Una sanidad de tercera
Las reclamaciones por negligencias médicas y
retrasos en la gestión aumentaron de nuevo en 2016 en la provincia
La
sanidad pública hace aguas. Las quejas y las reclamaciones aumentan al
mismo tiempo que crece la indignación por un servicio a todas luces
deficiente. El Hospital Puerta del Mar ha regresado a la lista de
centros sanitarios andaluces con mayor número de denuncias. Ocupa la
quinta posición del ránking. Así lo atestigua el último informe de la
Asociación del Defensor del Paciente que destaca que ha tramitado en
2016 un total de 294 denuncias por negligencias médicas en la provincia,
72 más que en 2015. El deterioro del sistema público de salud es
notable. Más del 70 % de la ciudadanía opina que la situación sanitaria
está igual o peor. Una de las justificaciones a esta percepción puede ir
encaminada por el inmovilismo que los partidos políticos han mostrado
en sus proposiciones durante la campaña electoral de casi un año de
duración, como si no les concerniera que nos encontramos ante un sistema
endémico que requiere una gestión eficaz y estabilidad a base de un
incremento de la financiación.
Se necesita una actuación política contundente. Es paradójico que los mandatarios no ofrezcan propuestas, ni soluciones, a las debilidades de nuestro sistema sanitario y, sin embargo, continuamente tratan de convencer a los ciudadanos de que la sanidad goza de buena salud mediante una orquestación programada y machacona, para que, a fuerza de repetirlo, creamos que es verdad. Uno de los mayores ejemplos lo encontramos en la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que ha repetido hasta la saciedad que la sanidad andaluza es la joya de la corona, sin embargo, sus palabras forman parte de un discurso político que trata de ocultar una triste realidad: la gestión sanitaria es un desastre. El Gobierno andaluz se ha encontrado con una piedra en el camino. Se trata de las mareas blancas que han surgido en la comunidad andaluza denunciando el lamentable estado de la sanidad pública. El informe del Defensor del Paciente es una radiografía de la situación pero, al mismo tiempo, es un reflejo de lo que demandan estas mareas de ciudadanos indignados. Las mareas están en contra del cierre de camas, de la falta de recursos, de los recortes. Más de cinco años de ajustes han convertido la sanidad en un servicio deficiente.
Se necesita una actuación política contundente. Es paradójico que los mandatarios no ofrezcan propuestas, ni soluciones, a las debilidades de nuestro sistema sanitario y, sin embargo, continuamente tratan de convencer a los ciudadanos de que la sanidad goza de buena salud mediante una orquestación programada y machacona, para que, a fuerza de repetirlo, creamos que es verdad. Uno de los mayores ejemplos lo encontramos en la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que ha repetido hasta la saciedad que la sanidad andaluza es la joya de la corona, sin embargo, sus palabras forman parte de un discurso político que trata de ocultar una triste realidad: la gestión sanitaria es un desastre. El Gobierno andaluz se ha encontrado con una piedra en el camino. Se trata de las mareas blancas que han surgido en la comunidad andaluza denunciando el lamentable estado de la sanidad pública. El informe del Defensor del Paciente es una radiografía de la situación pero, al mismo tiempo, es un reflejo de lo que demandan estas mareas de ciudadanos indignados. Las mareas están en contra del cierre de camas, de la falta de recursos, de los recortes. Más de cinco años de ajustes han convertido la sanidad en un servicio deficiente.
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