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Partido andaluz, con oficina en Madrid, en grave riesgo
Salvador Giménez
El CIS, de la ronda de la Moncloa a la masacre de París
Con su encuesta preelectoral, el CIS ha impuesto definitivamente la aritmética sobre la que pivotará el 20-D y lo ha hecho con un buen trabajo elaborado a principios de noviembre, después de la ronda de encuentros de Rajoy con los demás candidatos en La Moncloa, la resolución independentista del Parlament de Catalunya y la masacre yihadista de París. Esta estimación es coherente con el resto de estudios demoscópicos con las mismas fechas de campo. El CIS es un instituto serio, muy serio y, puestos a cocinar, aún se hubiera podido permitir el lujo de situar al PP en el 30% y al PSOE por debajo del 20%, pero no lo ha hecho. Lo bueno que tiene el CIS es que cuelga en la red las tripas de la encuesta, que siendo de 17.452 entrevistas, es como tener el mejor alimento fresco para elaborar el mejor plato, pero además es una medida de control para los estimadores del CIS. Esta vez, como muchas otras y no como en Catalunya, el CIS impone la aritmética electoral y hace inverosímil y excéntrica la única encuesta que vaticina un triple empate.
Rajoy tiene el seis doble
El PP está en el entorno de los 7 millones de votos, con los más mayores a rueda y eso es mucho. Rajoy es su candidato ideal. ¿Que no participa en los debates? Perfecto. A los más mayores les parece bien porque lo dice el presidente del Gobierno, que para eso manda y no se le discute. ¿Que visita a Bertín? Pues también, aunque el presentador tenga una casa que no la tiene el elector medio. ¿Que juega al dominó? Pues como debe ser en la España más rural, en esa España Anterior. Sólo le falta decir, como hace la presidenta andaluza, que el toreo es cultura y se acabó, porque los españoles, además de muchos, somos así. Con 7 millones, el PP gana las primas de las circunscripciones blindadas y eso le dará el caballo de ventaja que necesita para ganar en línea de meta y situarse en los 120 diputados. ¿Fracaso? Pues sí y no, muy a lo Rajoy, pero es él quien puede ser investido y no otros, por mucho que ahora empiecen las estratagemas de campaña, que si Rivera apoyará a Soraya, que si Podemos y el PSOE apoyaran a Rivera… Rajoy sabe que, en última instancia, Ciudadanos le dejará gobernar como a Cifuentes o Susana Díaz, porque Rivera sabe que será una legislatura corta pero necesaria para ser presidente en las siguientes elecciones.
Partido andaluz con oficina en Madrid, en grave riesgo
El CIS ha descabalgado al PSOE y sus tablas los sitúan por debajo de los 5 millones, haciendo la goma y con grave riesgo de pájara en este último puerto. Nos dice también que el PSOE se ha convertido, definitivamente, en un partido andaluz con una oficina en Madrid. De momento, el oficinista es Pedro Sánchez, pero como Susana Díaz ya ha filtrado que con menos de 100 diputados habrá dimisión, pues que vaya el joven madrileño preparándose para abandonar la oficina, con un mayor finiquito que le daría la actual reforma laboral. ¿Y por qué? Porque el antaño PSOE, que siempre fue un partido de alma andaluza, será cuarto en Madrid, Barcelona, Valencia, etc., y se verá reconcentrado y reducido a Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. Enric Juliana habla del Partido del Sur. Viene a ser lo mismo. Sánchez se quedó sin campaña tras la ronda de La Moncloa, se abrazó al viejo orden del 78, sacrificó Catalunyaa y nos quiere hacer creer que, en España, el eje izquierda-derecha domina el negocio de los votos, cuando esto ya no explica la contienda actual. Sánchez corre el riesgo de pájara: quedarse en el 18% y darle un barniz PASOK al viejo PSOE. Tuvo la oportunidad de hacer una campaña presidencialista, sin las siglas vetustas de su partido, marcando distancias con Susana, pero no pudo porque, al fin y al cabo, es el oficinista. Para este viaje, José Bono hubiera jugado mejor al dominó.
Rivera triunfa como Alonso en Renault
El candidato Rivera, tras su fracaso con Jesús Calleja, triunfará como lo hizo Fernando Alonso en Renault, pero no en estas elecciones porque se quedará en el entorno de los 5,5 millones de votos. Los grandes de entonces eran Ferrari y McLaren, pero el preferido del aficionado medio era el joven Alonso. Los grandes no supieron entender lo que pasaba y con un coche fiable y el favor del público terminó proclamándose campeón mundial. Hoy, Rivera es el preferido. Dos de cada tres votantes tiene una buena o muy buena opinión del joven candidato. Más de 21 millones, mientras que sólo 11 la tienen de Rajoy. Esta es la medida que explicará la próxima legislatura, con un Rajoy aún más viejo y debilitado, que verá cómo al día siguiente de las elecciones, mientras se asegura su investidura, la primera encuesta postelectoral pondrá a Rivera como ganador. Más o menos, como Felipe González en 1980 cuando era el preferido. Sólo tuvo que esperar a la caída de Suárez, porque sólo él podía ganar.
Podemos, adiós transición, hola 15-M
Al día siguiente del 20-D, Rivera encabezará las encuestas y, al cabo de tres meses, Podemos superará al PSOE, completándose así el reemplazo generacional, higiénico y altamente saludable que necesita el sistema. Fue Podemos quien quebró el negocio de los votos con su denuncia de “la casta”, que era la del viejo orden del 78 y su sacralizada Constitución. Podemos se constituyó como la expresión electoral más genuina del 15-M, como el PSOE y sus periodistas lo fueron de la Transición. Pero Podemos hizo presidentes a los del PSOE, viró a la izquierda, se equivocó en Catalunya el 27-S y algunos días todavía se lía con la Transición. Todo ello lo aprovechó el viejo sistema para intentar descarrilarlos, pero Errejón, situado en la calle del medio, entendió que tenían que quedarse quietos porque el sistema les devolvería a su lugar original, enfrente. Y así fue, tras La Moncloa. Además, Iglesias, con su defensa de la plurinacionalidad, está anticipando por la periferia lo que será la próxima legislatura. Con sus 4,2 millones de votos, está a medio millón de superar al PSOE y al acecho, preparados para aprovechar la más que probable pájara del PSOE y confirmar cómo el 15-M hace vieja a la Transición.
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