España pochada
Cuando sigue oliendo a podrido en la cocina
“Mariano Rajoy Brey es
un hijo de puta con complejos, que quiere superar a Franco en la
presidencia del Gobierno”. Dicho así, por Ignacio González, da mucho
miedo. Sentarse a ver pasar los cadáveres en esta guerra sucia y oír
cómo se describen entre ellos es de todo menos como ha declarado Rajoy a
la prensa alemana: “Hubo corrupción en mi partido, pero son cosas del
siglo pasado”.
Da miedo, más que nada, porque
gobiernan España. Para ser del siglo pasado, sorprende que, en un solo
día, procesen al partido del Gobierno y a su tesorera, indaguen en el
Parlamento por el apunte “M. Rajoy” en una contabilidad corrupta, el
juez de Púnica señale movimientos contables opacos en tiempos de
Esperanza Aguirre, sepamos que ese mismo gobierno autonómico hacía
extraños pagos a la empresa de escrutinios electorales Indra, conozcamos
más detalles del pago de mordidas al PP o salgan a la luz nuevas
escuchas del caso Lezo con conversaciones un tanto mafiosillas…
Hay una tendencia instalada. Se dirige hace tiempo
contra los periodistas que “solo contamos cosas malas”. En palabras de
Rajoy, es el “martilleo constante”. Claro que, no hace falta tirar de
martillo, cuando semejante oleada de noticias corruptas proporciona
clavos suficientes para hacer de la corrupción una cruz. Es aún más un
calvario para la ciudadanía que todavía se molesta si le roban la
cartera. Para el periodismo, mirar hacia otro lado sería incluso
cómplice.
Para un analista llegado de Marte, que se
pusiera a analizar la calidad democrática de las naciones europeas, le
daría para levitar un rato, dándose un rulo con el platillo volante,
acumulando novedades de Gürtel, Púnica, Lezo, pasando los años,
esperando condenas y sin un pez gordo en la cárcel. “Solo piensan en
ellos”, dice Ignacio González, alias “Jaime Liberal”, el de la pulsera
rojigualda y los millones en Colombia. “Me dijo Aznar que hables con el
ministro de Justicia para asegurar el puesto de fiscal jefe de la
Audiencia Nacional”, le exhorta Zaplana.
Con estas
gravitaciones, no es raro que “El Bigotes” le diga al juez que no le
moleste, porque estaba pochando huevos y tiene que irse. Pensarán que le
echa morro o que es un caradura. No se extrañen tanto, porque al
presidente y a la vicepresidenta les han preguntado en el Congreso por
la corrupción y su repuesta ha sido que Podemos y el PSOE van peor en
las encuestas. Eso debe de ser lo importante. Ni una disculpa, ni una
explicación. España pochada: sartén por el mango.
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