lunes, 15 de agosto de 2016

Y SI NOS PASA EN CONIL????


La isla italiana que añora "la mattanza" de atún

Favignana
Está muy cerca de Sicilia. Era la capital de la pesca del atún rojo en Europa. La práctica se prohibió en 2007 y, hoy, el pueblo languidece.


Vestida de domingo, la nena juega a saltar el charquito de sangre. La madre la reta, amenaza con que si se mancha la pollera de broderie no habrá globo de Frozen. Pero ni la intimidación materna ni la mueca sarcástica del atún de más de cien kilos que cuelga aquí, en plena Via Vittorio Emanuele de la isla de Favignana, la amedrentan. La nena sigue revoloteando alrededor del atún que es parte del paisaje chic de esta isla del sur de Italia malcriada en piropos: Favignana es la Reina del Mar, 19 kilómetros cuadrados en remojo sobre el Mediterráneo más límpido, a una hora en ferry desde la costa siciliana de Trapani.
Hace 600 mil años, Favignana era la punta más occidental de Sicilia. Luego se separó de la isla mayor y, junto a Levanzo y Marettimo, integra hoy el archipiélago de las islas Egadas, legendario pied-à-terre de fenicios, romanos, españoles. En el 74 antes de Cristo, Cicerón compró y cultivó tierras en Favignana y, en el siglo XVII, se construyeron en piedra calcárea las primeras casas para los habitantes de las grutas y cuevas pobladas hasta entonces.
 
Cada primavera, como lo contó por primera vez Aristófanes en el siglo V antes de Cristo, la pesca del atún se convertía en el banquete de la isla. Por eso, el trofeo que la pescadería Stella Maris exhibe hoy entre agencias de viajes y locales de bijou, en una de las calles más transitadas por isleños y turistas, representa el ADN de Favignana, morada favorita del atún rojo que, siguiendo la corriente atlántica, entre mayo y junio de cada año, pasa el estrecho de Gibraltar y llega al Mare Nostrum, como los romanos llamaban al Mediterráneo. Aquí, donde la temperatura del mar en esa época del año –entre 17 y 18 grados– favorece la procreación, los hombres de mar le pusieron el cuerpo durante siglos a la tonnara, la ceremonia de la pesca del atún, que en esta zona es el rito pagano por excelencia, aunque dejó de realizarse en 2007 cuando la matanza y comercialización del atún se volvió indiscriminada y sin control.
El Mediterráneo se empobreció gracias a los japoneses, que comenzaron a pescar atunes antes de que alcanzaran el Mare Nostrum, y también a causa de la pesca móvil que sale a perseguir ejemplares en vez de fijar redes en zonas estratégicas. La paradoja es que algunas marcas de atún conocidas en Italia enlatan pescado que llegan del Atlántico y no pueden elaborar el atún rojo del Mediterráneo.
“La mattanza.” La pesca del atún se llama tonnara porque ése es el nombre del entramado de redes que forman cámaras submarinas sin salida para los peces. El sistema permite cercar y atrapar a los ejemplares más grandes que, una vez emboscados allí, pasarán de una cámara a otra de la tonnara –diseñada para aprovechar el natural movimiento cíclico del atún en sentido contrario a las aguas del reloj– sin lograr liberarse. En Favignana, preparar las redes llevaba dos meses. Y se extendían a 600 metros de la costa.
La mística de la tonnara comenzaba cuando, desde la superficie, el rais (jefe, en árabe) comandaba las barcas que se iban cerrando en un rectángulo en torno al cadalso del atún: “la cámara de la muerte”, donde los ejemplares eran arponeados –en lo que se conoce como “la mattanza”– por los pescadores y subidos a las barcas esquivando los coletazos que podían resultar mortales.
La faena de los tonnaroti tenía y tiene banda de sonido propia: al tiempo que se escuchaban los arpones y el chasquido del agua que se iba convirtiendo en un literal mar de sangre, se escuchaba la cialoma, antiguos cantos sacros y profanos que dan ritmo a la matanza. Hace 200 años había 80 establecimientos que se dedicaban a la elaboración del atún en toda Sicilia. Cada uno empleaba a unas 200 personas y contaba, en promedio, con unos 80 pescadores. Favignana fue el semillero de atunes más productivo de Europa: en 1965 se capturaron más de 14 mil ejemplares.
Favignana y su pequeño puerto sobre el Mediterráneo / Cézare de Luca.
Favignana y su pequeño puerto sobre el Mediterráneo / Cézare de Luca.
La isla, sin embargo, que contaba con siete mil habitantes, hoy suma apenas tres mil. “La tonnara se murió sola en la coyuntura del mercado global, el costo de vida y el aumento del precio del trabajo. Hubo merma en la cantidad de ejemplares por la desenfrenada pesca de atún móvil”, dice Stefano Donati, director del Area Marina Protegida de las islas Egadas.
En este recorte de paraíso, la promesa para 2016 era que esta temporada volvía la tonnara a Favignana, ésa que Homero describe en La Odisea y que a pesar de los siglos transcurridos no cambió demasiado desde los tiempos de los fenicios y los árabes. Esta vez, los ejemplares capturados iban a ser liberados, se trataría sólo de una simulación, una puesta en escena para turistas mientras se esperaba la cuota de pesca que permitiera reactivar la actividad comercial. Pero a pesar de que este año la Unión Europea subió el 20 por ciento la cuota concedida a Italia hasta 2.700 toneladas, el ministerio de las políticas agrícolas italiano todavía no abrió la boca. Giuseppe Pagato, intendente de Favignana, no se da por vencido: se propuso crear la tonnara más sustentable de Italia: “A través de la tonnara fija buscamos hacer coincidir la tutela del ambiente y las exigencias económica del territorio”.
La tonnara fija es el método más sustentable porque se capturan sólo los ejemplares adultos y que ya se han reproducido, se evitan así las capturas accidentales y se pueden liberar los ejemplares que no alcancen el tamaño medio. Es un proceso medianamente sencillo de controlar y monitorear porque ocurre en un lugar especifico y en un lapso fijo.
El atún forma parte de la historia misma de Favignana / Cézaro de Luca.
El atún forma parte de la historia misma de Favignana / Cézaro de Luca.

“Este año debíamos volver a realizarla, pero la burocracia no lo permitió –dice el rais Salvatore Spataro, nacido en Favignana en agosto de 1948–. Estamos preparando una tonnara experimental. Este año, el atún que se pesca se devuelve al mar o se debe dar en beneficencia.” Aquí no hay pósters de Messi ni de Justin Bieber. Las caras que se vuelven familiares son las de los rais y vice rais más carismáticos de Favignana, que promocionan latas de atún: Gioacchino Cataldo y Clemente Ventrone.
Cataldo fue el último rais de Favignana. Lo fue durante once años y en total pescó atún durante 33 años. Ventrone tiene casi toda su vida atada a esta actividad: “A los 14 empecé a trabajar en la tonnara y en la fábrica. Y me mantuve durante 47 años”.
“La de Favignana era la reina de las tonnaras. Cuando los atunes vienen del océano, donde comen bien, se llenan de calamares y engordan en forma, tienen un gusto particular”, agrega Ventrone. Y se queja: “La tonnara no es como una corrida de toros que se hace para divertir a tres mil personas. Nosotros hacíamos la matanza para dar de comer a las islas Egadas. Por lo tanto, era una pesca como las otras. No es una pesca que mata delfines y ballenas, como hacen los japoneses, que dentro de poco se comerán entre ellos”.
Sin proponérselo, la tonnara convirtió a Ventrone en un sex symbol. Afirma que venían mujeres desde los Estados Unidos y Alemania a conocerlo, a tener un romance que él nunca les negó. Dice que él no lo vio, pero que le contaron que una vez hasta salió en Playboy y en la revista Time. A los 71, vive de los coletazos de su fama de vice rais. Siempre con el pelo largo, la piel ajada y en alta mar. Mientras espera que vuelva la tonnara a Favignana, pasea turistas por el Mediterráneo con su barca.

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