Desconcierto andaluz
Al contrario que en 1977 y 1980, no hay una posición común en la izquierda andaluza sobre cómo afrontar el debate terrtorial
Los diputados del
Parlamento andaluz vivieron este jueves como en una montaña rusa la
situación de Catalunya, no más alta ni con menos curvas que la de un
tertuliano de televisión en directo. Por la mañana, leyeron los
periódicos en papel que decían que Carles Puigdemont
iba a proclamar la declaración unilateral de independencia. Pesimismo
total. A media mañana, los digitales informaban de que no, que su
decisión firme era convocar elecciones autonómicas antes de que el
Senado apruebe la intervención de la Generalitat de Catalunya, lo que
provocó felicitaciones por anticipado al PSC por su mediación. A las
13.30, la bolsa subía con el mero anuncio y la prima de riesgo bajaba.
Luego se atrasó una hora, más tarde se suspendió sin hora y finalmente
el presidente catalán compareció sobre las cinco y media de la tarde
para decir que no convocaba y dejaba la decisión en manos del Parlament.
Tras su breve aparición, el desconcierto se adueñó de la mayoría de los
diputados andaluces que este jueves asistían al pleno del Parlamento
autónomo. Muchos siguieron a través de sus móviles el sí, el no, el ya
empieza, no se atrasa, ahora sí. Tras oír a Puigdemont, la perplejidad
inundó la sede parlamentaria. La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, contestó en la sesión de control a su portavoz, Mario Jiménez,
sobre el modelo territorial antes de que Puigdemont hablara.
Normalmente, las interpelaciones de Jiménez a Díaz son del tipo me
alegro de que me haga esa pregunta, pero esta vez no, porque a esa hora,
la una de la tarde, nadie sabía nada. Tampoco Puigdemont.
Díaz, como todos, daba por bueno en ese momento que el
presidente catalán convocaría elecciones y defendió que antes de hacerlo
tenía que "restituir el orden constitucional y la legalidad". Es decir,
aunque esto no lo dijo, arrumbar las leyes de desconexión aprobadas y
suspendidas por el Tribunal Constitucional los pasados 6 y 7 de
septiembre.
La presidenta de la Junta no vio en
directo la intervención de Puigdemont, porque en ese momento estaba
reunida en el palacio de San Telmo con el presidente del Tribunal
Constitucional, Juan José González Rivas,
según fuentes del Gobierno. Después se trasladó a la sede del Parlamento
para participar en las votaciones. Le aconsejaron no hacer valoraciones
sobre una declaración que los suyos calificaron de "aparatosamente
grotesca".
Tampoco la líder de Podemos, Teresa Rodríguez,
escuchó en directo a Puigdemont. Estaba en su despacho en la Cámara
andaluza atendiendo a una entrevista de estudiantes de periodismo. El
presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, lo vio junto con su secretaria general, Loles López, y la portavoz popular, Carmen Crespo. Juan Marín, de Ciudadanos, lo vio en su despacho con un grupo de diputados. Antonio Maíllo, coordinador de IU, lo escuchó desde el gabinete de prensa de su grupo. Desconcierto era la palabra más repetida.
Más allá de la foto temporal de este jueves, parece claro que el papel
de Andalucía en el conflicto territorial es por ahora ninguno. Al
contrario de lo que ocurrió en 1977, con las manifestaciones del 4 de
diciembre, y el 28 de febrero de 1980, con el referédum de acceso al
autogobierno por la vía rápida, no hay unanimidad en los partidos, sobre
todo de izquierda, sobre cómo afrontar esta situación.
Podemos e Izquierda Unida rechazan la independencia de Catalunya, pero
apoyan un referéndum pactado y legal. PSOE, PP y Ciudadanos se sitúan
juntos en la posición contraria. Destacados intelectuales abogan en una
manifiesto por el diálogo, donde reclaman "si fuera necesaria" la vía de
la mediación para acordar "un referéndum con todas las garantías
democráticas". El 4 de diciembre próximo, fecha del 40 aniversario de
las grandes manifestaciones autonomistas, no habrá convocatoria
unitaria. IU y Podemos han convocado una marcha en Málaga y el PSOE
festejará la efeméride por su cuenta en un acto aún por concretar.
Tampoco el PSOE andaluz juega ningún papel en estos momentos, como en
otras ocasiones. La desconfianza entre Ferraz y San Vicente sigue
intacta, pese a la labor de mediación que exdirigentes socialistas están
intentando ejercer entre Pedro Sánchez y Susana Díaz, lo cual indica que no hay nadie del entorno de la presidenta haciendo este trabajo.
Susana ya lo dijo,solo quiero "moro muerto",alanceado.
Prueba de la falta de unanimidad entre los partidos andaluces sobre el
papel de Andalucía fue el debate este jueves a la hora de comer de una
proposición no de ley del Partido Popular en apoyo de la Policía
Nacional y de la Guardia Civil desplazada a Catalunya y que contó con el
apoyo del PSOE y Ciudadanos. Las fuerzas de seguridad, según la popular
Carmen Crespo, actuaron el pasado 1 de octubre "con proporcionalidad" y
achacó las cargas policiales acreditadas por los medios de comunicación
a causas exógenas, casi extraterrestres. "Si no fuera porque las
metieron en un avispero, esas imágenes no hubieran salido a la luz",
dijo.
En ese debate, cada grupo tiró de la manta
hacia su esquinita. IU sacó a relucir la corrupción que rodea al PP.
Ciudadanos, las precarias condiciones de los policías desplazados.
Podemos, la violencia de las cargas y el supuesto acoso sexual por parte
de los agentes a las manifestantes, un hecho negado por Crespo y que
Begoña Gutiérrez, la líder de Podemos de Sevilla, rebatió del siguiente
modo: "¿Cómo sabe usted que un policía no le cogió el culo a una
manifestante?". El PSOE arremetió contra Podemos por tener tantos
discursos como círculos (agrupaciones). Y el PP también cargó contra el
PSOE "porque Zapatero le puso la alfombra roja al Estatuto de
Catalunya".
Así que el desafío independentista en
Andalucía no sólo genera rechazo y desconcierto, si no que también se va
a utilizar en el ring electoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario