicte una sentencia que es un copia y pega de la anterior. Por respeto podrían haberla trabajado más».
Al otro lado no quieren oír ni hablar de seguir pleiteando y acusan al presidente de haber recurrido ante la Audiencia sin el acuerdo de la junta de propietarios. «Ya han dejado claro y así lo recoge el Plan General de Conil que son espacios de dotación pública. Esos lugares deben ser aprovechados por la comunidad a través de un acuerdo con las constructoras o con el ayuntamiento, pero lo que no tiene sentido es que se siga una lucha judicial estéril y costosa y que los vecinos no dispongan de esos servicios».
Sólo hay consenso entre ambas partes en un punto: a ninguno le gusta ver cómo una de las urbanizaciones privilegiadas de la provincia es noticia por sus conflictos internos. Las escopetas están cargadas para la próxima reunión. Es de desear que las aguas no se desborden.

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