Quien está en apuros es Rajoy, pero quien parece que lo está es Sánchez
La paradoja más interesante, y seguramente la más jugosa, del apurado proceso de investidura que protagoniza Mariano Rajoy es que quien parece estar en apuros es Pedro Sánchez, no Mariano Rajoy. Todos hablan del pobre Pedro mucho más que del feliz Mariano. El foco del debate público sigue estando en qué hará el PSOE, y no en qué está haciendo Rajoy.
Por no oírse, ni siquiera se oye un solo reproche a los 40 días que se ha tomado el presidente del Gobierno para ponerse a negociar con Ciudadanos, cosa que podría haber empezado a hacer al día siguiente de las elecciones. A medida que ha ido pasando el tiempo se ha multiplicado la presión sobre Ciudadanos y el PSOE para que hicieran algo en favor de la investidura, pero apenas ha existido presión alguna sobre Rajoy para que hiciera algo en favor de convertirse de nuevo en presidente.
EL TALENTO DE RAJOY
Más allá del talento táctico de Rajoy para jugar sus cartas, parece obvio que algo está haciendo mal el Partido Socialista para que tanta gente haya decidido culparlo antes de tiempo. Es importante enfatizar lo de ‘antes de tiempo’, pues todos hablan del PSOE como si fuera suya la culpa de que Mariano Rajoy esté tardando tantísimo en ser investido presidente, cuando lo cierto es que el momento mismo de investirlo aún no ha llegado –bueno, ni siquiera está fijado- porque Mariano Rajoy ha decidido que no llegue.
La pugna de fondo sería esta: el presidente está haciendo todo lo posible para no morder el polvo de una investidura fallida y el PSOE está haciendo todo lo posible para que lo muerda. El PP tiene derecho a jugar sus cartas de ese modo, pero el PSOE también lo tiene a jugar a su modo las suyas.
LA TERCERA VOTACIÓN
La presión que se ejerce ahora sobre el PSOE es comprensible, pero también injusta y precipitada. Será justa y oportuna cuando –y solo cuando- se vote efectivamente la investidura y esta fracase –pongamos que un par de veces- por la negativa socialista a abstenerse. A Rajoy le viene bien ganar tiempo porque cuanto más tarde se convoque la sesión, mayor será la presión sobre el PSOE para que facilite la investidura en la segunda votación y no fuerce esa tercera sesión que tanto teme Rajoy, pues evidenciaría su debilidad parlamentaria y lo obligaría tal vez a nuevas cesiones.
¿Que llegar a una tercera y aun una cuarta sesión de investidura prolongaría varias semanas más el proceso? En efecto, pero quien empezó el peligroso juego de dejar pudrirse los tiempos fue Rajoy, no Sánchez, aunque -de nuevo- a quien le echarán la culpa del pudridero será a Sánchez y no a Rajoy.
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