Arenas dejará la política andaluza
Juanma Moreno aprovecha la listas del 20-D para renovar parte del PP andaluz, aunque parte de la vieja guardia resiste en una formación abocada a la apertura por la sombra de C's.
JUAN M. MARQUÉS PERALES | .
JAVIER Arenas dejó la dirección del PP andaluz en la cima del poder, le faltaron, o le sobraron, unos pocos meses para alzarse con la Presidencia de la Junta, pero logró unos porcentajes de apoyo que, difícilmente, volverá a obtener este partido. Un 40,6% de los votos en las autonómicas de 2012 y un 45% en las pasadas generales, casi dos millones de votos, las alcaldías de todas las capitales y casi todas las diputaciones, pero más allá de los éxitos electorales, dulces y amargos, y alguno terriblemente agrio, transformó el partido de la derecha andaluza, azul y agrario, de Loden y Patrico, en una formación moderna y urbana que hasta tonteó con el andalucismo. Pero el PP está amenazado por la ola naranja, la de Ciudadanos, que puede arrinconarlo otra vez en la derecha. Juanma Moreno, el líder de los populares andaluces, ha aprovechado la confección de las listas del 20-D para una nueva modernización, un rejuvenecimiento de caras, que sólo ha conseguido a medias, y que sólo llegará el día que el PP consiga abrirse y arrinconar sus métodos de elección, opacos, dirigistas. Arenas fue un símbolo del PP andaluz, y su despedida también lo será; según fuentes populares, dejará su escaño en la Cámara andaluza, algo que puede suceder en las semanas posteriores al 20 de diciembre, cuando se constituya el Senado y le espere un puesto de relevancia, la portavocía de su grupo o, incluso, la Presidencia de la Cámara Alta.
Javier Arenas es senador por designación de la Cámara andaluza y, además, ocupa el puesto de parlamentario autonómico por Almería, un cargo que llegó en el último momento, cuando Juanma Moreno había cerrado las listas de las autonómicas. Arenas puede seguir siendo senador una vez que deje el escaño, ya que el Parlamento designa libremente a sus representantes entre los ciudadanos, e incluso seguirá siendo miembro de la Cámara Alta una vez disuelta la Cámara andaluza. Haría falta que su grupo lo relevase, algo improbable. Estas mismas fuente sostienen que ésa es su hoja de ruta. Casi todos en el PP andaluz dan por hecho que Mariano Rajoy compensará a Arenas con la Presidencia del Senado si obtiene mayoría suficiente o con la portavocía del grupo, dos puestos de gran importancia. Arenas demostró que es un político poliédrico, y sirve para machacar, si hace falta, o para negociar, como demostró con los sindicatos en sus tiempos de ministro.
No será el único cambio en el Senado, Juanma Moreno, parlamentario y senador, dejará la Cámara Alta para dar ejemplo de que cree en lo que defendió en la última conferencia popular: una persona, un cargo.
Arenas se convirtió en un problema para confeccionar las listas de Sevilla y de Almería, pero una conversación con Mariano Rajoy lo solucionó: se quedaba en el Senado, y dejaba en los primeros puestos a Juan Ignacio Zoido, por Sevilla, y a Rafael Hernando, por Almería. El antiguo líder salió contento de su conversación con el presidente del Gobierno, aunque los detalles sólo los conocen ambos. Es cierto que Arenas, que es vicesecretario general del PP nacional, dejó de mandar en el día a día de la dirección de Juanma Moreno, aunque el de Olvera sigue manteniendo sus tentáculos en las provincias.
Con Arenas fuera, Moreno Bonilla ha conseguido deshacerse de dos presidentes provinciales que no le eran proclives: los de Jaén y Córdoba. Los diputados no pueden ser jefes provinciales del partido, por lo que Enrique Fernández de Moya dejará este cargo orgánico además de la Alcaldía jiennense. De Jaén quería marcharse hace mucho tiempo, el Ayuntamiento está muy apurado en sus cuentas y ya intentó, sin éxito, dar la escapada para entrar en la Cámara andaluza. Fernández de Moya es de María Dolores de Cospedal, a la que sólo le quedan unos meses en la secretaría general del PP, y se había convertido en un incordio para la dirección andaluza. José Antonio Nieto, el ex alcalde de Córdoba, también bebía de Cospedal, pero no había conspirado contra Moreno Bonilla. Tampoco lo contrario.
Un caso cuyas razones aún no terminan de comprender en el PP andaluz es la salida de Carlos Rojas del Parlamento andaluz, donde era portavoz, para liderar la lista de Granada. La versión oficial sostiene que Granada no tenía un candidato mejor, pero Moreno debe buscar ahora un portavoz en la Cámara, posiblemente entre la gaditana Ana Mestre o la almeriense Carmen Crespo. Rojas no era ningún problema para Juanma Moreno, como tampoco lo era, o lo es, Dolores López, su secretaria general, Lola Arriba España, la mujer a la que se le escapó este saludo franquista en el fragor del último mitin. Moreno la quiso ahí, y no parece que haya perdido la confianza en ella a pesar de ese grito que no hubiese salido nunca de nadie con un ADN demócrata de origen. Es imposible, antes de pronunciarlo, hubiese estallado como los camaleones que pisan el rojo. Sí deberá dejar la Alcaldía de Valverde para ocuparse de lleno al puesto.
Celia Villalobos, que cumplirá los 70 años en el Congreso, como Teófila Martínez, se convirtió en el símbolo de una renovación no conseguida del todo. A diferencia de la ex alcaldesa de Cádiz, sobre la que su partido no tenía dudas para encabezar la lista, Celia Villalobos sí era una pieza a jubilar, pero el PP malagueño no lo ha conseguido. Y este asunto liga con la otra renovación pendiente del partido, la de los alcaldes septuagenarios. El malagueño Francisco de la Torre y el granadino José Torres Hurtado nacieron en la década posterior a la Guerra Civil, y en las pasadas elecciones municipales ya recibieron el primer aviso, una parte de la dirección cree que les puede pasar como al onubense Pedro Rodríguez, que esperó y esperó hasta que el PSOE le ganó la Alcaldía. Los presidentes del PP en Granada y en Málaga, Sebastián Pérez y Elías Bendodo, hubieran hecho ya el tránsito, un cambio que, posiblemente, hubiese pasado por ellos mismos. Más temprano que tarde, ocurrirán.
Sin embargo, el PP andaluz acarrea un problema mayor que este cambio de caras, uno que es común al del resto de la formación en España: su carácter dirigista, escasamente democrático en su funcionamiento interno y poco abierto, lo que comienza a provocar cierta frustración en muchos cargos intermedios. Algunos consultados sostienen que el PP está abocado a una renovación en su funcionamiento, que podría alcanzarse de un modo ordenado si Rajoy consigue gobernar y en forma de estallido, si pierde la Moncloa. En su arrastre se llevaría a Juanma Moreno, que, sin embargo, contaría con otros cuatro años si el PP puede aliarse con Ciudadanos.
El presidente popular andaluz ha sido el primero que ha defendido esta apertura en su partido, lo hizo en la pasada conferencia del PP, donde sostuvo que su formación debe aprobar otro régimen de incompatibilidades y andar hacia una suerte de elecciones primarias. Pero, de momento, no se ha avanzado nada en ello, habrá que esperar al próximo congreso.
Javier Arenas es senador por designación de la Cámara andaluza y, además, ocupa el puesto de parlamentario autonómico por Almería, un cargo que llegó en el último momento, cuando Juanma Moreno había cerrado las listas de las autonómicas. Arenas puede seguir siendo senador una vez que deje el escaño, ya que el Parlamento designa libremente a sus representantes entre los ciudadanos, e incluso seguirá siendo miembro de la Cámara Alta una vez disuelta la Cámara andaluza. Haría falta que su grupo lo relevase, algo improbable. Estas mismas fuente sostienen que ésa es su hoja de ruta. Casi todos en el PP andaluz dan por hecho que Mariano Rajoy compensará a Arenas con la Presidencia del Senado si obtiene mayoría suficiente o con la portavocía del grupo, dos puestos de gran importancia. Arenas demostró que es un político poliédrico, y sirve para machacar, si hace falta, o para negociar, como demostró con los sindicatos en sus tiempos de ministro.
No será el único cambio en el Senado, Juanma Moreno, parlamentario y senador, dejará la Cámara Alta para dar ejemplo de que cree en lo que defendió en la última conferencia popular: una persona, un cargo.
Arenas se convirtió en un problema para confeccionar las listas de Sevilla y de Almería, pero una conversación con Mariano Rajoy lo solucionó: se quedaba en el Senado, y dejaba en los primeros puestos a Juan Ignacio Zoido, por Sevilla, y a Rafael Hernando, por Almería. El antiguo líder salió contento de su conversación con el presidente del Gobierno, aunque los detalles sólo los conocen ambos. Es cierto que Arenas, que es vicesecretario general del PP nacional, dejó de mandar en el día a día de la dirección de Juanma Moreno, aunque el de Olvera sigue manteniendo sus tentáculos en las provincias.
Con Arenas fuera, Moreno Bonilla ha conseguido deshacerse de dos presidentes provinciales que no le eran proclives: los de Jaén y Córdoba. Los diputados no pueden ser jefes provinciales del partido, por lo que Enrique Fernández de Moya dejará este cargo orgánico además de la Alcaldía jiennense. De Jaén quería marcharse hace mucho tiempo, el Ayuntamiento está muy apurado en sus cuentas y ya intentó, sin éxito, dar la escapada para entrar en la Cámara andaluza. Fernández de Moya es de María Dolores de Cospedal, a la que sólo le quedan unos meses en la secretaría general del PP, y se había convertido en un incordio para la dirección andaluza. José Antonio Nieto, el ex alcalde de Córdoba, también bebía de Cospedal, pero no había conspirado contra Moreno Bonilla. Tampoco lo contrario.
Un caso cuyas razones aún no terminan de comprender en el PP andaluz es la salida de Carlos Rojas del Parlamento andaluz, donde era portavoz, para liderar la lista de Granada. La versión oficial sostiene que Granada no tenía un candidato mejor, pero Moreno debe buscar ahora un portavoz en la Cámara, posiblemente entre la gaditana Ana Mestre o la almeriense Carmen Crespo. Rojas no era ningún problema para Juanma Moreno, como tampoco lo era, o lo es, Dolores López, su secretaria general, Lola Arriba España, la mujer a la que se le escapó este saludo franquista en el fragor del último mitin. Moreno la quiso ahí, y no parece que haya perdido la confianza en ella a pesar de ese grito que no hubiese salido nunca de nadie con un ADN demócrata de origen. Es imposible, antes de pronunciarlo, hubiese estallado como los camaleones que pisan el rojo. Sí deberá dejar la Alcaldía de Valverde para ocuparse de lleno al puesto.
Celia Villalobos, que cumplirá los 70 años en el Congreso, como Teófila Martínez, se convirtió en el símbolo de una renovación no conseguida del todo. A diferencia de la ex alcaldesa de Cádiz, sobre la que su partido no tenía dudas para encabezar la lista, Celia Villalobos sí era una pieza a jubilar, pero el PP malagueño no lo ha conseguido. Y este asunto liga con la otra renovación pendiente del partido, la de los alcaldes septuagenarios. El malagueño Francisco de la Torre y el granadino José Torres Hurtado nacieron en la década posterior a la Guerra Civil, y en las pasadas elecciones municipales ya recibieron el primer aviso, una parte de la dirección cree que les puede pasar como al onubense Pedro Rodríguez, que esperó y esperó hasta que el PSOE le ganó la Alcaldía. Los presidentes del PP en Granada y en Málaga, Sebastián Pérez y Elías Bendodo, hubieran hecho ya el tránsito, un cambio que, posiblemente, hubiese pasado por ellos mismos. Más temprano que tarde, ocurrirán.
Sin embargo, el PP andaluz acarrea un problema mayor que este cambio de caras, uno que es común al del resto de la formación en España: su carácter dirigista, escasamente democrático en su funcionamiento interno y poco abierto, lo que comienza a provocar cierta frustración en muchos cargos intermedios. Algunos consultados sostienen que el PP está abocado a una renovación en su funcionamiento, que podría alcanzarse de un modo ordenado si Rajoy consigue gobernar y en forma de estallido, si pierde la Moncloa. En su arrastre se llevaría a Juanma Moreno, que, sin embargo, contaría con otros cuatro años si el PP puede aliarse con Ciudadanos.
El presidente popular andaluz ha sido el primero que ha defendido esta apertura en su partido, lo hizo en la pasada conferencia del PP, donde sostuvo que su formación debe aprobar otro régimen de incompatibilidades y andar hacia una suerte de elecciones primarias. Pero, de momento, no se ha avanzado nada en ello, habrá que esperar al próximo congreso.
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