martes, 8 de octubre de 2013


El envenenado halago de Anson a Susana Díaz

Nunca fueron inocentes ni gratuitos los halagos de Luis María Anson. Una lisonja de este nunca bien ponderado prohombre no suele tener mucho que envidiarle a una maldición gitana.
Si yo fuera la recién ungida presidenta de la Junta de Andalucía, me tentaría bien a fondo la ropa tras el calibre de los piropos ansonianos. Para muestra, este botón “No te oculto -le escribía Anson a Díaz el domingo día 6 en el diario “El Mundo“- el recelo con que acogí tu designación a dedo como sucesora de Griñán, cuando los mastines del ere mordían ya los tobillos de Andalucía. Pero resulta que tu última intervención pública ha sido sobresaliente. Has defendido lo que históricamente ha hecho siempre el PSOE: la unidad de la nación. Y has alertado sobre «la trampa del derecho a decidir» porque corresponde a todos los españoles la decisión sobre cualquier cuestión territorial que afecte a la unidad de España“.
Desde que su estrella comenzó a ascender, no le faltan a Díaz a su alrededor profesionales de la supervivencia política y periodística haciéndole descaradamente la pelota día y noche. Pero que a esa nómina se haya incorporado con armas y bagajes el inefable Luis María Ansón es directamente para rasgarse las vestiduras, ¡Ras!
Le han bastado a Susana Díaz dos frases mañaneras en un hotel de Madrid  el pasado día 3 para ser objeto de más atención en el “foro”, y obtener más repercusión mediática fuera de Andalucía, que en los 20 largos años que lleva en política.
En la primera de las frases arremetía contra ZP ante la estupefacción de muchos de sus correligionarios presentes en el desayuno (“…les voy a ser sincera: creo que no se acertó cuando se proclamó que se aceptaría cualquier estatuto que viniera de Cataluña”). Los socialistas catalanes están que trinan, los catalanes en general preguntándose quién demonios se cree Díaz para cuestionar su derecho a decidir, y la caverna aplaudiendo a la emergente socialista.
En la otra frase que la catapultó a los titulares de la prensa nacional, Díaz hacía de pitonisa afirmando que veía “posible” un próximo gobierno psoe-iu en la Moncloa. Dado que Susana Díaz tiene bien acreditado ser una fajadora nata que acaba sacando adelante sus planteamientos (iu Andalucía le come en la mano, la vieja guardia del psoe de su Comunidad parece que se le ha rendido y Griñán, arrobado, ha puesto en ella todas sus complacencias) habrá que esperar acontecimientos.
Pero de momento esta mujer de 38 años, presidenta de la Junta desde hace un mes y que en noviembre será investida “lideresa” del partido socialista de Andalucía, recibe en el resto del país más parabienes provenientes de la derecha que de la izquierda.
Igual la hemeroteca me contradice, pero yo no he escuchado aún a Susana Díaz, y menos desde que preside Andalucía, pronunciarse públicamente sobre nada que tenga que ver con el 15-M. Dijo en la conferencia madrileña que en los últimos tiempos “hay más gente en las manifestaciones”, pero no precisó que son las “mareas” o los “afectados por la hipoteca” quienes llevan dos años largos haciendo en la calle lo que no hacen ni la izquierda tradicional ni los sindicatos.
Quiero creer que cuando Susana se presenta en Madrid y proclama que “si no somos capaces de equilibrar protesta y propuesta estamos poniendo en peligro la democracia entendida como gobierno del pueblo, porque ya estamos viendo que la mera propuesta no resuelve nuestros problemas” no está regañando a quienes desde el 15 de mayo de 2011 gritan por las calles “No nos representan“.
Quiero pensar que, tras haber toreado en Madrid con gran éxito de crítica y público… de derechas, Díaz va a tener muy en cuenta los gritos de miles de ciudadanos que, en la calle sin siglas, pugnan un día y otro por acabar con todas las mafias instaladas en la política (empresariales, bancarias, sanitarias, educativas); por meter a todos los ladrones en la cárcel cuanto antes mejor; por recuperar nuestro dinero y por mandar a su casa a tanto político apoltronado como hay por las esquinas fumando puros y sin hacer ni el huevo.
No creo que Susana Díaz deje de tener en cuenta, ahora que tanto analista coincide en lo ascendente de su estrella, el profundo significado de la indignación que desde hace dos años y medio late en la calle. Me gustaría oírla pronunciarse sobre ello con tanta claridad como lo ha hecho con zetapé para afearle su gestión con el Estatut de Catalunya.
Estoy seguro que, desde su probada habilidad política, Díaz sabe que es imprescindible para el futuro de la izquierda de este país atraer y convencer a quienes hoy por hoy no se fían ni un pelo de los políticos tradicionales.
Cuando se está en tareas de tal envergadura sobran, estorban y rechinan -mucho- adulaciones de personajes como Luis María Anson.

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