domingo, 29 de noviembre de 2015

ALI SUSANA Y LOS 40 AÑOS DE MENTIRAS

Las consecuencias del colapso de la primera industria de la comunidad

La crisis de Abengoa puede frenar la recuperación económica de Andalucía

  • La comunidad se enfrenta al paro, la falta de tejido empresarial y el fracaso escolar
La crisis de Abengoa puede frenar la recuperación económica de Andalucía
Abengoa es una pieza clave en la economía de la ciudad de Sevilla, que se moderniza con plazas como la de la Encarnación (Getty)
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La tozuda realidad destaca que Andalucía lidera las regiones con más paro en Europa. La población desempleada alcanzó el 34,8% en el 2014, en torno a los doce puntos por encima de la media del país. Uno de cada ­cuatro desempleados es andaluz. En cuanto al paro juvenil, la situación se vuelve más dra­mática al alcanzar al 61,5% entre los jóvenes. En este difícil marco ha estallado la crisis de Abengoa, la empresa privada que crea mayor cantidad de puestos de trabajo.
La única multinacional andaluza en el sector industrial emplea en la capital a más de 4.000 trabajadores, por lo que una hipotética quiebra y cierre de la compañía añadiría en torno a seis décimas de incremento a las cifras del paro sevillano, actualmente situadas en el 31,2%. En el conjunto del territorio nacional son 6.500 las personas vinculadas a Abengoa, que alcanzan las 24.000 en todo el mundo. Más difícil es hacer los cálculos del impacto sobre el empleo si se añade la influencia en las decenas de empresas auxiliares que trabajan para Abengoa. Las cifras podrían llegar a duplicarse o incluso triplicarse.
Abengoa es, con mucha diferencia, la empresa andaluza que más factura, 7.157 millones de euros en el 2014. La mayor parte del negocio tiene lugar en el extranjero, por lo que las consecuencias en este terreno no serían tan dramáticas como en el laboral. En términos de producto interior bruto, la facturación de la firma supone el 7% del PIB sevillano, estimado en torno a los 34.000 millones.
El papel de Abengoa como empresa líder se manifiesta especialmente en el impulso que proporciona a otras firmas más pequeñas, que participan en sus programas de I+D y alta tecnología, como Ghenova Ingeniería, Ingeniatric Tecnologías o Green Power, entre otras muchas. La empresa que fundó Javier Benjumea Puigcerver en la década de los años cuarenta del siglo ­pasado está estrechamente ligada a la prestigiosa Escuela de Ingenieros Industriales de Sevilla, a través de la Asociación de Investigación y Cooperación Industrial. Pablo Cortés, su director gerente, espera que la situación de la empresa se pueda resolver “no sólo por nuestro bien, ya que acusaríamos mucho si la colaboración se detuviese, sino por el bien de Andalucía y de todo el país. Hay pocas entidades de este nivel en España”.
Con esta sensación de que Abengoa es patrimonio andaluz no resulta extraño comprender que la firma ha sido la niña mimada de la administración autonómica. Subvenciones directas al capital, créditos bonificados, concesión de licitaciones y otras operaciones público-privadas han estado a la orden del día. Durante los 19 años de mandato del presidente socialista Manuel Chaves, se calcula que la Junta destinó unos 170 millones de euros a la empresa de los Benjumea, de los que era y es amigo íntimo.
Entre el 2009 y el 2014 puede hablarse de unos 1.048 millones de euros en ayudas y otros 55 en créditos subvencionados. En el capítulo de “otros ingresos de explotación” pueden rastrearse otros 218 millones de euros, la mayor parte de los cuales corresponde a los dos últimos años del gobierno de Rodríguez Zapatero. En todo caso, es muy difícil calcular el monto de las ayudas reales recibidas por la empresa.
El hundimiento de Abengoa supondría, sobre todo, un demoledor impacto psicológico sobre el futuro de la economía andaluza. La firma sevillana es el único y exclusivo ejemplo de actividad industrial de éxito, al margen de la tradicional industria alimentaria. La joya de la corona de una comunidad sin industria de peso que clama por la reindustrialización como única manera de empezar a arreglar los problemas y ofrecer un mínimo de esperanza, especialmente a sus jóvenes.
Pero si hay un lugar donde la crisis se siente con especial intensidad, además de en la capital, es en la localidad de Sanlúcar la Mayor, sede de la Plataforma Solúcar, la mayor planta solar europea, inaugurada en el 2009 por el propio rey Juan Carlos I. Las placas ocupan 1.100 hectáreas. “Si Abengoa deja de funcionar, habría que cambiar todo el modelo productivo del pueblo”, asegura su alcalde, el socialista Raúl Castillo.
Aurelio Azaña, decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Andalucía Occidental, insiste en que “hace falta que la Administración tome con firmeza la necesidad de industrializar Andalucía, poniendo el fomento de la industria en el escalafón más alto de la jerarquía administrativa”. Una Administración autonómica que es plenamente consciente, pero incapaz de hallar soluciones.
La crisis de Abengoa no va a favorecer los planes de la presidenta, Susana Díaz, que insiste una y otra vez en poner el acento en la industria. Andalucía, con el 18% de la población española, representa sólo el 13,8% del PIB español. Sólo el sector primario supera este peso con el 29%, mientras que el peso de la industria se reduce a un esquelético 9%. La crisis económica trajo consigo el hundimiento de la construcción y un nuevo proceso de desindustrialización, que se cebó especialmente en la provincia de Sevilla.
El analista económico Federico Durán, ligado al Grupo Joly, es pesimista: “Cuatrocientas modernizaciones después, estamos en la cúspide de todos los indicadores-basura: paro, pobreza, inexistencia de tejido empresarial, fracaso escolar... Tampoco el sector privado invita al carnaval: pocas empresas facturan mucho, muchas facturan poco”.
Muy por detrás de Abengoa en términos de facturación se sitúan una pocas empresas dedicadas a la metalurgia (Atlantic Coper y Siderúrgica Sevillana), la minería (Cobre Las Cruces y Matsa), los componentes de fibra de carbono (Carbures), el transporte (Acotral), mármoles (Cosentino) o la construcción (Sando). Mayor peso guardan las empresas alimentarias ligadas al aceite de oliva (Migasa, Acesur, Dcoop), el arroz (Herba) o los vinos (bodegas del Marco de Jerez). La crisis económica ha obligado a que todas buscaran mercados en el exterior, de manera que todas las provincias andaluzas han aumentado considerablemente sus exportaciones en los últimos cinco años.
El gran problema de Abengoa en su incidencia sobre la economía andaluza radica precisamente en su característica de único ejemplo. Como escribe Juan Luis Pavón, uno de los más importantes dinamizadores de la vida económica, social y cultural en el diario local El Correo de Andalucía, “Sevilla debería haber entrado en el siglo XXI con el objetivo de incubar al menos 50 empresas globalizadas que alcanzaran cada una plantilla de más de 1.000 trabajadores, en lugar de habituarse a presumir de su calidad de vida cuando existe un 30% de la población en paro”.

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