La crisis de Abengoa puede frenar la recuperación económica de Andalucía
- La comunidad se enfrenta al paro, la falta de tejido empresarial y el fracaso escolar
La tozuda realidad destaca que Andalucía lidera las regiones con más paro en Europa.
La población desempleada alcanzó el 34,8% en el 2014, en torno a los
doce puntos por encima de la media del país. Uno de cada cuatro
desempleados es andaluz. En cuanto al paro juvenil, la situación se
vuelve más dramática al alcanzar al 61,5% entre los jóvenes. En este
difícil marco ha estallado la crisis de Abengoa, la empresa privada que crea mayor cantidad de puestos de trabajo.
La única multinacional andaluza en el sector industrial
emplea en la capital a más de 4.000 trabajadores, por lo que una
hipotética quiebra y cierre de la compañía añadiría en torno a seis
décimas de incremento a las cifras del paro sevillano, actualmente
situadas en el 31,2%. En el conjunto del territorio nacional son 6.500
las personas vinculadas a Abengoa, que alcanzan las 24.000 en todo el
mundo. Más difícil es hacer los cálculos del impacto sobre el empleo si
se añade la influencia en las decenas de empresas auxiliares que
trabajan para Abengoa. Las cifras podrían llegar a duplicarse o incluso
triplicarse.
Abengoa es, con mucha diferencia, la empresa andaluza
que más factura, 7.157 millones de euros en el 2014. La mayor parte del
negocio tiene lugar en el extranjero, por lo que las consecuencias en
este terreno no serían tan dramáticas como en el laboral. En términos de
producto interior bruto, la facturación de la firma supone el 7% del
PIB sevillano, estimado en torno a los 34.000 millones.
El papel de Abengoa como empresa líder se manifiesta
especialmente en el impulso que proporciona a otras firmas más pequeñas,
que participan en sus programas de I+D y alta tecnología, como Ghenova
Ingeniería, Ingeniatric Tecnologías o Green Power, entre otras muchas.
La empresa que fundó Javier Benjumea Puigcerver en la década de los años
cuarenta del siglo pasado está estrechamente ligada a la prestigiosa
Escuela de Ingenieros Industriales de Sevilla, a través de la Asociación
de Investigación y Cooperación Industrial. Pablo Cortés, su director
gerente, espera que la situación de la empresa se pueda resolver “no
sólo por nuestro bien, ya que acusaríamos mucho si la colaboración se
detuviese, sino por el bien de Andalucía y de todo el país. Hay pocas
entidades de este nivel en España”.
Con esta sensación de que Abengoa es patrimonio andaluz
no resulta extraño comprender que la firma ha sido la niña mimada de la
administración autonómica. Subvenciones directas al capital, créditos
bonificados, concesión de licitaciones y otras operaciones
público-privadas han estado a la orden del día. Durante los 19 años de
mandato del presidente socialista Manuel Chaves, se calcula que la Junta
destinó unos 170 millones de euros a la empresa de los Benjumea, de los
que era y es amigo íntimo.
Entre el 2009 y el 2014 puede hablarse de unos 1.048
millones de euros en ayudas y otros 55 en créditos subvencionados. En el
capítulo de “otros ingresos de explotación” pueden rastrearse otros 218
millones de euros, la mayor parte de los cuales corresponde a los dos
últimos años del gobierno de Rodríguez Zapatero. En todo caso, es muy
difícil calcular el monto de las ayudas reales recibidas por la empresa.
El hundimiento de Abengoa supondría, sobre todo, un
demoledor impacto psicológico sobre el futuro de la economía andaluza.
La firma sevillana es el único y exclusivo ejemplo de actividad
industrial de éxito, al margen de la tradicional industria alimentaria.
La joya de la corona de una comunidad sin industria de peso que clama
por la reindustrialización como única manera de empezar a arreglar los
problemas y ofrecer un mínimo de esperanza, especialmente a sus jóvenes.
Pero si hay un lugar donde la crisis se siente con
especial intensidad, además de en la capital, es en la localidad de
Sanlúcar la Mayor, sede de la Plataforma Solúcar, la mayor planta solar
europea, inaugurada en el 2009 por el propio rey Juan Carlos I. Las
placas ocupan 1.100 hectáreas. “Si Abengoa deja de funcionar, habría que
cambiar todo el modelo productivo del pueblo”, asegura su alcalde, el
socialista Raúl Castillo.
Aurelio Azaña, decano del Colegio de Ingenieros
Industriales de Andalucía Occidental, insiste en que “hace falta que la
Administración tome con firmeza la necesidad de industrializar
Andalucía, poniendo el fomento de la industria en el escalafón más alto
de la jerarquía administrativa”. Una Administración autonómica que es
plenamente consciente, pero incapaz de hallar soluciones.
La crisis de Abengoa no va a favorecer los planes de la
presidenta, Susana Díaz, que insiste una y otra vez en poner el acento
en la industria. Andalucía, con el 18% de la población española,
representa sólo el 13,8% del PIB español. Sólo el sector primario supera
este peso con el 29%, mientras que el peso de la industria se reduce a
un esquelético 9%. La crisis económica trajo consigo el hundimiento de
la construcción y un nuevo proceso de desindustrialización, que se cebó
especialmente en la provincia de Sevilla.
El analista económico Federico Durán, ligado al Grupo
Joly, es pesimista: “Cuatrocientas modernizaciones después, estamos en
la cúspide de todos los indicadores-basura: paro, pobreza, inexistencia
de tejido empresarial, fracaso escolar... Tampoco el sector privado
invita al carnaval: pocas empresas facturan mucho, muchas facturan
poco”.
Muy por detrás de Abengoa en términos de facturación se
sitúan una pocas empresas dedicadas a la metalurgia (Atlantic Coper y
Siderúrgica Sevillana), la minería (Cobre Las Cruces y Matsa), los
componentes de fibra de carbono (Carbures), el transporte (Acotral),
mármoles (Cosentino) o la construcción (Sando). Mayor peso guardan las
empresas alimentarias ligadas al aceite de oliva (Migasa, Acesur,
Dcoop), el arroz (Herba) o los vinos (bodegas del Marco de Jerez). La
crisis económica ha obligado a que todas buscaran mercados en el
exterior, de manera que todas las provincias andaluzas han aumentado
considerablemente sus exportaciones en los últimos cinco años.
El gran problema de Abengoa en su incidencia
sobre la economía andaluza radica precisamente en su característica de
único ejemplo. Como escribe Juan Luis Pavón, uno de los más importantes
dinamizadores de la vida económica, social y cultural en el diario local
El Correo de Andalucía, “Sevilla debería haber entrado en el siglo XXI
con el objetivo de incubar al menos 50 empresas globalizadas que
alcanzaran cada una plantilla de más de 1.000 trabajadores, en lugar de
habituarse a presumir de su calidad de vida cuando existe un 30% de la
población en paro”.
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