Griñán, el hombre que sabe de todo, menos de los ERE
El fiscal somete a un examen de derecho administrativo y presupuestario al ex presidente, pero no demuestra por qué lo acusa de malversación y prevaricación
De los cinco presidentes de la Junta de Andalucía, el más brillante de todos ha sido sin duda José Antonio Griñán. "El hombre que lo sabe todo". Así lo describían sus amigos hace unos años, antes de que existieran los teléfonos móviles con acceso a Google, el buscador que convierte al más ignorante en una eminencia. A Griñán no le hace falta: es muy culto, ilustrado, con una gran memoria. Al contrario que muchos opinadores, Griñán tiene una opinión de casi todo precisamente porque sabe de casi todo, pero del caso de los ERE no sabía nada durante la etapa en la que fue consejero de Economía y Hacienda (2004-2009) con Manuel Chaves como presidente de la Junta.
Este miércoles ha declarado ante el tribunal que juzga el procedimiento específico seguido para conceder las ayudas sociolaborales y empresas en crisis, que la fiscalía estima ilegal, y que sienta en el baquillo de los acusados a 22 ex altos cargos, entre ellos, los expresidentes Chaves y Griñán. A este último, el fiscal le pide 6 años de cárcel por malversación y 30 de inhabilitación por prevaricación.
Como consejero y como presidente andaluz (2009-2013), Griñán, a punto de cumplir 72 años y con 45 de servicio público, ha tenido numerosas comparecencias públicas y la que ayer protagonizó durante casi ocho horas ante el tribunal no fue en la que más tenso se le ha visto. Ha habido debates políticos en los que se ha mostrado mucho más inquieto y atento ante posibles emboscadas de sus adversarios que ante las preguntas que le formuló el fiscal Manuel Fernández Guerra. "El digno representante del ministerio público", en palabras del letrado José María Mohedano, no puso en ningún aprieto al ex presidente andaluz al que sometió a un examen de derecho administrativo, presupuestario y financiero, pero no demostró por qué Griñán está acusado de malversación y prevaricación.
"El hombre que lo sabe todo" remarcó en su declaración tres aspectos que subrayó una y otra vez. Primero: en su etapa como consejero de Economía y Hacienda, nunca conoció la partida 31L, el llamado "fondo de reptiles" que sirvió para pagar las ayudas a trabajadores y empresas en crisis. "Nunca" despachó con el consejero de Empleo, Antonio Fernández, ni con el director general de Trabajo, Francisco Javier Guerrero, sobre esa partida.
Segundo: "Jamás" le pidieron que actuara ante un posible fraude porque "jamás" le pidieron que lo hiciera. Los famosos informes que emitió la Intervención General, hasta un total de 15, no advirtieron de menoscabo de fondos públicos por lo que era imposible que tuviera conocimiento de algo de lo que no fue informado. Esta tesis también ha sido reconocida ante el tribunal por la que fuera su viceconsejera de Hacienda Carmen Martínez Aguayo.
Y tercero: defendió a capa y espada la transferencia de financiación, el mecanisno presupuestario por el que pagaron las ayudas sociolaborales. La fiscalía Anticorrupción considera este procedimiento una suerte de vericueto opaco y oscuro por el que se defraudaba dinero público al no haber fiscalización previa. "El crédito no delinque nunca", dejó dicho Griñán. "Pensar que la transferencia de financiación determina una forma de gestionar un gasto no es verdad". Fue su forma de decir que el mal uso de esa partida está en cómo la gastó la Consejería de Empleo y la dirección de Trabajo.
En ciertos ámbitos socialistas había un pellizco de preocupación ante la declaración de Griñán. Es un hombre muy metódico y pausado, pero también tiene un punto de espontaneidad que a veces hace temblar a los suyos. En su declaración ante el Tribunal Supremo, en 2105, que ayer ratificó, el ex presidente andaluz calificó de "barbaridad" la gestión de las ayudas por parte de la Consejería de Empleo y a su salida, cuando había pactado con otros imputados un perfil bajo, aseguró a los periodistas que "no hubo un gran plan, pero sí un gran fraude". Este miércoles Griñán se mostró contenido, seguro, contundente y para nada espontáneo. Se aplicó la máxima que él tanto repetía en su etapa de consejero: "No hables si no mejoras el silencio y no salgas si no mejoras el paisaje".
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