Orgullo frente a soberbia
Hay partido, dijo Susana Díaz, secretaria de organización socialista en su primera comparecencia. Pero lo que ha quedado claro es que lo que hay son dos partidos: el Partido Socialista Obrero Español e Izquierda Unida. El presidente Griñán ha aguantado el tsunami popular y tiene opciones de volver a gobernar la Junta. Contra todo pronóstico -casi en solitario- ha hecho de la resistencia política un valor de futuro. Se salva él, se salva el PSOE. Hoy más que nunca, Andalucía lo es casi todo para los socialistas. Es su ADN.
La victoria siempre tiene muchos padres, y madres. Las derrotas parecen huérfanas. Pero el resultado de Griñán es un victoria personal indiscutible. El candidato socialista ha estado en solitario, casi aislado, en esta campaña. Ha sido, finalmente, la mejor opción: una soledad presidencial para hacer frente a la ofensiva del PP, a su exceso de confianza y a su prepotencia. Rajoy quería un referéndum. Y ya lo tiene. Si lee mal el resultado, y sigue invariable, se abre el suelo bajo sus pies. No es un socavón, pero tampoco es suelo firme.
Aunque el verdadero ganador en la izquierda y en Andalucía es Diego Valderas. Al inicio de la noche, los sondeos le dejaban fuera del Parlamento. Y, al final de la misma, decide la Presidencia, el Gobierno y marcará el camino. La izquierda clásica existe. Y existe en Andalucía.
La derrota de Arenas, a pesar de su victoria, es más que una derrota. Es una lección. Una lección democrática de los ciudadanos y ciudadanas. Los excesos se pagan. Arenas ambicionó y despreció a sus oponentes y a los electores con su ausencia ante el debate en televisión. Al final, la provocación y el desaire han despertado a los electores cautos y a los que han decidido en el último momento. Sus acusaciones fueron muy agresivas durante toda la campaña. El resultado ha sido como el efecto de un boomerang: en vez de asegurar la mayoría absoluta, ha irritado al voto tradicional de la izquierda. Orgullo frente a soberbia.
Escribí ayer, en este mismo espacio: las elecciones del 25M no dependen de lo que se escriba o se diga, sino de lo que los electores voten. Me gustaría pensar que es posible que las ecuaciones políticas no estén ya resueltas. No lo digo por el resultado, obviamente, sino por la cultura democrática. El 25M los electores tienen en su mano lo que en su himno proclaman: “Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos. Hombres de luz que a los hombres, alma de hombres les dimos”.
Sería aleccionador que los andaluces y andaluzas sorprendieran, con autonomía y libertad, a todas las voces que analizan con determinismo y seguridad lo que va a suceder sin que haya sucedido, todavía. El resultado electoral y la presencia de otros partidos en el arco parlamentario deberían ser incógnitas, no certezas. Depende de su voto.”
Parece que así sucedió.
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