sábado, 27 de septiembre de 2014

LAS HIJAS DE....

La hija del banquero y la hija del fontanero

Susana Díaz y Ana Patricia Botín.Susana Díaz y Ana Patricia Botín.
 
¿Cuál de las dos manda más, ella o Ella? ¿Y a quién corresponde en propiedad la mayúscula inicial? ¿A Susana Díaz, presidenta de Andalucía, o a Ana Patricia Botín, presidenta del Santander? ¿A Susana o a Anapé? ¿A la política o al dinero?
La presidenta firmó un buen acuerdo con Botín padre, recientemente fallecido, y su sucesora, naturalmente, lo ha ratificado. ¿Habrá más convenios en el futuro? Dependerá de cómo evolucione el balance del Santander, desde luego, pero también y mucho de cuánta química personal haya entre la hija del fontanero y la hija del banquero. ¿Se puede rastrear esa química o la falta de ella en la fotografía oficial del encuentro? No es fácil. Ambas son buenas profesionales y conocen bien el oficio de sonreír. La sonrisa de Díaz parece algo más cálida; la de Botín no es que no lo sea, pero la disciplinada rigidez de los hombros le resta autenticidad: alguna desventaja tenía que tener ser rico y jugar al golf desde la cuna.
De niñas jamás habrían coincidido para fotografiarse juntas. Triana queda muy lejos de Santander, y la hija de un fontanero de la de un banquero, no digamos. Pero la edad adulta las ha reunido en esta foto democrática de la que –todavía– no sabemos si es solo una foto o será algo más.
Lo sabremos cuando sepamos quién necesita más a quién, si Susana a Anapé o Anapé a Susana, aunque, para no meterse en líos con el feminismo vigilante, la pregunta debería formularse de esta forma menos masculina y confianzuda: ¿quién necesita más a quién, la política al dinero o el dinero a la política? La política, más habladora, contestaría que lo que ella necesita son votos más que dinero, mientras que el dinero, por su parte, se limitaría a guardar silencio.
El dinero nunca ha necesitado revelar sus intenciones, entre otras cosas porque todo el mundo las conoce perfectamente, mientras que la política necesita estar revelándolas a todas horas, entre otras cosas para camuflar su impotencia a la hora de cumplirlas.
Por razones como esas están, en realidad, ambas en esa foto. La presidenta Díaz necesita dinero para atender a los pobres que la votan y la presidenta Botín necesita la política para serenar a los ricos que, a su manera, también la votan.
Pero que nadie se engañe, y menos aún la hija del fontanero, con estas bellas fotos. Un rico siempre será un rico. Un rico que se dedique a la banca se debe a los suyos, que por definición también son ricos, mientras que un pobre que se dedique a la política se debe a los pobres, y ay de él –oh, José Luis Rodríguez Zapatero– si deja de hacerlo, y ‘ay de él’ más todavía si deja de hacerlo obligado por los ricos.
Ambas, Susana Díaz y Ana Patricia Botín, hijas de sus padres pero hijas también de si mismas, saben que las cosas son así, no se engañan, pero el hecho de engañarse no resta mérito a la foto ni autenticidad a las sonrisas, más bien todo lo contrario.
Y además, qué diablos, aunque un banquero rico siempre será un banquero rico y un político pobre será casi siempre un político pobre, tampoco pasa nada porque se hagan fotos juntos y hasta favores los unos a los otros. Ahora bien: ¡ni se les ocurra jugar juntos al golf! Para ciertas cosas los pobres, siempre tan resentidos, somos muy nuestros. Quedas advertida, Susana Díaz Pacheco.

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