¿Debe Susana Díaz competir con Pedro Sánchez?
¿Debe Susana Díaz competir con Pedro Sánchez en el próximo congreso federal del PSOE? Según ha sostenido este miércoles Felipe González, la respuesta es no. Ahora bien: la respuesta es no hoy. El adverbio de tiempo es importante. Hace como un mes y medio la respuesta era sí. Y dentro de otro mes y medio la respuesta puede tanto ser sí como ser no.
Además de las externas, el Partido Socialista sufre lesiones internas cuya gravedad nadie discute, pero cuyo alcance final es incierto. Las lesiones internas son las peores porque no se ven a simple vista y eso hace muy difícil diagnosticar su evolución y prescribir su tratamiento.
Ninguno de los dos bandos en liza está dispuesto a olvidar el Comité Federal del pasado 28 de diciembre, donde se declararon oficialmente las hostilidades: los líderes territoriales, con Susana Díaz como ‘prima inter pares’, impusieron a su pretensión de formar Gobierno unas drásticas líneas rojas que rozaban la humillación del secretario general, tal vez no en tanto que secretario pero sí desde luego en tanto que general.
YO, MARIANO
Resumiendo mucho pero sin falsear nada, el mensaje principal de aquel Comité Federal fue ‘¡Cuidado con Podemos!’, y aunque inicialmente Ferraz parecía enrocada en no tomar nota del mismo, lo cierto es que lo hizo. No inmediatamente, pero lo hizo. Tuvo que transcurrir otro Comité Federal, en enero, todavía más complicado que el de diciembre y en el que a punto estuvo de saltar todo por los aires, para que finalmente Sánchez y los suyos reorientaran sus prioridades de negociación hacia Ciudadanos en detrimento de Podemos.
Ahora bien, con lo que no podía contar el doble bando del Partido Socialista, ni tampoco, de hecho, el bando único del Partido Popular, era con que Mariano Rajoy iba a convertir la indolencia que tantas veces se le ha atribuido en la piedra angular de su estrategia para ser investido presidente: Rajoy renunciaba sorpresivamente a su turno para intentarlo y cedía así todo el campo a Pedro Sánchez.
YO, PEDRO
No debió calcular el presidente, como tal vez tampoco los compañeros contrarios a Sánchez, que su joven adversario no se chupaba el dedo. ¿Conque Pedro el Breve, eh? Pues ahora verán: Sánchez se lanzó a una frenética pero bien dosificada carrera por la investidura que –hasta hoy: es importante subrayarlo– le está dando excelentes resultados, no necesariamente para ser presidente del Gobierno, que eso no podemos saberlo, pero sí para volver a ser secretario general (aunque no con César Luena como segundo), que eso sí lo podemos verlo. Sánchez no solo ha conseguido estar en el centro del tablero sin desgaste alguno, sino que ha obligado a Mariano Rajoy y a Pablo Iglesias a recomponer sus estrategias de negociación: el primero ha abandonado su indolencia y el segundo ha aparcado su soberbia.
Y lo mismo se ha visto obligada a hacer la nomenclatura socialista crítica, que ha dado un prudente paso atrás, ha dejado el terreno de juego y se ha subido a la tribuna preferente del graderío nacional para contemplar desde allí cómo se desenvuelve el chaval, ayer Pedrito, hoy Pedro y mañana puede que don Pedro. Para disgusto de algunos y sorpresa de todos, Sánchez está jugando bien los prometedores balones que el destino ha puesto, sonriente, a sus pies: muy bueno el entregado por Iglesias pero mucho mejor el de Rajoy, y no digamos los de la Guardia Civil.
YO, FELIPE
En estas circunstancias, la pregunta y la respuesta que Felipe González se hizo y se dio a sí mismo durante la entrevista en Canal Sur eran pertinentes. Y perspicaces. Felipe no ha perdido su instinto para adivinar lo que piensan muchos ciudadanos sin saber que lo están pensando: el talento de un líder consiste en descubrirle a la gente lo que piensa y lo que quiere antes de que ella misma lo sepa.
González no entró en explicaciones de por qué, si él fuera Susana Díaz, no se presentaría a la Secretaría General del PSOE ni a las elecciones generales, pero el hecho de verbalizar ese pensamiento es un triunfo para Sánchez. En política ocurre mucho lo que los lingüistas llaman función performativa del lenguaje, que se da cuando un enunciado no constata o describe algo, sino que hace algo. ‘Yo te bautizo’ sería un enunciado de este tipo. ‘Yo, Felipe González, hablo del PSOE’ sería otro.
YO, SUSANA
Al decir Felipe, en otro tiempo llamado ‘Dios’, que no es buena idea que Susana compita ahora por el liderazgo del PSOE, ha convertido de algún modo esa idea en realidad, en un hecho incontrovertible para muchos, muchísimos militantes socialistas.
A su vez, Susana Díaz sabe lo suficiente de su partido y lo bastante de la realidad como para considerar seriamente la trascendencia política y el alcance orgánico de la divina intervención de su ‘amigo Felipe’. Para considerarlos, claro está, hoy: con la que está cayendo, es importante subrayar el adverbio. Y es que, decididamente, la presidenta andaluza no tiene suerte con los adverbios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario