ANTONIO VERGARA. MÉDICO JUBILADO E IMPULSOR DE LA MAREA BLANCA DE CÁDIZ
"El sanitario tiene hoy un terrible dilema: o pasa de su trabajo o muere en el intento"
- Inquietud por las causas sociales no le han faltado nunca a este médico, que fue candidato por Ganar Cádiz en las municipales y renunció a optar a la alcaldía. Poner a andar la Marea Blanca es ahora su causa.
No sólo ha cambiado el color de la melena y la barba de Antonio Vergara, antes rubios y ahora canos. Dice este médico combativo, en el buen sentido de la palabra, que ahora, una vez cumplidos los sesenta y cinco y ya jubilado, se siente más "vulnerable". "Pero si sigue siendo igual de activista, o más". "Sí, pero con esta edad te emocionas más", aclara como si hiciera falta especificar que lo que no ha perdido son las ganas de batallar, pese al "cambio vital" que supuso su retiro. Propulsor e integrante desde su juventud de la Asociación por la Defensa de la Sanidad Pública, una de las almas del hogar Gerasa para enfermos de sida, y candidato por Ganar Cádiz en las últimas elecciones municipales (renunció a encabezar la lista pese a ser el más votado), es ahora una de las cabezas visibles de la Marea Blanca de Cádiz, que se presentará la próxima semana en sociedad, y nunca mejor dicho.
-¿Se retiró por agotamiento?
-No, no físico al menos. Pero los conflictos del sistema, las deficiencias, los problemas del paciente, que antes te estimulaban a la pelea, con la edad te afectan de manera diferente. Y lo que más me duele en el alma: el cabreo no controlado que se siente. Cuando a los cinco minutos de empezar una guardia estás maldiciendo los demonios, algo falla. La presión no la soportaba igual. La Dirección del hospital quería que siguiera, pero creo que hice bien. Hay que estar en forma para soportar la presión del sistema, y si no lo estás, dejar paso a otro.
-¿Por eso es más 'peleón', porque tiene más tiempo?
-¡Eso es!, descaradamente. No he perdido ni un ápice de interés ni de inquietud, y esta situación te hace coger una sensación profunda de los problemas, tener más capacidad de análisis objetivo. Y ese análisis te hace ver más claro el deterioro de la sanidad y la necesidad de hacer algo, unamovida.
-¿Tanto ha empeorado la sanidad pública?
-En los últimos diez años, sin ninguna duda. Cuando dicen que el sistema sanitario español es uno de los mejores, es verdad sin ninguna duda, porque es justo, gratuito, universal. Pero el deterioro es evidente. Estoy volviendo a tener las sensaciones que tenía hace veinte años cuando reclamábamos la reforma sobre todo de la atención primaria, la mejora de las urgencias...
-¿Hay que volver, otra vez, a la misma lucha?
-Bueno. La situación nos recuerda aquellos tiempos, con los médicos de primaria, por ejemplo, sobrecargados de pacientes. Eso desde el punto de vista profesional es un atentado. Esa sobrecarga lleva a un dilema profesional terrible, y para sobrellevarlo tienes dos fórmulas: o pasas, es decir, tu trabajo no te afecta, la culpa no es de nadie, y te relajas, lo que es negativo para el paciente y para el sistema; o bien aquella persona que sigue queriendo ser coherente con su trabajo, y entonces 'fallece' en el intento o se machaca hasta que deteriora su salud.
-No parece tener mucha salida ese profesional.
-Ahí está, pero que quede claro que la Marea no pretende ser una reivindicación laboral, que sería justa. Miles de profesionales están dando su salud por que funcione el sistema. Pero el deterioro termina afectando al sistema. La Marea no es una reivindicación profesional, porque los que estamos en ella somos ciudadanos. Pero este aspecto profesional debe trasladarse al ciudadano para que entienda que un profesional sobrecargado necesita que se sea cariñoso con él. Cuando el médico de urgencia a las ocho de la mañana ha visto a cien personas, hay que darle un abrazo, para que no se derrumbe y siga ahí luchando. Pero lo que más me indigna es que cuando un usuario sigue el conducto normal que le establece el sistema para su atención ("me encuentro mal, voy al médico de familia, hago lo que me diga..."), eso es inviable. Y si no tiene ningún recurso para saltarse el sistema, está perdido. Y entonces busca ayuda saltándose el sistema: o conoce a alguien de dentro o se va a Urgencias. Resultado: debilita a la primaria y sobrecarga las urgencias, donde a su vez se le dice que su caso no es urgente, y se vuelve a la rueda.
-¿Y ahí qué puede hacer la Marea Blanca?
-Pues sobre todo decirle a las autoridades cuál es esa realidad profesional y ciudadana. Por cierto, que las autoridades deberían respetar las opiniones de los ciudadanos comprometidos, de los que no son sospechosos de atentar contra el sistema público. Es verdad que las mareas que han nacido en muchas provincias se están utilizando como método de desgaste político. Eso es muy negativo porque están jugando con los ciudadanos, al margen de sus intereses. Nosotros en modo alguno perseguimos eso, y tenemos mecanismos para que no ocurra, para que las organizaciones no manipulen a la Marea.
-Hasta ahora Cádiz no se ha movido mucho por la sanidad. ¿Espera que ahora lo haga?
-Es que hasta ahora los trabajadores no se han unido. Pero yo espero que ahora tengamos éxito. El interés es indudable. En el Facebook de la Marea ya tenemos más de mil quinientas adhesiones. En el manifiesto general haremos hincapié en la necesidad de derogar el decreto que recortó prestaciones en 2012 sin ningún resultado económico beneficioso, y resaltamos que no estamos para defender a los sectores sanitarios sino a la sanidad.
-Pero ahí no se habla de Cádiz.
-Es que además hacemos una serie de reivindicaciones que sí afectan claramente al delegado: no al cierre de recursos en periodos vacacionales, por ejemplo de Vargas Ponce, que aumentan las listas de espera; reposición de las plantillas; no a los contratos basura eventuales que pueden llegar a ser de días o de un fin de semana; completar el Plan de Salud de la provincia, que tiene 15 proyectos o edificios dramáticamente parados durante años; un plan serio de mejora de la atención primaria, que no se la toman en serio, y un plan de mejora de listas de espera, comprobando que los recursos están a tope, y no derivando exploraciones a la privada.
-Parecen claros el diagnóstico y el tratamiento para la sanidad pública, pero ¿cuál es la causa, quién tiene la culpa?
-Está claro. El culpable de los recortes no es el Gobierno andaluz, pero hay que recordar al PSOE que ellos acordaron con el PP la reforma constitucional, el límite del déficit, que permitió los recortes. Decidieron que era mejor pagar la deuda a los bancos que cubrir las necesidades de los ciudadanos, y eso ha llevado al recorte, no de los bancos sino de los servicios públicos. Y hoy los recortes en las comunidades autónomas son un escándalo. El Gobierno andaluz no puede pretender que no se les pida responsabilidades. Ocurre que cuando toma decisiones impopulares se enroca y no admite las críticas de aquellos sectores que honestamente están denunciando la situación real de deterioro, que es lo que pretende esta Marea. No pretende desgastar al Gobierno andaluz.
-Es llamativo que el PSOE, que hizo la reforma sanitaria y la universalización, ahora pase a ser el 'culpable' de su deterioro.
-Es tremendo, pero es así. No tengo la culpa de ser mayor. El PSOE lideró la política que llevó a todo lo bueno, y ahora nos vemos obligados a denunciar el deterioro de la sanidad pública y de la protección social. Estamos haciendo ahora denuncias que históricamente han sido banderas del PSOE.
-El Gobierno andaluz pide que cesen las protestas y se deje trabajar a los profesionales.
- Sí, ¿qué le digo yo al vicepresidente andaluz, al que considero mi amigo, cuando se limita a afirmar que tenemos un sistema sanitario ejemplar? Me duele que no respeten la procedencia de la crítica, cuando debería escuchar y comprobar si es cierto lo que se le dice, porque lo que me dice es muy grave. Pero se descalifica sin mediar palabra siquiera, tildando a las mareas de "a estos lo que les gusta es protestar". Y molesta porque eso incluye falta de respeto a los que las componen. Igual que la actitud de los parlamentarios negándose a hacer un pleno sobre la sanidad andaluza.
-En otro plano, no totalmente ajeno, ¿se considera ahora con más tiempo para dedicarse a la actividad política?
-Con más tiempo, sí. Ahora lo tendría. Pero analizando lo que estoy haciendo, el Plan Local de Salud en Cádiz, yo me siento infinitamente más cómodo trabajando en esto, que es mi territorio, sin broncas, sin personalismos, sin debates estúpidos, aportando documentos y proyectos que mejoren la ciudad. Yo desearía seguir trabajando con un Ayuntamiento amigo, que se abra a este tipo de iniciativas y que nos deje trabajar para mejorar las cosas. Mi deseo, contrastado con la experiencia es reiterarme en mi posición previa de no gustarme la dinámica política.
-¿Qué es lo que le 'repele' tanto de eso?
-Mmm... yo de muchos plenos me hubiera ido, sinceramente. Plenos con descalificaciones personales, es que no lo soporto. Esas se arreglan pegándonos en la playa o en el juzgado de guardia, pero en el pleno municipal se está para arreglar problemas de los ciudadanos. Y además, esas broncas tienen mucho de teatral. A mí eso me produce una sensación de superficialidad en un tema tan importante como la política. Me destroza un poco el alma porque me parece un insulto. Dicho esto, no todo el mundo es igual, hay mucha gente trabajando, pero me ha pasado también en otros ambientes, en la Universidad...
-Lo que le disgusta entonces no es la política, sino la condición humana...
-Bueno, je, je, es muy posible. La de algunos, porque con otros estoy de maravilla. Pero efectivamente en esas instituciones la condición humana deja ver su parte peor, al igual que en los movimientos como este en el que estamos nosotros se expresa la parte mejor del ser humano, porque no cabe la pugna, no hay poder, no hay dinero. Ahora, que después vienen las necesidades reales, como hace dos años: que el propio grupo con el que tú colaboras te pide más. Y eso me lleva a una esquizofrenia, a un malestar interno mezclado con el compromiso... que espero poder resistir, ja, ja. Porque mi deseo íntimo es trabajar donde estoy. Y si contemplo el Parlamento andaluz es que se me quitan las ganas de todo.
-¿Qué pasa en el Parlamento Andaluz?
-Pues que parece que se trata de debatir la realidad negándola, diciendo verdades parciales sobre realidades meridianamente comprobables. En lo único que podría tener tentaciones de participar, por presión, es en la política municipal, porque es donde creo que yo podría tener influencia por un lado y equipo por otro. Pero insisto: deseando siempre que eso no ocurra.
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