GONZALO LóPEZ ALBA
El pecado original de Susana y la Tabla Redonda de Pedro
Las
federaciones de los que esperan convertirse en presidentes autonómicos
representan el 30% de la militancia y aseguran a Pedro Sánchez la
mayoría en el partido
Arrastra Susana Díaz el pecado original de haber amagado con optar al liderazgo nacional del PSOE
en el verano de 2014. Desde entonces, no ha dejado de transparentar que
esa es su ambición última. Se percibe hasta en el disgusto con el que
despeja las preguntas sobre las primarias presidenciales convocadas para
el 26 de julio. Y a este pecado original, la catequista andaluza ha
sumado el pecado de soberbia que la indujo a adelantar los comicios autonómicos para asegurar, decía, un gobierno estable que los andaluces tenían y llevan más de dos meses sin tener.
Díaz sería más respetada y menos temida entre sus compañeros de partido si no hubiera mostrado tanto empeño en hacer notar que ella es el poder dentro del PSOE. Que lo era, porque, siéndolo, ya no lo es tanto y es mucho menos del que pudo ser. Nadie le cuestiona su condición de “animal político”, sus cualidades de liderazgo, sus triunfos en Andalucía, pero su proceder y sus formas no gustan. Cuando acude a Ferraz, siempre lo hace rodeada de su cohorte: Máximo Díaz Cano, el mayordomo heredado de José Antonio Griñán; Juan Cornejo, el amo de llaves del partido; y el recuperado estilete Mario Jiménez. Y tampoco gusta su actitud de permanente desafío a Pedro Sánchez, por la que lleva camino de convertirse en la Esperanza Aguirre del PSOE.
Díaz sería más respetada y menos temida entre sus compañeros de partido si no hubiera mostrado tanto empeño en hacer notar que ella es el poder dentro del PSOE. Que lo era, porque, siéndolo, ya no lo es tanto y es mucho menos del que pudo ser. Nadie le cuestiona su condición de “animal político”, sus cualidades de liderazgo, sus triunfos en Andalucía, pero su proceder y sus formas no gustan. Cuando acude a Ferraz, siempre lo hace rodeada de su cohorte: Máximo Díaz Cano, el mayordomo heredado de José Antonio Griñán; Juan Cornejo, el amo de llaves del partido; y el recuperado estilete Mario Jiménez. Y tampoco gusta su actitud de permanente desafío a Pedro Sánchez, por la que lleva camino de convertirse en la Esperanza Aguirre del PSOE.
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