"La Díaz" frente a 'Pulgarcito'
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Sánchez parece tener siete vidas, pero el 'establishment' del PSOE se ha unido para decirle: "Hasta aquí has llegado"
Con
motivo de la Eurocopa de 2016, el director del Instituto Francés de
España, Nicolas Kassianides, escribió una columna en el diario El País
contando que la selección de Islandia se había convertido en la
sorpresa de la primera fase del torneo. Decía Kassianides que en toda
competición nos encontramos siempre con lo que los franceses denominan
un Petit Poucet, un Pulgarcito. Un equipo, o un deportista, que
contradice todos los pronósticos y logra increíbles hazañas, elevándose a
la altura de sus adversarios a pesar de su inferioridad. La expresión
viene del cuento de Charles Perrault, no el de los hermanos Grimm. La
historia del niño más pequeño de siete hermanos que encuentra siempre
los recursos para escapar de todos los peligros.
Pedro Sánchez, el ex secretario general del PSOE, se ha convertido en el Petit Poucet
de las primarias socialistas. Dado por muerto en varias ocasiones y con
escasos apoyos orgánicos, Sánchez ha logrado que su particular cruzada
contra el establishment del PSOE siga, todavía, con vida, a
pesar del ninguneo de muchos y sus continuos cambios de rumbo. Como
contaba Kassianides de Islandia, la aparición de un Petit Poucet
resulta siempre muy atractivo para los aficionados. O para los
militantes, en el caso de un partido político. Ellos representan la
lucha del débil contra el fuerte. De David contra Goliat. Y si a ello se
añade que ese equipo o ese líder cayeron en la anterior competición por
un penalti en el último minuto, hay una cierta tendencia natural a
estar de su lado.
La última vez que ocurrió en España una gesta histórica con un Petit Poucet fue
en la Copa del Rey del año 1996 y su protagonista fue el Numancia. El
equipo de Soria, con un estadio de nombre tan maravilloso como Los
Pajaritos, liquidó en la competición a la Real Sociedad, luego al Racing
de Santander y después al Sporting de Gijón. Y así llegó hasta cuartos
de final, donde le tocó el Barcelona. Para ese día, media España era del
Numancia y la otra mitad terminó de serlo cuando el Barcelona no pudo
más que empatar el encuentro de ida en Los Pajaritos. El modesto
Numancia acudió al partido de vuelta en el Camp Nou con una plantilla de
jugadores que ni siquiera llevaban rotulados sus nombres en las
camisetas y con un entrenador, por entonces, absolutamente desconocido
que se llamaba Lotina. Para sorpresa de todos, el Numancia se adelantó
con un gol de Barbarin. En ese preciso momento, todo el mundo amaba ya a
los Pulgarcitos de Soria.
Como la realidad no es la que se escribe en los
cuentos, los jugadores del Barcelona debieron decir algo así como "hasta
aquí hemos llegado" y remontaron el partido y la eliminatoria. El
entrenador puso a su equipo de gala y tiró de todo lo que tenía para
poder ganarle a un equipo de segunda que se le había encaramado a la
chepa. Algo parecido debieron pensar en el PSOE en la presentación de la
candidatura de Susana Díaz a la secretaria general el pasado domingo en
Madrid: "Hasta aquí hemos llegado con Pedro Sánchez". Y Díaz llevó a la
capital de España a una nutridísima representación de todo el poder
orgánico de este partido. De un lado, los titulares de la actual
plantilla -presidentes de comunidades autónomas, secretarios generales,
alcaldes, cargos públicos…-. De otro, una representación de todos los
veteranos que un día jugaron en el primer equipo -ex presidentes, ex
ministros, ex secretarios generales, amigos de ahora y anteriores
enemigos íntimos.
Los que entienden de cómo funciona el PSOE dicen que
al igual que ocurrió con el Numancia en la Copa del Rey del 1996 o con
Islandia en la Eurocopa de 2016, sucederá con Pedro Sánchez en las
primarias de 2017. Una cosa es la simpatía que despierta el débil y
otra, bien distinta, la posición que tiene cada uno cuando Pulgarcito se
enfrenta contra tu propio equipo. Y eso es lo que muchos creen en el
PSOE, que la victoria de Sánchez puede conllevar la salida inmediata de
más de la mitad de la actual plantilla. Y eso son ya palabras mayores.
Además, a favor del fuerte siempre juega la propia estructura de la
competición, que está concebida de forma que hace difícil la sorpresa.
Con todo, en la política, como en el fútbol, siempre
hay espacio para la proeza. Y mientras quedan minutos, hay partido.
Aunque la mayoría están convencidos de la victoria de Susana Díaz, en la
grada se vive con preocupación la marcha del juego. Por eso, sin que se
haya iniciado todavía oficialmente la competición, ya hay dirigentes
que viven este proceso como sufrió el Barcelona aquel histórico primer
gol del Numancia en el Camp Nou. Un jugador local sacó de banda, la
cogió Veldia, se la encontró su compañero Alfonso, que se la pasó a
Barbarin. Este último recortó a Busquets y tiró a puerta por debajo de
Ferrer. El balón entró llorando en la portería. Desde ese momento y
hasta la remontada final fue un partido de infarto para los culés.
Exactamente igual a como lo están siendo las primarias para el
establishment del PSOE desde que decidieron que Sánchez, como Le Petit Poucet de Perrault, era el culpable de todos los males que le afligen a este partido.
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