domingo, 18 de noviembre de 2018

CON CUALQUIER RESULTADO SIEMPRE PIERDEN JUANMA Y SUZY

Todo puede cambiar el 2 de diciembre


JORGE ARÉVALO

Porque, efectivamente, las cosas pueden cambiar. Como cambiaron en las últimas elecciones andaluzas, celebradas en marzo de 2015, las primeras en las que irrumpieron Podemos y Ciudadanos. En aquella campaña electoral, Pedro Sánchez le dijo en Almería a Susana Díaz en un acto lleno de tensión emocional: «Susana, tú en San Telmo y yo en La Moncloa». Esa predicción del secretario general socialista, que resultaba por entonces casi esotérica, ha acabado por cumplirse. Ella está en San Telmo, él en La Moncloa. Así que los dos dirigentes socialistas que con más saña se han combatido en los últimos años, ahora se presentan juntos porque los objetivos partidarios son un sólido pegamento. Tras una derrota contra pronóstico y humillante en las primarias frente a Sánchez, Díaz se refugió en Andalucía -donde el PSOE ha logrado identificarse con la comunidad prácticamente de la misma forma que los nacionalistas en otras comunidades históricas- y el día 2 tendrá la oportunidad de sacarse aquella espina. A diferencia del PP a nivel nacional, la corrupción que ha golpeado al PSOE andaluz no le ha hecho perder la condición de partido más votado.


La victoria de Díaz que auguran todos los sondeos será interpretada por Pedro Sánchez como una auténtica cuestión de confianza para él y su Gobierno, azotados por la inestabilidad y otras tormentas seis meses después de tomar posesión tras desbancar a Mariano Rajoy a través de una moción de censura. Los andaluces son los primeros españoles que van a pronunciarse en las urnas acerca de esa moción de censura, que tanto PP como Ciudadanos consideran poco legítima por el respaldo de los partidos independentistas. Las cosas van a cambiar para Susana Díaz también, ya que en el horizonte -no alcanza la mayoría para gobernar en ningún sondeo- se dibuja la necesidad de entenderse con Podemos. Una novedad sin duda para la líder socialista andaluza, que ha gobernado casi cuatro años con el apoyo parlamentario de Ciudadanos, y en combate permanente con la dirigente de Podemos, Teresa Rodríguez. El PSOE andaluz se hermanará de esta forma con el PSOE nacional, que gobierna España en alianza con Pablo Iglesias. Las elecciones andaluzas podrían ser un respiro también para Podemos, cuyo papel en la política española ha experimentado un giro notable. Ya no se trata de asaltar nada, sino de ser el socio leal de un Gobierno socialista.


Las cosas cambiarán también para los partidos que aspiran a acabar con 40 años de hegemonía socialista en Andalucía. Aunque lleva sólo cuatro meses en el cargo, la hora de la verdad ha sonado muy pronto para el nuevo presidente del PP, Pablo Casado. Quizá demasiado pronto. Asumiendo él mismo que habrá un antes y un después del 2-D, Casado ha decidido presentarse a las elecciones andaluzas. Dejando al candidato autonómico, Juanma Moreno, en un segundo plano, el líder del PP se ha trasladado a vivir a Andalucía en campaña electoral. A razón de seis actos diarios. Sea poner velas a la Virgen, pasear por un mercado o dar mítines en los que intenta convencer a los andaluces de que Susana Díaz y Pedro Sánchez son siameses y están unidos por una colaboración indigna con los independentistas y enemigos de España. Casado y el candidato Moreno mantienen el tipo ante las calamidades que se pronostican para el PP en estas andaluzas. Desde un sorpasso de Ciudadanos a la irrupción de Vox en el Parlamento. Esto último sería una auténtica tragedia. Los voluntariosos dirigentes del PP -qué remedio- se apuntan al milagro de que sus votos sumados a los de Ciudadanos permitan desbancar del Gobierno a Susana Díaz. A favor de Pablo Casado juegan las expectativas. Las bajas expectativas en este caso. Si el PP queda por delante de Ciudadanos, aun perdiendo votos y escaños, casi podrá ser celebrado por la nueva dirección del partido como una victoria. La corriente de pánico que hace tres años recorría al PSOE ante el empuje de Podemos es idéntica a la que ahora aqueja al PP ante las posibilidades de ser desbancado de la segunda plaza por Ciudadanos.
Las expectativas vienen a ser la clave también del futuro de Ciudadanos en la política española después del 2-D. A diferencia del PP, las expectativas de Albert Rivera son altas. De tal forma que si esta formación no logra situarse por delante del PP en votos y escaños, el resultado bien podría interpretarse como un fracaso, por mucho que Ciudadanos avance en el Parlamento andaluz. Tanto el PP como el PSOE han situado a Ciudadanos como la pieza a batir en la campaña. Mientras que en los mítines del PP Rivera es un cómplice del PSOE, en los del PSOE Rivera es un apéndice del PP.

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