Susana Díaz, al principio y al final
20 de marzo de 2013. La entonces consejera de Presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz,
reúne a los alcaldes del Corredor de la Plata para anunciarles que de
manera «inmediata» se va a iniciar el procedimiento administrativo para
reabrir la mina de Aznalcóllar, cerrada desde que protagonizase en abril
de 1998 el mayor desastre medioambiental de la Historia de España; muy
por delante, según los expertos, de la catástrofe del Prestige.
13 de mayo de 2015. Susana Díaz, ahora presidenta (en funciones) de la Junta, anuncia que ha ordenado paralizar el concurso internacional por el que se ha adjudicado el yacimiento al consorcio formado por Minorbis y Grupo México después de que una juez de Sevilla haya constatado que no se observó «el más mínimo rigor» y que la adjudicataria no reunía ni un requisito.
Lo hace muy a su pesar, forzada por las circunstancias judiciales y políticas porque su investidura, pendiente del plácet de un Parlamento en el que no tiene mayoría absoluta, depende de ello.
El auto judicial y la paralización -por más que ésta no tenga muchos efectos prácticos- del concurso de Aznalcóllar es un gran revés para Díaz, que se ha jugado gran parte de su crédito electoral a la baza de la creación de empleo gracias al impulso de la minería. Es su gran apuesta.
Desde el principio y hasta el final (por ahora), Susana Díaz ha estado y está encima del proyecto de reapertura de la mina de Aznalcóllar. Ella lo promovió cuando aún era la protegida de José Antonio Griñán y ella lo ha convertido en una apuesta casi personal, en uno de los proyectos estrella por los que pretende ser recordada.
También ha sido, cómo no, una de las grandes bazas electorales del PSOE andaluz que lidera. En una comarca deprimida, en un municipio asolado por el paro, el mero anuncio de que la mina volverá a tener actividad es como la promesa de El Dorado.
Aznalcóllar es un ejemplo paradigmático de cómo Andalucía se ha situado a la cabeza del paro en todo el país y en la Unión Europea. La tasa de paro en este municipio de alrededor de 6.144 habitantes roza el 30% de su población activa y, en este contexto, la reactivación de la minería ha sido vendida convenientemente por el PSOE como la solución a todos los problemas.
Al frente, Susana Díaz ha capitalizado promesas políticas y gestiones administrativas, siempre al frente, siempre como la gran ideóloga y, en un ejemplo del populismo que practica, siempre en el centro de las fotografías que se ha esforzado por hacerse en sus innumerables visitas a Aznalcóllar. Allí no ha dudado en abrazarse y besar a los parroquianos a los que ha prometido un empleo año tras año.
Y no le ha ido mal a tenor de los resultados electorales cosechados. En las pasadas elecciones autonómicas de marzo, el PSOE no sólo obtuvo el respaldo mayoritario de los votantes (con un 59,41% del total), sino que resistió como en pocos sitios a la irrupción de los nuevos partidos emergentes.
Hasta el punto de que prácticamente calcó los resultados del año 2012, a una distancia abismal de la segunda formación más votada, IU, que apenas recibió el 12,39% de los sufragios y todo ello teniendo en cuenta que la coalición de izquierdas gobierna en el Ayuntamiento.
No es extraño pues que Susana Díaz haya dado prioridad a la reapertura de la mina de Aznalcóllar en su acción de gobierno, salvando cada obstáculo que se ha presentado, incluido el veto del Ministerio de Industria, que planteó un recurso de inconstitucionalidad y con el que alcanzó un acuerdo en una semana.
Por cierto que nada más firmar la paz con el Ejecutivo de Mariano Rajoy, corrió a Aznalcóllar para hacerse una foto, otra más, con sus vecinos/votantes.
La presidenta dio orden a su consejero de Economía, José Sánchez Maldonado, de apurar los plazos al máximo, hasta el punto de que la resolución del concurso para adjudicar el yacimiento minero estuvo listo un mes antes de lo previsto y coincidiendo, ojo, con la precampaña electoral. A tiempo, pues, para ser una baza importante en su estrategia, que va bastante más allá del municipio sevillano, sólo parte de un plan más ambicioso para volver a convertir la extracción de metales en motor económico, contemplando la reapertura de 367 minas en Andalucía.
No es de extrañar, pues, que incluso a la hora de justificar la paralización del proceso se hayan apresurado la misma presidenta y su Gobierno a apuntar a la magistrada y a los denunciantes como los culpables de que el maná del empleo no termine por llegar a Aznalcóllar.
13 de mayo de 2015. Susana Díaz, ahora presidenta (en funciones) de la Junta, anuncia que ha ordenado paralizar el concurso internacional por el que se ha adjudicado el yacimiento al consorcio formado por Minorbis y Grupo México después de que una juez de Sevilla haya constatado que no se observó «el más mínimo rigor» y que la adjudicataria no reunía ni un requisito.
Lo hace muy a su pesar, forzada por las circunstancias judiciales y políticas porque su investidura, pendiente del plácet de un Parlamento en el que no tiene mayoría absoluta, depende de ello.
El auto judicial y la paralización -por más que ésta no tenga muchos efectos prácticos- del concurso de Aznalcóllar es un gran revés para Díaz, que se ha jugado gran parte de su crédito electoral a la baza de la creación de empleo gracias al impulso de la minería. Es su gran apuesta.
Desde el principio y hasta el final (por ahora), Susana Díaz ha estado y está encima del proyecto de reapertura de la mina de Aznalcóllar. Ella lo promovió cuando aún era la protegida de José Antonio Griñán y ella lo ha convertido en una apuesta casi personal, en uno de los proyectos estrella por los que pretende ser recordada.
También ha sido, cómo no, una de las grandes bazas electorales del PSOE andaluz que lidera. En una comarca deprimida, en un municipio asolado por el paro, el mero anuncio de que la mina volverá a tener actividad es como la promesa de El Dorado.
Aznalcóllar es un ejemplo paradigmático de cómo Andalucía se ha situado a la cabeza del paro en todo el país y en la Unión Europea. La tasa de paro en este municipio de alrededor de 6.144 habitantes roza el 30% de su población activa y, en este contexto, la reactivación de la minería ha sido vendida convenientemente por el PSOE como la solución a todos los problemas.
Al frente, Susana Díaz ha capitalizado promesas políticas y gestiones administrativas, siempre al frente, siempre como la gran ideóloga y, en un ejemplo del populismo que practica, siempre en el centro de las fotografías que se ha esforzado por hacerse en sus innumerables visitas a Aznalcóllar. Allí no ha dudado en abrazarse y besar a los parroquianos a los que ha prometido un empleo año tras año.
Y no le ha ido mal a tenor de los resultados electorales cosechados. En las pasadas elecciones autonómicas de marzo, el PSOE no sólo obtuvo el respaldo mayoritario de los votantes (con un 59,41% del total), sino que resistió como en pocos sitios a la irrupción de los nuevos partidos emergentes.
Hasta el punto de que prácticamente calcó los resultados del año 2012, a una distancia abismal de la segunda formación más votada, IU, que apenas recibió el 12,39% de los sufragios y todo ello teniendo en cuenta que la coalición de izquierdas gobierna en el Ayuntamiento.
No es extraño pues que Susana Díaz haya dado prioridad a la reapertura de la mina de Aznalcóllar en su acción de gobierno, salvando cada obstáculo que se ha presentado, incluido el veto del Ministerio de Industria, que planteó un recurso de inconstitucionalidad y con el que alcanzó un acuerdo en una semana.
Por cierto que nada más firmar la paz con el Ejecutivo de Mariano Rajoy, corrió a Aznalcóllar para hacerse una foto, otra más, con sus vecinos/votantes.
La presidenta dio orden a su consejero de Economía, José Sánchez Maldonado, de apurar los plazos al máximo, hasta el punto de que la resolución del concurso para adjudicar el yacimiento minero estuvo listo un mes antes de lo previsto y coincidiendo, ojo, con la precampaña electoral. A tiempo, pues, para ser una baza importante en su estrategia, que va bastante más allá del municipio sevillano, sólo parte de un plan más ambicioso para volver a convertir la extracción de metales en motor económico, contemplando la reapertura de 367 minas en Andalucía.
No es de extrañar, pues, que incluso a la hora de justificar la paralización del proceso se hayan apresurado la misma presidenta y su Gobierno a apuntar a la magistrada y a los denunciantes como los culpables de que el maná del empleo no termine por llegar a Aznalcóllar.
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