“No son modelo de nada, incluso pueden ser verdaderos imbéciles,
con comportamientos en sus mensajes patanes y primarios, interesados
por el fútbol, la pertenencia al grupo y mantener relaciones sexuales
con muchas mujeres. Pero también son buenos hijos”. Parte de la
estrategia de Agustín Martínez Becerra, uno de los abogados de los
cinco acusados por la presunta violación en grupo de una joven en los
sanfermines de 2016 –él representa a tres de ellos–, fue la de basar los
minutos finales de sus conclusiones en empatizar y humanizar a unos
“imbéciles”, amigos de sus amigos, que se buscan la vida como pueden.
Unos chavales con “conversaciones privadas de patanes” pero que,
fíjense, quieren a sus madres, y posiblemente hasta echaran una mano en el ámbito familiar. He aquí la variación hecha alegato defensor del Señoras que dicen en la tele que su vecino asesino siempre saludaba.
O del “hombres, ya sabes…” que se dice, desde siempre y encogiendo los
hombros, para exonerar a todo un género por el mero hecho de serlo.
Porque es mucho más digno perdonar a un pobre idiota que a un violador."
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