Megaproyectos urbanísticos en Andalucía en los límites de capitalismo
Los catedráticos de la Universidad de
Sevilla, Manuel Delgado y Leandro Del Moral, han realizado una
investigación sobre los megaproyectos urbanísticos en Andalucía de mayor
impacto que no han cumplido las expectativas de los ciudadanos y han
puesto la voz de alarma en torno a los colectivos sociales y
ecologistas.
Estación del AVE en Sevilla.
MADRID.- “Cuando comenzaron a surgir
voces, colectivos y movimientos sociales en contra de aquellos
megaproyectos urbanísticos, construidos en torno a la burbuja
inmobiliaria en Andalucía, entendimos que a la sociedad le importaba
mucho destapar esta historia oculta en torno a la apropiación en
proyectos de riqueza y poder”.
El catedrático en Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, Manuel Delgado, coordina junto al también catedrático del Geografía Humana, Leandro del Moral,
la investigación “los Megaproyectos en Andalucía. Relaciones de poder
y
apropiación de riqueza” (editorial Aconcagua). Una investigación
inédita donde sus autores realizan un exhaustivo análisis sobre estas
“actuaciones ligadas a la construcción de infraestructuras, presentadas
en nombre del interés general, pero que procuran la extracción y
apropiación de riqueza en beneficio a una minoría”.
Bienestar de la ciudadanía o enriquecimientoEl citado estudio comienza canalizando su interés en
torno a la idea de los límites del sistema capitalista. Estos
megaproyectos tienen “un papel importante como modos de reactivar la
economía”. Sin duda, un plan estrella que permite “dar salida a fondos
de inversión que buscan una localización favorable” sin importar las
consecuencias pendientes. “Saben dónde hay salida pero nos preguntamos
qué valor cobra este despilfarro convertido en deuda para la sociedad”,
aclara Delgado a Público.En Andalucía, los megaproyectos
surgen en torno a los años 90. En ellos hay varios factores que los
acompañan, el negocio inmobiliario, la construcción y el poder político
como protagonista fundamental. Delgado destaca a Público que
“este último factor se une de manera inherente con una servidumbre total
al poder económico”. Sin embargo, se vende como un interés general para
beneficiar a la ciudadanía.Dentro de la comunidad, este tipo de
infraestructuras se venden “desde la ideología dominante como formas de
conseguir lo que nos falta para aproximarnos a las economías más
avanzadas”. Un argumento que vende la obligada “modernización” para
salir del atraso con respecto a las grandes ciudades.Antes de la
crisis, en el boom de la burbuja, los límites de la construcción en la
comunidad comenzaban ya a vaticinarse. El estudio señala que “esta
actividad llegó a suponer en 2006 el 12,7% del PIB en Andalucía frente
al 8,9% en Catalunya, 8,7% en Madrid, 9,7% en el País Vaso y 10,4% para
la media española”.
“Los Merinos Norte” o el caso del Metro de Sevilla y Málaga
Entre los casos destacados en la investigación, Delgado recuerda uno muy singular. La macrourbanización Los Merinos Norte en
Ronda (Málaga), hoy paralizada tras el estallido de la crisis. La dura
sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) en 2012,
anuló para siempre la operación urbanística por sus devastadoras
consecuencias a los recursos hídricos de esta zona.
A pesar de lo
fallido del proyecto su promotora Copisa, ha gastado, según afirma la
investigación “en torno a 120 millones de euros en la operación; 17
pagados al ayuntamiento, 42 por el proyecto de urbanización y 61 por la
compra de los terrenos y otros conceptos”. El precio del suelo se
multiplicó, tras su compra, por más de diez.
El catedrático
Manuel Delgado apunta que el objetivo de esta construcción se centró en
un entramado de redes societarias. Esta unión “cumple la función de
hacer posible que algunos cobren comisiones a cambio de la concesión de
obras y contratas otorgadas (…)”. En todo momento, el proyecto está
centrado “en el tráfico de influencias, el amiguismo y favoritismos de
una u otra índole”.
El metro de Sevilla y Málaga muestran otro
tipo de apropiación con la financiación “público-privada” de un
megaproyecto que ofrece un beneficio asegurado.
La licitación de las obras del metro de Sevilla y
Málaga comenzaría en el año 2002 y 2003. Se trata de un modelo que
permite la “financiación, construcción y explotación” de un proyecto
público por un tiempo determinado. Para ello se lleva a cabo el pago de
una “tarifa técnica que incluye una rentabilidad” asegurada para la
empresa. Delgado destaca la “rentabilidad esperada” fue en el caso del
Metro de Sevilla de un “8,27% y en el de Málaga de un 10,01% anual sobre
el capital social”.
De esta forma, la Junta de Andalucía le
garantizaba a las concesionarias “una rentabilidad. Se empieza así por
funcionar lejos de los principios de la libre empresa y la economía de
libre mercado, negando uno de sus postulados: que el riesgo de la
empresa concesionaria sería la justificación de sus posibles
beneficios”.
Hotel Algarrobico: la especulación a pie de costa
Abel La Calle Marcos compara de forma irónica la historia de lo ocurrido en El Algarrobico con la mítica película de Sergio Leone, El bueno, el feo y el malo, en uno de los capítulos de la investigación.
El alcalde de Carboneras calificó de "canallada" la paralización de las obras, así como "injusta, demagógica y falsa"
El Hotel Algarrobico comenzó su construcción en el
año 2003, dando luz verde en pleno Parque Natural del Cabo de Gata por
parte del Ayuntamiento de Carboneras, la Junta de Andalucía y la
Administración General del Estado, que lo declararon suelo urbanizable
en 1987.
La ciudadanía y los colectivos ecologistas no tardaron
mucho en pronunciarse sobre la aberración de esta obra. Las
administraciones tardaron tres años en darse cuenta de la “ilegalidad”
quedando en suspensión sus avances en el año 2006.
Una década
después, la conciencia medioambiental ha permitido anular el proyecto en
2016. Leal recuerda aun las declaraciones del alcalde de Carboneras, Cristóbal Fernández (PSOE), por la paralización de las obras y su enfrentamiento a la entonces ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona. Calificó de “canallada” aquella acción de suspensión y la acción de “injusta, demagógica y falsa”.
En
febrero de 2016 el entorno del Algarrobico quedó a resguardo de las
especulaciones. Ayudas de importantes organizaciones como Greenpeace
tuvieron un papel primordial en el proceso. Se protegió para siempre un
espacio natural que nunca tuvo que llevar la categoría de “suelo
urbanizable”.
Leal recuerda, por último, el folleto de
publicidad del hotel donde anunciaba que “El Algarrobico tiene un
compromiso de legalidad ante todas las administraciones”. Un asunto que
terminó por resultar prejudicial y espinoso para el futuro del Parque
Natural Cabo de Gata-Níjar.
La política del “Todo AVE” en Andalucía
El último caso más llamativo dentro del estudio lo cubre José Luis Ordoñez
con el capítulo sobre el AVE y el negocio de la “alta velocidad”.
Ordoñez relaciona el negocio de la construcción del AVE en Andalucía con
“la burbuja inmobiliaria, así como el significado y las consecuencias
de la alta velocidad desde el punto de vista económico, social, político
y medioambiental”.
José Luis Ordoñez relaciona el negocio de la construcción del AVE con la burbuja inmobiliaria
Ordoñez destaca la obligación que hubo de crear una
“campaña destinada a lograr la máxima adhesión de la ciudadanía a la
política del todo AVE, basada esencialmente en la supuesta bondad y
efecto multiplicador de las inversiones en infraestructuras, alimentando
los deseos de movilidad y velocidad”.
Sin embargo, la relación
iba más allá. Ordoñez señala que la relación del todo AVE con la burbuja
inmobiliaria estaba centrado en “la creación de sociedades y consorcios
mediante convenios entre el Ministerio de Fomento y las
administraciones autonómicas y municipales, que tenían la misión de
gestionar las actuaciones urbanísticas necesarias y ejecutar las obras
de infraestructura y urbanización en los terrenos que eufemísticamente
se denominaban liberados, incluido el traslado de instalaciones
ferroviarias”.
Ordoñez no deja atrás la falta de impacto sobre la
recuperación de la inversión y el poco compromiso social. “Las
inversiones efectuadas en alta velocidad suman más de 50.000 millones,
habiendo situado a España en el segundo lugar en el mundo por kilómetros
de vías de alta velocidad, solo detrás de China”. Basándose en las
propias cifras del Ministerio de Fomento, Adif y Renfe, los análisis de
Fedea apunta que “no se recuperará la inversión hecha y que se efectuó
sin haber realizado estudios específicos sobre su retorno social y
económico”.