Susana Díaz vuelve a casa,humillada,derrotada,oliendo a cadáver político...una trepa fracasada
Después de su clara derrota frente a Pedro Sánchez, Susana Díaz
vuelve a casa. A sus colegios, sus hospitales y sus dependientes; a sus
parados y sus autónomos. A "mi gente", como suele decir. A compartir
coca-colas con los periodistas andaluces, que saben perfectamente lo que
significa en boca de la dirigente socialista "voy a arrimar el hombro" y
"me voy a dejar la piel".
Durante muchos meses, ha
dedicado toda su energía a debilitar a su secretario general primero, y a
sustituirlo después, sin éxito alguno a tenor de los resultados en las
emocionantes y espectaculares primarias socialistas. Díaz dice que ha
vuelto al trabajo para el que la eligieron los andaluces en marzo de
2015. "Ahora toca centrarse en Andalucía", le ha dicho a los 47
diputados del grupo parlamentario socialista quienes, como ella, han
estado volcados -unos menos, otros más y alguno mucho más- a la
conquista de Ferraz.
Desde que Manuel Chaves
dimitiera como presidente de la Junta en 2009, el PSOE de Andalucía ha
estado más dedicado a su gente que a la gente. Chaves cedió el testigo a
José Antonio Griñán y este a su vez a
Susana Díaz. Desde 2008, tres elecciones, tres presidentes andaluces,
cinco debates de investidura, nuevos gobiernos, crisis de gobierno,
altas y bajas de altos cargos y congresos extraordinarios y también muy
ordinarios del PSOE andaluz. Y dos presidentes de la Junta en el
baquillo de los acusados por los ERE.
Las luchas por
el poder en el PSOE no sólo afectan a este partido. En el caso de
Andalucía, como se ha comprobado en estos meses, congelan la actividad
del Gobierno y ralentizan la Administración. Sólo así se explica la
tardanza y la falta de reflejos del Gobierno andaluz ante el deterioro
de la sanidad andaluza, algo fácil de verificar si se acude al médico de
cabecera para comenzar la empinada y larga cuesta del acceso al
especialista. Y los consejeros de Susana Díaz han estado durante meses
de mannequin challenge, una vez que comprendieron el significado real de la frase "voy a arrimar el hombro por Pedro".
En un Gobierno tan presidencialista, los miembros del Ejecutivo
autónomo optaron por la pose estatuaria para evitar el calor de los
focos, aunque también los ha habido que se zambulleron en el delfinario
de la sucesión al que ya le están vaciando el agua. En las etapas en las
que el PSOE está en sus cosas, el nerviosismo se adueña de los altos
cargos porque no saben si los cambios les beneficiarán. También
propician actitudes repugnantes como la de un cargo intermedio de una
consejería que vía whatsapp envió una foto del mitin de Susana Díaz en
el Muelle de las Delicias con el mensaje "estoy pasando lista".
Desde que la presidenta de la Junta decidiera, tres meses después de
ser elegido secretario general, plantar cara a Pedro Sánchez, el PSOE
andaluz ha perdido audición. Los socialistas andaluces en general y sus
secretarios de Organización en particular (y Díaz lo ha sido desde
chica), tienen o tenían una habilidad: un finísimo oído para detectar y
anticiparse a los problemas, como un indio apache sabe si vienen
caballos o carretas al pegar el oído a tierra.
Los
electores andaluces nunca han querido, desde 1982, prescindir del PSOE.
Pero varias veces (1994, 2012 y 2015) le han dicho que cada vez lo
quieren menos. El PSOE acaba de cumplir 35 años al frente del Gobierno
de Andalucía. ¿Cómo es posible?, preguntan algunos.
Ahí van tres posibles causas: la dependencia de los andaluces del
Presupuesto regional, la incomparecencia del contrario o como dijo
Felipe González en un mitin en Chiclana, "porque la oposición es mala de
cojones", pero también, la gestión al frente de la Junta de Andalucía.
La gente, no "mi gente".
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