Debería asombrarme que un titular que dice “El
Supremo acusa al Gobierno de vulnerar la Constitución con el indulto al
banquero Alfredo Sáenz” sólo tenga un comentario. Uno solo (al menos
cuando escribo esto). El suyo, Alicia.
Pero no me
asombra porque he quitado sólo dos palabras del titular, que dice “El
Supremo acusa al Gobierno de Zapatero”. ¿A que ahora ya no causa
ninguna sorpresa?
Las ganas de rasgarse las
vestiduras ante cualquier brutalidad que hace el PP se convierten en
melindres, timidez y repulgos de empanada cuando aparece el PSOE. Eso
prueba que aún hay quien considera que el PSOE está a la izquierda del
PP. Eso sí que me sorprende: a mí me parece que salta a la vista que la
derecha real, el poder económico, tiene un fondo de armario muy
completo, con un clásico traje gris (el PP) y una indispensable chaqueta
de sport (el PSOE). Según el día que haga o con quién haya quedado, se
pone lo que más abrigue y mejor le siente.
Al fin y al cabo, el PP y el PSOE no son más que empleados, criados de casa bien, a las órdenes de rufianes como Alfredo Sáenz.
Escribo rufián porque quiero decir rufián, aunque en su segunda acepción: “Hombre sin honor, perverso, despreciable”.
Antes de apagar la luz y cerrar la puerta, Zapatero prestó un último
servicio concediendo el indulto a Alfredo Sáenz, que había sido
condenado por una denuncia falsa contra tres empresarios que fueron
encarcelados. He aquí dos hombres de honor: el tipo Sáenz, un mafioso, y
el tipo Zapatero, su sicario o mayordomo que limpia lo que el jefe ha
ensuciado.
Por supuesto que un Gobierno puede
conceder un indulto (aunque deberíamos saber por qué, a cambio de qué o
para obtener qué), pero Zapatero y su Gobierno (hay que recordar que
Rubalcaba, ese otro tipo con honor, había sido vicepresidente) no sólo
le indultaron, sino que añadieron en el decreto ley un inciso que dejaba
sin efecto “cualquier impedimento para ejercer la actividad bancaria”.
Y esto ya es supercalifragilístico y hasta un poco espialidoso, porque
el Gobierno, aunque pueda indultar la pena, no puede extender la medida a
los antecedentes. Es lo que ahora ha dejado claro el fallo del Supremo,
que también concluye que el Gobierno “pretendía evitar la aplicación
del impedimento que para el ejercicio de la actividad bancaria”
establece un real decreto de 1995.
En pocas
palabras, tipos como Zapatero y Rubalcaba, gente de honor, no sólo
querían indultar al tipo Sáenz, sino garantizar que pudiera saltarse la
ley y seguir siendo vicepresidente y consejero delegado del Santander,
para lo cual no tenían más solución que hacerle “honorable” por decreto.
El Tribunal Supremo, como no podía ser de otra
forma, ha fallado que el Gobierno contravino la Ley de Indulto y “la
propia Constitución”.
La consecuencia de esta
decisión debe ser que el rufián de Alfredo Sáenz, por falta de
“honorabilidad”, abandone de inmediato la actividad bancaria.
¿Y qué deberían hacer los tipos Zapatero y Rubalcaba, ese superhéroe
siempre en lucha contra la corrupción, esos tipos con honor?
¿Y qué deberíamos hacer los demás?
Pues está claro: votar a la izquierda y no al PSOE. Porque en eso, amiga Julia, no estamos de acuerdo: no todos son iguales.